Opinión

Mente de mono

A pesar de los escépticos, quienes llegaron incluso a pedir que fuera sometido a investigación bajo condiciones controladas, millones de personas en todo el mundo aceptan su palabra.
lunes, 03 octubre 2022

En cierto canal de televisión transmitían un programa llamado Creencias, en el que un panel de representantes de diferentes religiones participaba en debates donde cada uno explicaba y defendía su credo.

Consciente de que opinar en esta materia puede ser complicado, pero también de la posibilidad, del derecho y la capacidad que tenemos todos de abrir la mente más allá de los dogmas religiosos, decidí utilizar este espacio para tratar brevemente el tema, con especial referencia a la así llamada por Sai Baba, la mente de mono.

El periodista R. K. Karanjia escribió Dios vive en India, libro basado en la entrevista que le hiciera a Baba en 1976, en su pueblo de Puttaparthi, donde siendo el niño de trece años Sathya Narayana Raju proclamó entre otras cosas, que él era Sai Baba, y que había venido a reparar la antigua autopista que conduce al hombre a Dios.

A pesar de los escépticos, quienes llegaron incluso a pedir que fuera sometido a investigación bajo condiciones controladas, millones de personas en todo el mundo aceptan su palabra.

Es lógico pensar que todos los panelistas del mencionado programa de televisión tenían una orientación en común: hacer el bien. Sin embargo, por la vehemencia con que los veía hacer sus exposiciones y responder las preguntas del público, parecía no caber duda sobre la potencial existencia de varias clases o tipos de bien, según se profese una u otra religión, o que aquel bien debería ser el explicado y sustentado por la religión particular de cada uno.

Igual cuando hablaban por ejemplo sobre el pecado de la avaricia, explicado por Baba mediante la alegoría de la mente de mono, que es una mentalidad que usan los campesinos indios para atrapar a los primates, colocando un pote grande con boca pequeña, lleno de la comida que más les gusta. El mono mete la garra y toma la mayor cantidad de comida, lo que luego le imposibilita sacarla, si bien con solo soltar el exceso que agarró podría liberarse. Al final es atrapado, pero –dice Baba- se ha atrapado a sí mismo.

Entendemos que la mencionada alegoría es presentada al modo de cada religión, como una de las tentaciones ante las que no se debe sucumbir, pero confieso que no es fácil captar la diferencia de fondo entre lo que dice una y lo que establecen las otras en ese sentido.

De qué se trata entonces: ¿De quién lo dijo primero; quién lo dice mejor; o de por qué lo dice?

¿Hará falta tanto debate? La respuesta parece ser sí, y para siempre, sobre todo en lo que respecta a la mente de mono.

viznel@hotmail.com

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