Mis Adultos Mayores: Duelos ancestrales

Estuve revisando la literatura y me conseguí un trabajo bien interesante y que les comparto. Se trata de: “Transmisión entre generaciones. Los secretos y los duelos ancestrales” de Alicia Werba.

Esta autora define los duelos ancestrales como duelos no procesados, en los que los ancestros siguen teniendo presencia a través de los descendientes.

Es una forma de falta de sepultura psíquica de ancestros idealizados, cuya representación está investida de una fuerte carga libidinal y/u hostil, a modo de “muertos vivos” y que siguen teniendo vigencia en las generaciones posteriores, capturando y alienando sectores del psiquismo de uno o varios de sus descendientes.

Canault (2009), sobre el mismo tema, señala que: “en una familia, cuando ocurren traumas impactantes, las historias se mantienen vivas en el inconsciente, y si aquellos que sobreviven no hablan de ello, entonces se transmiten de inconsciente a inconsciente bajo forma de fantasmas”.

Los duelos ancestrales se asemejan a los duelos patológicos en que, no se ha podido verbalizar los efectos provocados por la muerte de estos ancestros significativos. Y se diferencia en que la dificultad de tramitación no se refiere solo a una pérdida propia, sino a una pérdida no elaborada, sufrida por un ascendiente, que produce efectos e impone un trabajo psíquico inconsciente plus a la descendencia.

Cuando se clausura o se “rompe” el procesamiento de un duelo en la primera generación, a las próximas generaciones no se trasmite las condiciones que asociarían un eventual duelo, no se transmiten las emociones asociadas a los efectos de dichas experiencias.

Expone la autora, que: “Los secretos ancestrales, por su parte, aluden a la existencia, en la historia familiar, de la realización de hechos “prohibidos”, tales como asesinatos, violaciones, infidelidad, actos incestuosos, estafas, etc. cometidos por algún antepasado y que han sido herméticamente guardados” (sic).

Señala Puget y Wender, (1980) que: Algunas familias quedan estructuradas en torno a secretos grupales que deben conservarse definitivamente silenciados. La consigna tácita es que sus miembros nunca deben referirse a lo que saben y menos aún a pensarlo o decirlo todos juntos.

Estos secretos aparecen para resguardar la identidad familiar, como una especie de defensa para mantener el poder, las alianzas, el pudor, la vergüenza, así como pactos familiares, que se trasmiten en ocasiones de manera consciente como inconsciente.

Los secretos se adaptan a los rincones del árbol genealógico, de tanto callarlos se hacen innombrables y entonces se termina creyendo que no existen, pero aguardan a que sea la hora de tomar conciencia.

Lo que no se dice en la primera generación, se transforma en un innombrable en la segunda y en un impensable en la tercera.

Frente a estos duelos generacionales, los individuos quedan impactados, dejando vacíos que no pueden expresar a veces por temor a verse envueltos en el evento traumático, logrando enterrarlos como en una especie de cripta, de un silencio, de un no-dicho.

Esto, que no se nombra, puede dar lugar a fobias así como obsesiones compulsivas, originado probablemente por el conflicto que se genera entre el deseo de saber y comprender y las dificultades que el contexto impone a dicho conocimiento.

Para finalizar, ante cualquier duelo, ir a un especialista de la Psicología, será su mejor forma de gestionarlos.

“Nada de lo que haya sido retenido podrá permanecer completamente inaccesible a la generación que sigue, o a la ulterior”
(Freud (1913/1986)

Hasta una próxima columna.

Psicólogo y abogado Maria Quiroz.

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