Opinión

Ni una más, aún así Nazareth

El verdadero inicio de la solución comienza con la voluntad política del estado y el resto de los involucrados, para la construcción desde las bases de esas políticas necesarias para la disminución de los delitos, ya que conformarnos con los actuales esquemas y las mismas formas de actuación es añadirle espacio y oxigenar el crecimiento del fenómeno.
lunes, 27 marzo 2023

El cruel femicidio de Nazareth Marín nos hace retroceder una vez más en el espinoso camino de la erradicación de la violencia contra la mujer, retroceso que ocurre cada vez que una mujer muere a manos de la violencia, volviendo a cero el reloj que cuenta los días sin femicidios.

Mucho es lo que se ha escrito y descrito sobre el fenómeno de la violencia, investigaciones, opiniones, protocolos, leyes, campañas, capacitaciones, conferencias, programas, libros, obras de teatro, monólogos y aun así el fenómeno sigue creciendo más y más, lo que nos hace concluir que por falta de información no será.

Pero entonces qué se debe hacer para que el fenómeno de la violencia comience a disminuir, por qué si se han desplegado por años decenas de campañas desde el sector público y privado los índices siempre están a la alza, mi respuesta a estas interrogantes, aunque no me considero el más calificado, es sencilla: falta acción.

Pero de dónde debe venir esta acción, principalmente del estado aunque no sólo de él sino también de la sociedad organizada, pues a todos nos afecta este flagelo y de suyo es la necesidad de mancomunar esfuerzos.

En los últimos años han recrudecido en el mundo los hechos de violencia y los delitos de odio, la respuesta por excelencia de los estados ha sido el uso también de la violencia punitiva, ejecutada en esquemas represivos exhibiéndose en algunos casos como el nuestro, como el único método de contención, si bien esta acción forma parte de la solución, no debe tenérsele como la única forma, pues a las mujeres y a la sociedad en pleno, no le interesa ver a los responsables tras las rejas, les interesa no ser víctimas en ninguna de sus formas.

Con dolor debemos asumir las responsabilidades cuando se suceden episodios como el del nefasto crimen de Nazareth, la cual curiosamente era funcionaria del sistema judicial que protege sus derechos, pero no debemos quedarnos postrados en el dolor, toca trabajar en el fortalecimiento de los programas y en su materialización mediante la acción, ello se logra de una sola manera: Políticas Públicas.

El verdadero inicio de la solución comienza con la voluntad política del estado y el resto de los involucrados, para la construcción desde las bases de esas políticas necesarias para la disminución de los delitos, ya que conformarnos con los actuales esquemas y las mismas formas de actuación es añadirle espacio y oxigenar el crecimiento del fenómeno.

Desde la frustración que me afecta por estos episodios concluiré las breves líneas que periódicamente me permite este espacio, esta vez mucho más breves de lo habitual, con la frase que acuño al eslogan “ni una más”.

Si queremos que realmente no sea ni una más, debemos definitivamente hacer más, pues lo contrario es prácticamente contradecir el eslogan y hacerlo cambiar por la falta de políticas a “Cada vez más”.

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