Nada es verdad ni mentira, en términos absolutos (El efecto Rashomon)
“Un mismo hecho material tiene las realidades más diversas inserto en vidas humanas diferentes”
José Ortega y Gasset, “En Torno a Galileo”, p. 19.
Hay una película en la que se narran hechos relacionados con la muerte de un samurái y la violación de su esposa. En ella diversos personajes relatan dicha historia, y resulta que las versiones son muy diferentes entre sí, pero ninguna carece de veracidad simplemente porque cada uno de los narradores tiene una perspectiva diferente, de hecho al final no se sabe cuál fue la verdad, ya que todas las versiones son factibles.
El film pertenece al famoso director Akira Kurosawa y se titula Rashomon, de donde procede el nombre del efecto Rashomon, un concepto usado en psicología para aludir a esa situación en la que distintas personas pueden tener diferentes versiones de un mismo suceso, sin que ninguna de ellas sea falsa o totalmente verdadera.
El efecto Rashomon muestra que la verdad, entendida como aquello que cada uno capta con los sentidos, puede ser muy relativa, al igual que la falsedad.
Esto puede chocarles a quienes se consideran portadores de ella, sin embargo, lo que nos dice la ciencia es que en la mayoría de los casos solo contamos con una versión parcial de eso que consideramos verdad.
Por ejemplo, para algunos, las bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki representan un genocidio del más alto nivel, mientras que para otros fue el precio que de alguna manera la humanidad tuvo que pagar para terminar con aquellos que estaban defendiendo la crueldad indiscriminada.
Otros tantos defienden que, sin ese golpe, la II Guerra Mundial podría haber terminado de una manera muy distinta. Y por supuesto, también hay infinidad de ejemplos que se pueden encontrar en la vida cotidiana.
Lo que da lugar al efecto Rashomon es que existen diversos factores que inciden en la percepción de los hechos, y también otros que influyen en la manera como terminan siendo narrados.
Para los especialistas dichos factores son: La memoria, la cual es creativa y puede añadir o suprimir detalles sin la intención de hacerlo, a través del fenómeno conocido como falsa memoria; la ideología.
Porque el ser humano, de manera inconsciente lleva a cabo muchos procesos mentales con el objetivo de ajustar los hechos a su sistema de creencias; el factor cultural, que también lleva a asociar los hechos con conceptos o con otros sucesos que pueden o no estar vinculados a este; la intensidad de las emociones presentes durante el suceso también pueden incidir en la forma como luego se le reconstruye o recuerda; y, las expectativas, es decir, las consecuencias esperadas de la narración también pueden hacer que se modifique la manera como se relatan los hechos.
Estos son los factores que inciden en el efecto Rashomon, el cual hace ver que no existen verdades ni mentiras absolutas en el ámbito de lo humano, lo cual aplica tanto para situaciones cotidianas como para las “grandes verdades” de la ciencia. La objetividad, en estricto sentido, no existe, y no existe porque somos los seres humanos quienes le damos forma a las ideas.
Es evidente que dicho efecto se halla en el corazón de los grandes debates políticos y científicos, así como en muchos desacuerdos del día a día, el peligro es que sea más fuerte el deseo de imponer una determinada verdad, que la capacidad para acercarse a la memoria y la vivencia del otro.
De manera paradójica, son los grandes expertos quienes más tienden a absolutizar los hechos, y no sólo ellos, sino la gente común, de a pie, con quienes compartimos a diario en el hogar, en reuniones sociales, en el mercado, en las colas de la gasolina, etc.
En cualquier lugar y circunstancia siempre habrá quien sostenga sus opiniones como verdades absolutas, tal como me sucedió hace poco en una reunión de amigos la cual terminó siendo un debate entre “expertos” sobre el tema de Ucrania, al extremo de escuchar contundentes vaticinios sobre los movimientos estratégicos que quién sabe si habrán de gestarse en las mentes de Biden o de Putin, pero que para mis compañeros de velada eran verdades irrefutables.
viznel@hotmail.com
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