Opinión

Mis adultos mayores: Bienestar emocional y adultez mayor

El bienestar emocional se relaciona con las emociones, estas son la base que impulsa la conducta, las actitudes y las relaciones con el entorno.
jueves, 29 febrero 2024

Hola, estimados lectores. Espero que todos se encuentren bien. Que Dios les llene de abundante salud.

Leeremos un poco sobre bienestar emocional, cómo se gestiona en la adultez mayor, para finalizar con El Decálogo del Bienestar, denominado así por Bisquerra (2006), que muestra indicadores para determinar un funcionamiento emocional adecuado.

Este concepto está referido al estado de ánimo que se caracteriza por sentirse bien, a gusto con nosotros mismos y con el medio que nos rodea, logrando sentirnos capaces de afrontar el día a día de una manera equilibrada.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar es un “estado de ánimo en el cual la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, trabajar productivamente y contribuir a la comunidad”.

En ese sentido, tener bienestar emocional puede parecer algo sencillo, pero no lo es; estará determinado por una serie de factores que van a incidir para que pueda lograrse esa sensación de armonía.

El bienestar emocional se relaciona con las emociones, estas son la base que impulsa la conducta, las actitudes y las relaciones con el entorno. Las emociones son mecanismos que nos sirven para reaccionar rápidamente ante los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor.

El psicólogo Daniel Goleman, define a las emociones como impulsos para la acción, razón por la cual el bienestar en el estado emocional determina la disposición anímica para transitar los procesos de la vida y, aún más, para desarrollar la capacidad humana natural para enfrentar situaciones adversas o complejas hoy conocida como resiliencia.

Para el psicólogo existen seis emociones básicas: miedo, aversión, sorpresa, alegría, ira y tristeza.

Las emociones no se clasifican en buenas y malas, puesto que dependen de nuestras experiencias anteriores y el momento presente.

El momento presente lo determina la experiencia de vida, la edad y el contexto sociocultural de cada persona. Saber gestionar estas dimensiones es la clave para lograr alcanzar el bienestar emocional.

Además de las emociones básicas, Goleman, señala que existen emociones secundarias, las cuales a diferencia de las básicas, son aprendidas a lo largo de la vida y generalmente son la mezcla de dos emociones.

Por ejemplo, la vergüenza puede surgir de la culpa y el miedo; los celos, del amor y el miedo.

Algunas de las emociones secundarias reconocidas son: culpa, celos, resignación, angustia, incertidumbre, indignación, soledad y odio.

La emoción es una compleja combinación entre lo que percibes, cómo reacciona tu cuerpo y lo que te motiva a actuar (acción-reacción). Todo ello produce en las personas un estado psicológico global que puede ser positivo o negativo, de poca o mucha intensidad y de corta o larga duración y que produce una expresión gestual que puede ser identificada por las demás personas.

En cuanto a la adultez mayor, el bienestar emocional es de especial particularidad, pues, la tercera edad es una etapa en la que la emocionalidad cambia a partir de una serie de factores que determinan la sensación de bienestar.
Estos factores van a estar representados por: El temperamento, la cultura, la crianza, la experiencia de vida, entre otros, como factores internos, a lo que se le suma aquellos factores externos y de interacción con el contexto que inciden en la sensación de estar en armonía o no.

Para Carmona (2009), “el bienestar en la vejez se deriva de diversos factores —no solamente biológicos — sino también sociales y personales en su construcción”.

Asimismo, resalta la importancia de la vida en la sociedad como una forma de mantener y disfrutar el bienestar en la vejez.

Las emociones cumplen la función de adaptarnos a nuestro entorno, no son buenas ni malas, son señales de información acerca de lo que nos rodea y de nosotros mismos.

Lo que sí es calificado como positivo o negativo es la valoración de las personas sobre lo vivido y las emociones ligadas a esas vivencias.

Cuando tenemos una valoración personal positiva o salud mental positiva, se refleja en la capacidad de los adultos mayores de reducir un estado de ánimo deprimido, atenuando así las emociones de tristeza.

Para finalizar, les dejo el decálogo de Bisquerra (2006) para tener bienestar:

1) Actitud y pensamiento positivo;

2) reconocer los propios sentimientos y emociones;

3) capacidad para controlar sentimientos y emociones;

4) empatía;

5) ser capaz de tomar decisiones adecuadas;

6) motivación;

7) autoestima;

8) saber dar y recibir;

9) considerar la felicidad como prioridad;

10) ser capaz de superar las dificultades y frustraciones.

Nos leemos el próximo viernes.

Psicóloga y abogado Maria Quiroz.

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