Mis Adultos Mayores: “Estudio de las monjas”
En el año de 1968, el doctor David A. Snowdon epidemiólogo y profesor de neurología en la Universidad de Kentucky, realiza una investigación denominada “Estudio de las monjas” el objetivo era comprender el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento y a la enfermedad de Alzheimer.
El extraordinario proyecto se ubica a la vanguardia de las investigaciones internacionales sobre envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer. La población estudiada fueron 678 monjas de congregación de las Hermanas de Notre Dame en Baviera (Alemania), quienes contaban con una media de edad de 83 años, eran mayormente maestras y profesoras con condiciones físicas y mentales variadas.
En una fase preliminar con 306 religiosas de más de 75 años, concluye que las monjas con un mayor nivel educativo y que habían sido más activas, mental y físicamente, tenían una mayor esperanza de vida y mantenían su independencia en la vejez.
Las religiosas escribían una autobiografía antes de entrar al convento, sobre su vida anterior, sus motivaciones, espiritualidad, sus reflexiones acerca de Dios y de la vida que esperan llevar, a través de los escritos, se pudo deducir que era posible predecir cuál de ellas iba a tener más probabilidades de padecer Alzheimer, mientras más nutritivo el relato la probabilidad de sufrir una enfermedad neurodegenerativa disminuía.
Monjas con más pensamientos positivos en sus escritos tenían vidas más largas que aquellas que realizaban autobiografías que no los tenían o demostraban.
El resultado más impactante, fue el de la hermana Bernadette quien, con una gran formación académica y sometida periódicamente a pruebas de memoria, no mostró síntomas de deterioro cognitivo y tras fallecer por un infarto su autopsia cerebral reflejó, sorprendentemente, un sustrato neuropatológico típico de enfermedad de Alzheimer de gran severidad.
Entre los resultados del estudio también se cuenta que actividades como la lectura, la escritura, mantener relaciones sociales y afectivas de forma activa, así como una alimentación adecuada, eran factores que influían en el grado de rendimiento cognitivo que mostraban las hermanas.
La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de la patología asociada a la demencia, es decir, para soportar mayor cantidad de neuropatología antes de llegar al umbral donde la sintomatología clínica comienza a manifestarse.
Esta habilidad se cree que viene determinada en gran medida por la actividad que haya tenido el cerebro previamente, los conocimientos que haya adquirido, y los buenos o malos hábitos que ha adoptado la persona a lo largo de su vida, entre otros factores.
Por esto es tan importante llevar unos hábitos de vida saludables que permitan ejercitar la mente continuamente. Las neuronas que se mantienen activas son capaces de establecer nuevas conexiones con otras neuronas cuando mueren aquellas a las que estaban conectadas; pero las que no se ejercitan no pueden crear una nueva conexión, así que también acaban muriendo y ya no se pueden recuperar.
Algunos factores que aceleran la pérdida de neuronas (y que deberías evitar si quieres proteger tu reserva cognitiva) son: La falta de actividad física y mental. El consumo de bebidas alcohólicas y drogas. El tabaquismo. Padecer ciertas enfermedades, como la diabetes o la hipertensión. Haber sufrido algún accidente cerebral, como un ictus. Seguir una dieta desequilibrada, tanto por déficit nutricional como por el consumo excesivo de comida, especialmente de productos procesados. El estrés y el insomnio.
Tratemos con más prudencia nuestras neuronas, la prevención será parte de las recomendaciones.
Hasta una próxima columna.
• Licenciada y abogado Maria Quiroz. Síganme por Instagram @mariaquirozr
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