Mis adultos mayores: Dos historias sobre la lotería
Hola, saludos a todos. Sigo con los refranes e historias narradas por los usuarios de La Residencia de Mayores Doctor González Bueno.
Dos historias sobre la lotería.
I.- Luisa García Palomino. Mi marido y yo teníamos por costumbre reunirnos con amigos, que también eran vecinos, en la Colonia Moscardó, en Usera, todos los jueves. Cada vez quedábamos en casa de unos, y nos solíamos juntar cuatro matrimonios. Corría el año 1987. Al lado de nuestra casa vivía un muchachito que vendía cupones casa por casa; Muchas veces le cogíamos el cupón para el sorteo del viernes.
Aquella semana no pudimos quedar: Unos se tenían que ir a su pueblo, a otros les pasaba no se qué… En fin, que el jueves no nos reunimos. Era un día de verano, y yo venía de hacer un recado, cuando vi al muchachito de los cupones buscando sitio para aparcar su coche. “Le voy a coger un cupón”, me dije.
Pero el chico no encontraba aparcamiento en la calle, así que al final me subí a casa. Al rato, ya en casa, me asomé a la ventana, y de nuevo le vi. Se me volvió a pasar por la cabeza que le quería coger el cupón, pero finalmente desistí y no bajé. Pero no me quedé tranquila.
Finalmente al rato, bajé de nuevo a la calle, y una vez más me lo encontré. Esta vez sí compré el cupón.
Los viernes yo solía escuchar el sorteo en directo, pero ese día no pude. Más tarde, por la radio, oí que decían el número ganador, y lo apunté muy deprisa. Fuimos ese día a casa de unos amigos, en un pueblo donde tenemos una casita, y allí lo comprobamos: Uno de los números no coincidía con los que yo había apuntado. Pero llamamos a la ONCE para asegurarnos, y nos dijeron que mi número era el ganador: me había confundido yo al apuntarlo cuando lo escuché por la radio.
Así es que me tocó la lotería: Dos millones. Compramos un coche, una motillo para un sobrino, dimos dinero a los chicos… Al muchachito que me lo vendió le dimos una propinilla.
En cuanto a nuestros amigos, pues claro, les dio mucha rabia: “¡Para una vez que no estamos!”. Porque ellos también habían cogido cupón ese día, pero claro, en el sitio donde se encontraban; justo había coincidido que ese día sólo nosotros estábamos en el barrio.
Cuando recuerdo cómo sucedió todo aquel día, pienso que todo pasó como tenía que pasar. No recuerdo el número exacto con el que gané, sólo que terminaba en 98.
II.- Trinidad Canales. Una anécdota con mucha alegría: mi hija Mercedes, en 1989 hizo oposiciones para el Ayuntamiento de Madrid. Las aprobó y entró a trabajar allí.
Unos dos años después, un concejal de la Junta Municipal del Centro,Ángel Matanzo, compró en Doña Manolita, en la puerta del Sol, lotería de Navidad para quien quisiera de los empleados.
Mi hija y otras seis compañeras suyas compraron un número: el 47996. Era la primera vez que mi hija jugaba la lotería. El primer año que compraba y, claro, el primer año que le tocaba: tres millones trescientas y pico mil pesetas a cada una. Fue una alegría tremenda. Era viernes. Me llamó desde el trabajo: “¡Mamá, que me ha tocado!”. Mi hija tendría entonces veintidós o veintitrés años entonces..
El no va más. Me acuerdo que si esto fue un viernes, había que esperar al lunes para cobrar, así que pasamos el sábado y el domingo con unos nervios… Pero el lunes fuimos temprano al banco, con el cupón muy bien guardado. Allí ya nos dijeron la cantidad exacta y no hubo ningún problema.
Con lo que le tocó dio la entrada para un apartamento muy bonito en Plaza Elíptica, en el que sigue viviendo. Ahora es Jefa de Negociado en la Plaza del Reloj, pues después siguió haciendo oposiciones. Tenemos todavía guardada la fotocopia del cupón. Ella casi todos los años juega, y le suele salir el reintegro.
Eso sí, no le ha vuelto a tocar: la suerte pasa una vez en la vida..
“La suerte está echada”. Frase que se emplea para señalar que en determinadas situaciones es poco o nada lo que se pueden hacer, ya que el desenlace es imposible de modificar.
Se atribuye la expresión original latina, Aleja iacta est, a Julio César. Traducible de manera literal como “el dado fue echado”, se supone que el célebre estratega romano pronunció la frase cuando se disponía a cruzar con sus tropas el río Rubicón, desobedeciendo así expresamente las órdenes del senado y dando inicio a una guerra civil.
Si se les ocurre una anécdota asociada a algún refrán, no duden en escribirme y autorizarme a la publicación. “La suerte es loca y a cualquiera le toca”.
Hasta el próximo viernes.
Psicóloga y abogado Maria Quiroz.
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Correo electrónico mariaequirozr@gmail.com
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