Mis adultos mayores: Kareishu
Hola, espero que todos estén muy bien. Para hoy les traigo este polémico y curioso tema: El “olor de gente mayor” es algo real.
Tan real que la ciencia lleva años tratando de estudiar cómo funciona. De Javier Jiménez en el portal Xataka.
¿Sabías que en Japón existe una palabra específica, “kareishu”, para referirse al “olor de la gente mayor”? Lejos de ser despectiva, la expresión constituye una muestra de respeto hacia las personas de edad avanzada y al aroma que desprenden.
Un olor característico que, a diferencia de lo que popularmente se cree, es más suave, menos intenso y más agradable que el de la gente joven o de mediana edad, como reveló el estudio ‘The special scent of age’, del Centro Monell.
Señala Javier Jiménez en su artículo que tanto la investigación como el término ‘kareishu’ ponen de manifiesto que el olor corporal varía con la edad, del mismo modo que puede cambiar con la dieta y otras circunstancias, como el ciclo menstrual o el estrés; de hecho, los japoneses han dado el nombre de ‘sutoresushu’ al olor que las personas emiten cuando viven situaciones tensas.
Gracias a ello y a que hay olores que comparten determinados grupos de personas, podemos reconocer la edad, el sexo o lo que alguien ha comido o bebido, como ajo o alcohol, simplemente a partir de su aroma personal.
Sin embargo, cada individuo posee un olor característico: su firma química.
Y es que, aunque cada uno tenemos cierta ‘firma química’ característica, cosas como la edad, el ciclo menstrual, la lactancia, los hábitos alimentarios o el estrés provocan cambios en nuestro aroma personal.
Precisamente, para el “olor del estrés” los japoneses tienen el término “sutoresushu”.
¿Cómo se hace el olor de una persona? Esto es curioso porque, a diferencia de otros animales, “los seres humanos no tenemos glándulas específicas para la formación de aromas”.
Sin embargo, las tres principales glándulas de la piel contribuyen a crear ese olor personal e intransferible.
Las glándulas sebáceas “dan lugar a una secreción aceitosa sobre toda la superficie del cuerpo”; las ecrinas secretan el sudor; y las apocrinas “producen un fluido acuoso” en las zonas del cuero cabelludo.
Las secreciones de esas glándulas sirven de alimento a toda la microbiota que tenemos en la piel y, en último término, es toda esa actividad metabólica la que conforma nuestra identidad olfativa.
Consuelo Borras Blasco, catedrática del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, en La Voz de Galicia, explica que “los cambios hormonales, particularmente los asociados con la menopausia y la andropausia, pueden afectar el olor corporal”.
Señala el autor que la disminución de las hormonas sexuales puede influir en la producción de sudor y grasa y alterar el entorno microbiano de la piel.
El pH de la piel puede cambiar con la edad, afectando su microbioma y los tipos de bacterias presentes que producen olor.
La nariz sabe muchas cosas. A veces, de hecho, sabe demasiadas. Para el Centro de Investigaciones del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, una persona promedio puede detectar entre 10.000 y 100.000 millones de olores distintos. Eso incluye cosas que nunca sospecharíamos.
Por último, para oler bien, les recomiendo asearse, usar cremas, vestirse de limpio, lavarse el cabello, comer sano, hacer ejercicios y mantener una adecuada salud mental. Si persiste, debe acudir al médico. Aplica para todas las edades.
Hasta la próxima columna.
Muchos cariños desde mi rinconcito, mi espacio para estudiar y escribir para Uds.
Aprecio sus comentarios, inquietudes o sugerencias a través del correo electrónico mariaequirozr@gmail.com o mi cuenta de Instagram @mariaquirozr.
Psicóloga y abogado, María Quiroz.
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