Mis adultos mayores: Depresión-Vejez

Para esta oportunidad, les traigo un enfoque psicoanalítico sobre la vejez. Es un estudio de Abel Fernández Ferman, denominado:“Psicoanálisis en la vejez: Cuando el cuerpo se hace biografía y narración”.

Dentro de su estudio, se encuentra un Capítulo que denomina: “Breve comentario sobre la interrelación Depresión-Vejez”, en el que señala que la depresión en personas mayores es más importante de lo que anteriormente se había pensado. A pesar de que la depresión es un problema habitual en personas de avanzada edad, un número importante no reciben tratamiento.

Afirma que para muchos autores es una tarea psicológica significativa esta etapa y consiste en el intento de contemplar la vida en su conjunto, con coherencia y aceptación. Si se tiene éxito culminará en la integridad del yo. Cuando la depresión domina, la persona puede ser vencida por la desesperación y la desesperanza.

Se acentúan los temores a la muerte y, aunque se pueda expresar desprecio por la vida, se continúa anhelando la posibilidad de volver a vivirla, en un nuevo comienzo que posibilite “la recuperación del tiempo perdido”.

En cambio, cuando impera la integridad, la persona posee la fuerza propia de su edad que habilita a una vida digna. El adulto “normal” sabe aceptar las limitaciones; sabe cuándo aceptar el cambio y cuándo oponerse al mismo.

Refiere el estudio que, cuando una persona mayor se deprime, a veces su depresión se considera erróneamente un aspecto normal de la vejez. La depresión, si no se diagnostica ni se trata, causa un sufrimiento innecesario para el anciano y para su familia.

Es frecuente que se busque ayuda en el médico que muchas veces carece de los elementos suficientes para una evaluación del estado psicológico, y solo le describen los síntomas físicos, siendo reacio a hablar de sus sentimientos de desesperanza y tristeza.

La persona puede no querer o no poder hablar de su falta de interés en las actividades normalmente placenteras, sus temores a las pérdidas de seres queridos o de su pena después de la muerte de alguien significativo, incluso cuando el duelo se ha prolongado por mucho tiempo.

Son muchos los factores capaces de desencadenar una depresión en la tercera edad, por ejemplo: Reacciones ante las pérdidas significativas de todo tipo, muerte de seres queridos a objetos valorados concretos o abstracciones equivalentes, así como el hecho no haber alcanzado ciertos logros que hace que el sujeto se sienta descontento consigo.

Los factores desencadenantes se conjugan con la estructura psíquica de la persona que envejece junto a los factores constitucionales, orgánicos y sociales. Estos elementos se combinan de manera variable en cada sujeto al modo de las “series complementarias” descritas por Freud.

Entre los factores referentes a pérdidas que pueden causar la depresión, se encuentran:

• – El cuerpo, con cambios que acontecen en el propio cuerpo (disminución de capacidades, deterioro, enfermedades crónicas, etc.).

• – La psique que viene a representar los que acontecen en el ámbito psíquico (enlentecimiento para adquisiciones intelectuales y nuevas destrezas, cambios de la estructura cotidiana del tiempo y las actividades, cambios en la afectividad, repercusiones de la muerte de un familiar próximo o de un amigo, repercusiones psíquicas de una enfermedad crónica, de dificultades económicas, etc.).

. – Lo social que acontecen en el área social (pérdida de vínculos, referentes laborales, problemas interpersonales, etc.).

Para finalizar, concluye que, en la tercera edad interactúan cambios que pueden ser pensados como pérdidas, tales como vivencias subjetivas de pérdida, que la persona sufre y que condicionan el estado depresivo como posible respuesta.

Frente a estas será importante considerar tanto el motivo u objeto de la pérdida, su significación subjetiva, como la reacción frente a esta.
Psicólogo Maria Quiroz.

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