Opinión

Numancia: Venezuela sitiada

Tras quince meses de asedio los numantinos agotaron sus reservas de alimentos y las enfermedades y el hambre asolaron la ciudad.
José Viznel ÁLVAREZ
lunes, 21 septiembre 2020

La definición más sencilla del vocablo sitiar es cercar para conquistar, una estrategia de guerra que los antiguos ejércitos imperiales empleaban para rendir al enemigo impidiendo que nada ni nadie entrara o saliera de su territorio, tal como hicieron los romanos contra Numancia el 134 d.C.

Hoy en día esto es difícil de llevar a cabo como tal, pero conociendo el afán hegemónico del moribundo imperio de nuestra época no se descarta cosa semejante contra cualquiera por parte del que tiene aliados pero no es aliado de nadie, certera definición para quien nos agrede con el traicionero respaldo de depredadores domésticos que con sus dóciles maneras de ingresar al redil de los subyugados, hunden a su patria y se postran de adoración a la diestra de su propio verdugo.

En aquel tiempo los romanos desembarcaron en la península ibérica y comenzaron su conquista y colonización. El territorio ibérico estaba dividido en ciudades estado, una de las cuales al negarse a cumplir las imposiciones romanas, obligó a sus habitantes a refugiarse en Numancia, y juntas enfrentaron al poderoso ejército imperial por más de veinte años, durante los cuales derrotaron a connotados generales al mando de legiones invencibles.

A la postre Numancia cayó bajo la espada del general Publio Cornelio Escipión tras una gesta que por razones de espacio apenas puedo sintetizar aquí. Lo cierto es que Escipión ordenó construir un muro y un foso alrededor de Numancia reforzado con campamentos, torres y otras construcciones a fin de cercar por completo la ciudad con la intención antes indicada.

Dicho cerco sólo fue burlado en una ocasión por media docena de hombres que escaparon para ir a buscar ayuda en las ciudades vecinas, de las cuales Uxama y Termacia les dieron la espalda y solo lograron el apoyo de los jóvenes de Lutia, quienes fueron delatados y castigados por los romanos cortándoles la mano derecha a cuatrocientos de ellos.

Tras quince meses de asedio los numantinos agotaron sus reservas de alimentos y las enfermedades y el hambre asolaron la ciudad. Incluso cometieron canibalismo. Al comprender que el fin había llegado le comunicaron a Escipión que se rendirían, pero le pidieron un día para que algunos que habían decidido quitarse la vida pudieran hacerlo antes que convertirse en esclavos de los romanos, y sucedió que los padres dieron muerte a sus familias para después suicidarse con la espada.

Los romanos quedaron asombrados viendo que los numantinos que se les entregaban parecían muertos vivientes, pero lo que más les impresionó fue el odio terrible reflejado en sus miradas.

Escipión asesinó a los heridos y enfermos, vendió a los sanos como esclavos, y se reservó cincuenta para mostrarlos por las calles de Roma en el desfile conmemorativo de su triunfo sobre Numancia, que fue saqueada y quemada.

En la actualidad los medios de comunicación del mundo están saturados de todo lo que son capaces de hacer los gobiernos del imperio estadounidense, pero muchos callan o se adhieren a pesar de llevar las garras clavadas en la raíz de su propia dignidad, frente al sádico festín donde la pequeña Venezuela es el plato predilecto del coloso del orbe.

Entonces cabe preguntarse si habrá algún venezolano que desee que nuestro país corra la misma suerte que Numancia. Si bien cuesta hacer la pregunta, resulta más doloroso saber que hay respuestas afirmativas, pero eso jamás sucederá, Dios está con nosotros para saber resistir y resolver nuestros problemas, y además, en la comunidad mundial de naciones no todas son Uxamas y Termacias, afortunadamente.

viznel@hotmail.com

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