Mis Adultos Mayores: Deterioro Psíquico

Los adultos mayores se enfrentan a una realidad biológica, a ella no se escapa quienes logren alcanzar ciertas edades.

Al deterioro producto del envejecimiento que implica cambios físicos tales como: arrugas, falta de visión, perdida de masa ósea y/o muscular; se suman también cambios psíquicos, que implican, pérdida de la memoria, habilidades sociales y niveles de atención disminuidos, algunas conductas agresivas, cambio de humor, entre otras manifestaciones clínicas.

El concepto de deterioro alude al hecho de que en alguna medida el Yo desde sus recursos y capacidad defensiva pierde en algún grado su funcionalidad.

Si bien es cierto, el deterioro puede presentarse por el simple hecho de envejecer, en algunas oportunidades se sobreviene como consecuencia de algún proceso de enfermedad, (diabetes, alzheimer) o como consecuencia de algún evento traumático ( caída o algún accidente).

En el Congreso Mundial de Menopausia que se realizó en Buenos Aires, entre los días 18 y 22 de octubre, el director del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Pisa, Italia, el doctor Andrea Ricardo Genazzani aseguro que: “Aún cuando se atraviese un proceso de envejecimiento normal, existe una amplia variación de persona en persona. Pero hay algo cierto: La declinación mental asociada con la edad no es inevitable”.

Sin embargo, se ha logrado, a raíz de ciertas investigaciones, detectar algunos factores de riesgos psíquicos, que van a incidir en la forma de envejecer, sea de una manera no adecuada, en un mal envejecer, o con cierta disminución del impacto de los deterioros psíquicos. Estos factores son los relativos a la personalidad, y que van a predisponer el envejecimiento en esas condiciones.

Entre estos factores se cuentan:

• Las posiciones nostálgicas en que se quedan algunos adultos mayores anclados, esto es: “todo tiempo pasado fue mejor”.

• La dificultad para asumir el autocuidado – de lo cual las caídas frecuentes son un indicio – si nunca se pudieron aceptar las limitaciones. Si a eso le sumamos que en oportunidades, algunos adultos tienen que hacer uso de bastón, les genera un rechazo al perder su autonomía e independencia. Poniendo en evidencia que siempre se pretendió ser un todo completo y al verse confrontado con el mínimo déficit, se sienten incompletos.

• La idea de un funcionamiento del tipo “todo o nada”; estos adultos de jóvenes creían tener todo, a ciertas edades llegan a sentir que ya no son o no tienen nada.

• La posibilidad de distinguir y diferenciar el ejercicio de una Abuelidad normal, que implica cierta participación en las estructuras familiares de sus hijos y nietos, así como sus dinámicas familiares, para diferenciarlas del modo patológico de asumir esta función.

• Algunas posturas frente a la muerte, no poder aceptar la transitoriedad de la vida.

• La falta de maleabilidad, la rigidez, que representa la falta de flexibilidad frente al cambio.

• El aferrarse a una identidad unívoca del “yo soy así”, que no les permite una adecuada adaptación a los cambios.

• Sentimiento de vacío, iniciando modos patológicos de apego a los objetos como intento de llenar dicho vacío.

• La falta de proyectos, así como la elaboración patológica de los duelos y de las pérdidas en general, dificultad para realizar el trabajo psíquico de poder compensar pérdidas con ganancias: poder reconocer todo lo que se va aquilatando en el envejecer.

Los adultos mayores suelen ignorar los síntomas de su deterioro psíquico, muchas veces los ocultan, o no llegan a entenderlos. Solo en estado crítico, y en ciertas oportunidades son capaces de buscar ayuda.

Los trastornos de depresión y ansiedad -trastornos asociados a estos deterioros psíquicos-, en los ancianos, son afecciones comunes que tienen tratamiento. La mayoría de las personas con el tratamiento adecuado recuperan su salud, consiguen superar o tratar el problema y lleva una mejor calidad de vida.

Acudir a un psicólogo siempre será la recomendación final.

Quien escribe este espacio dedicado a la adultez mayor.

• Psicólogo y abogado Maria Quiroz.

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