Mis adultos mayores: Desafíos a la mayor longevidad de vida

Hola, espero que todos se encuentren bien. Hoy les traigo un artículo de Encarni Pedrero García (s/f), denominado Los mayores: una nueva edad adulta en el siglo XXI.
Refiere el autor que San Martín, Pastor y Aldeguer (1990) ofrecen una serie de recomendaciones para prolongar la longevidad individual.
Recomendaciones que plantean la necesidad de una educación integral a lo largo de toda la vida y, especialmente, en esta etapa: Actitud optimista ante la vida y consideración de la muerte como un fenómeno natural (eliminando con ello el temor a morir).
Debe mantenerse un tipo de trabajo útil, evitar la vida sedentaria y mantener una permanente actividad intelectual. Evitar las tensiones emocionales, la angustia y el estrés sostenido.
Evitar todo tipo de radiaciones, evitar la obesidad; la alimentación debe ser hipocalórica y equilibrada. Con respecto a los alimentos, deben ser frescos y naturales.
Evitar el tabaco, las bebidas alcohólicas y las drogas, así como el exceso de medicamentos.
Se debe tener especial cuidado y evitar los accidentes a la par de realizar un control médico de la salud una vez al año, y cada seis meses en los ancianos; control que incluya un examen biológico, funcional, mental y de autonomía.
Todos los factores ponen de manifiesto la necesidad de potenciar una educación gerontológica, basada en el concepto de la educación permanente o educación a lo largo de la vida.
El desarrollo de un buen envejecimiento viene condicionado por necesidades propias del ser humano en todas las edades, pero, en la vejez, lo dificultan los estereotipos o mitos que hay sobre esta etapa y que están enraizados en nuestro contexto cultural, que influyen no sólo en las personas mayores, sino también a nivel de toda la sociedad, tienden a aislar al anciano e inutilizarlo.
Es necesario hacer un especial hincapié en las características facilitadoras de un buen envejecer en las personas mayores.
Entre las que se encuentran las siguientes: Poder decidir el dominio sobre el propio cuerpo y la propia vida. Adaptación a las nuevas condiciones, biológicas y sociales, que la mayor edad trae consigo. Establecer vínculos de intimidad, afecto y cariño.
El grado de organización y complejidad del comportamiento diario de una persona es un aspecto que influye en la longevidad. El adulto mayor, cuando se jubila, debe tener un proyecto de vida y reestructurar su tiempo y su espacio y hacer que su tiempo sea de vitalidad personal.
Buscar nuevas metas, nuevos motivos de satisfacción y orgullo es un medio para conseguir ser feliz en esta etapa de la vida. Anclándose en el pasado, sólo se conseguirá frenar el desarrollo y acelerar la decrepitud.
Las teorías actuales destacan la necesidad de establecer una nueva cultura del envejecimiento, una cultura que considere a las personas de edad agentes y beneficiarios del desarrollo y una cultura que esté basada en un modelo de desarrollo, participación y autorrealización del ser humano en esta etapa de la vida.
Es necesario reconocer que el ciclo de vida consiste en una serie de etapas relacionadas entre sí y un todo integrado.
El bienestar de la edad avanzada depende en gran parte de las experiencias anteriores, es decir, de las posibilidades que se hayan tenido de llevar un estilo de vida sano, de la educación permanente y el desarrollo de aptitudes, de los incentivos para ahorrar, de los planes de pensiones y de las medidas para fomentar la creación de empresas y redes familiares y comunitarias que incluyan a personas de todas las edades.
Es necesario considerar la vejez como una etapa más de la vida de toda persona.
Gracias por leer este espacio.
Psicóloga y abogado María Quiroz.
Instagram: @mariaquirozr Correo electrónico: mariaequirozr@gmail.com
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