Murió Wilmer Gil Jaimes
Wilmer Gil Jaimes, padre de familia, destacado abogado, apreciado profesor universitario, hombre público decente y gran amigo, murió muy joven.
Extrañas circunstancias rodean su partida, aunque no hay duda que fue una víctima más de un “sistema de sanidad”, descapitalizado, dislocado e inhumano, constituido por dos segmentos: El oficial, con su destruida y abandonada red de CDI, módulos y hospitales, y el privado, con su licencioso sector de clínicas privadas; ese, que muchas veces funciona magullando la delgada y frágil línea de la ética.
Ambos, vienen remolcando sus particulares ineficiencias y vicios.
El sector oficial, con su sistema de salud pública devastado, escaso personal calificado, pésimamente remunerado y abismalmente desmoralizado; también, con instalaciones atrozmente mal mantenidas y equipos, en su mayoría, obsoletos, inservibles y arruinados; con farmacias sin medicinas, y muchas otras carencias vitales de necesarios insumos.
Por su parte, las clínicas privadas, operan sin contrapeso ni controles, con un gran afán de lucro y muchas veces, bordeando el cumplimiento de la ley.
También hay que mencionar, como escollo a vencer por parte de este sector privado, la severidad de la crisis económica y la gran dependencia que ellas tienen, de un mercado constituido, fundamentalmente, por un reducido universo de agotadas empresas de seguro.
Estas, por su parte, se encuentran abatidas por falta de mercado. El ciudadano común, sin empleo y sin remuneración digna, perdió el necesario poder adquisitivo, y por tanto, la capacidad de hacerse con pólizas de seguro para su protección.
Por otro lado, las aseguradoras, también deben enfrentar un pesado fardo como es el de la corrupción; los efectos de este terrible mal social, no solo son de carácter moral, sino de importante impacto económico.
Este generalizado deterioro, es igualmente el causante de diatribas entre clínicas y compañías de seguros, que en esencia, afecta negativamente a los pacientes.
Lo que sí queda claro, es que Wilmer falleció por culpa de un sistema altamente ineficiente, en el cual comparten responsabilidad, el Estado, la gerencia codiciosa e indiferente de la clínica y la inexcusable ineficacia de la compañía de seguros.
Wilmer Gil no debió fallecer y es hoy un clamor popular, la solicitud de una exhaustiva investigación por parte del MP; a ella, con determinación, nos sumamos.
Esta debe ser realizada, “caiga quién caiga”, para que una muerte como la de Wilmer y la de algunos otros, no vuelva a suceder.
Los hechos.
El miércoles 23 de noviembre, Wilmer Gil participó en una reunión de Junta Directiva del Club Ítalo Venezolano, como vicepresidente que fue de esa institución.
Eran las 6:37 p.m., cuando terminó su intervención en el uso de la palabra, y segundos después de terminar, sin aviso previo alguno, se desplomó. Sus compañeros, inmediatamente lo levantaron; estaba semi inconsciente; inmediatamente, hicieron arreglos para transportarlo a la clínica más cercana. Se trataba de darle los primeros y urgentes auxilios que requería.
A las 6:57 p.m., un automóvil guiado por un compañero, con Wilmer abordo, enfiló por la vía Italia y ante el gran anuncio rojo que decía “EMERGENCIA”, optó por dirigirse a dicha clínica; era su sentido de responsabilidad y el dolor que sentía por ver a un compañero caído, lo que hizo escogerla.
Wilmer, sin saberlo, ingresó a la antesala de su deceso. Según testigos, por más de tres horas, Wilmer se retorció en la que sería su camilla de muerte, con la mirada perdida y frotándose la cabeza; estaba siendo presa de un fuerte dolor e indeterminado malestar, evidentemente, insoportable; mientras tanto, reinaba en el ámbito de la gerencia de esa instalación, un ambiente de codicia sórdida y fría indiferencia.
Fue atendido escasamente por un personal que no atinaba a saber su padecimiento y no hacía ningún estudio para determinarlo y por supuesto tampoco para disminuirlo.
Por un lado, la compañía de seguros no hacía ni amagos de emitir la clave o autorización para intervenirlo, y por otro lado, todos los presentes, en su mayoría, familiares, compañeros y amigos, estaban expectantes por la llegada o transferencia de los cinco mil dólares americanos ($5.000), requeridos por la clínica para formalmente ingresarlo e iniciar su intervención y determinar su medicación.
Fue a las 10:00 p.m. aproximadamente, cuando llegó el dinero; quizás muy tarde y allí empezó el ingreso. Fue entonces, cuando lo pasaron a Cuidados Intermedios. Ya no habría vuelta atrás.
Transcurrió demasiado tiempo entre el arribo del paciente a la clínica y el inicio de los cuidados de emergencia médica necesaria. Wilmer Gil Jaime murió en la madrugada.
Se perdió una vida joven. Murió un estudioso y notable profesional del derecho; Wilmer era hijo de padres con trayectoria política; luchadores sociales entrañables, como también él lo fue, aunque desde una tribuna diferente.
Wilmer Gil constituyó un hogar y ayudó a formar tres hijos. Fue un hombre público sin tacha alguna. Ejerció la noble tarea de la enseñanza, en la Ucab y la Ugma, como profesor, en la cátedra de derecho. Fue igualmente. un gran amigo y respetado ciudadano.
Es una lástima que sus días terminaran caprichosa, abruptamente, por causas que deben investigarse. Este es el retrato de muchas otros eventos que ocurrieron y también, terminaron trágicamente.
Este maltrato al ciudadano tiene que cesar. Tenemos que hacer grandes esfuerzos para ello. Esa conducta del sector salud en general, debe cambiar, pues se ha convertido en una seria amenaza para toda la sociedad.
CE.mgarciat84@gmail.com
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