Opinión

Mis adultos mayores: Ancianidad, ¿enfermedad?

La otra gran figura de la medicina antigua, Galeno (131-201 d.C.), fue uno de los mayores defensores de la idea de que ancianidad y enfermedad no eran sinónimas.
viernes, 23 agosto 2024

Hola, espero que todos estén muy bien. Para hoy les traigo este polémico tema: La vejez como enfermedad: un tópico acuñado en la Antigüedad clásica. Un estudio de Alfonso López-Pulido, doctor en Historia Antigua. La Rioja. España, (2018).

El estudio revela que la afirmación aristotélica dio comienzo a un debate sobre la vejez y la enfermedad polarizado en dos visiones: La que considera a la ancianidad como una fase más de la vida, en donde los cambios no constituyen en sí una enfermedad, y la que sostiene que la vejez es una enfermedad.

En la Antigüedad se preguntaban si la vejez constituía un estado normal o patológico. De allí, el convencimiento de que la vejez es sinónimo de enfermedad, o un cúmulo de ellas, lleva a otro tópico, aún más antiguo: es preferible vivir menos años sin enfermedades que alcanzar una vejez llena de achaques.

Ya en el año 460-377 a.C. le correspondió a Hipócrates desarrollar teorías médicas sobre el envejecimiento, que mostraron que no era otra cosa más que evolución natural, física e irreversible, tratándose de un mal que no puede remediarse, si lo que se pretende es obtener una cura que consiste en que la persona vuelva a ser joven.

Los tratadistas antiguos señalaban enfermedades comunes en los ancianos, tales como amígdalas, luxaciones de las vértebras cervicales, asma, cálculos, lombrices intestinales, neumonías, diarreas crónicas, cólera, disentería, dolor de pleura.

Otras dolencias, entre las que se encuentran las apoplejías, disneas, catarros, estrangurias, dolores de articulaciones, mareos, vértigos, cálculos renales, mal estado de cuerpo, dificultades para conciliar el sueño, humedades de vientre, sorderas, eran explicadas por un exceso de frío, especialmente del cerebro, porque consideraban a este como el centro del frío en el cuerpo, con la función de refrescarlo.

Un exceso de enfriamiento, hace que el cerebro se irrite, y es víctima de espasmos, que hacen que la inteligencia se embote.

La otra gran figura de la medicina antigua, Galeno (131-201 d.C.), fue uno de los mayores defensores de la idea de que ancianidad y enfermedad no eran sinónimas.

Señalaba que la vejez, por muy bueno que fuera el estado del anciano, conlleva siempre problemas, pues, aunque el cuerpo senil cumpla todas las funciones, ninguna la tiene perfecta y robusta, porque no puede negarse que la presencia de enfermedades crónicas y el riesgo de padecer ciertas enfermedades agudas aumentan considerablemente con la edad, unido a la disminución de la fuerza corporal.

Explica que el propio proceso de envejecimiento provoca un deterioro funcional a nivel fisiológico, por lo que la dificultad radica en que la mayoría de las enfermedades se producen por una alteración en los sistemas fisiológicos y ello hace que, durante la ancianidad, sean más comunes una serie de patologías, por lo que es extremadamente frágil la frontera entre la fisiología y la patología.

Resalta, de una forma particular, el pulso lento, las pérdidas de memoria, las atrofias muscular y cutánea, la involución de los órganos genitales femeninos, la menopausia, la anorexia, el adelgazamiento, la pérdida de la motricidad, el debilitamiento sensorial y la caída de los dientes.

Le debemos a Galeno, en su obra, Sobre la conservación de la salud, el estudio de la naturaleza física de la senectud en la antigua Roma, aunque no le haya dedicado un tratado específico.

Partiendo de la doctrina de la patología psicológica y humoral, formuló la primera teoría completa del proceso de envejecimiento. Se basa en la existencia de dos tipos primordiales de enfermedades: aquellas que no pueden evitarse y tampoco curarse (causas intrínsecas), vinculadas al propio proceso degenerativo, y aquellas dolencias que pueden ser evitadas y cuidadas, (extrínsecas).

Esta teoría hace que sostenga que la ancianidad no es una enfermedad, puesto que ésta es algo contrario a la naturaleza, mientras que el envejecimiento es una fase más del proceso natural de todo ser vivo.

Verdades absolutas, verdades relativas. La idea es aprender y cuestionar, sin imponer criterios, ni llegar a discusiones banales. La vejez, enfermedad o no, es irreversible y se produce con el transcurrir del tiempo.

Hasta la próxima columna. Muchos cariños desde mi rinconcito, mi espacio para estudiar y escribir para Uds.

Aprecio sus comentarios, inquietudes o sugerencias a través del correo electrónico mariaequirozr@gmail.com o mi cuenta Instagram @mariaquirozr.

Psicóloga y abogado, María Quiroz.

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