Luisbi Portillo
Esta semana que pasó, muchos amigos y conocidos, gente de la izquierda, junto a activistas ecologistas y solidarios con la lucha de los pueblos indígenas, hicieron unos pronunciamientos muy válidos y pertinentes para resaltar la trayectoria de una persona a quien aún con diferencias, seguramente por falta de comunicación y por la efervescencia de la política, no hemos tenido una relación directa.
En alguna oportunidad, mientras visitaba como gobernador a la comunidad de Kasmera, en la Sierra de Perijá, como en muchos recorridos ocurrió, sentí la presencia del profesor Lusbi Portillo en una siembra de piña trujillana en la falda de la montaña. Les pregunté a los familiares de Sabinito y alguien me comentó que era una iniciativa de Lusbi con el apoyo del flaco Prada, como le conocimos muchos. Me impresionó ese esfuerzo de soñadores que practican la revolución al margen de gobiernos y formas. Sentí la relación de espíritu que por la vía del Flaco y de Douglas y luego de Kleber Ramírez, vino a Hugo Chávez y al MB 200.
Entonces, sabiendo que aquella forma de ayudar a los Yukpas del Yaza, tenía esa procedencia, no me quedo más que enviar a comprar unas máquinas desmalezadoras para limpieza de aquel sembradío de piñas. Una manera de sumarme a esa tarea tan solidaria.
Ni el flaco Prada, ni Lusbi Portillo eran, ni son de la CIA. Podemos no estar de acuerdo con sus planteamientos sobre el carbón y la minería, podemos diferir, pero no tenemos, al menos yo, lo asumo, autoridad para descalificar la lucha de una vida de seres humanos que no se han enriquecido, que tiene la suela de sus zapatos rotos, que son revolucionarios de verdad. Solitarios, y trashumantes, como Simón Rodríguez.
Desde estos espacios fuera de Venezuela, afirmamos que Lusbi Portillo, a nuestro entender, con los conceptos que compartimos con Chávez por más de cuarenta años, es un verdadero revolucionario. No es un agente de la CIA, es un hombre bueno y sencillo, con quien hubiera querido entenderme mucho más para construir revolución en el Zulia, dignificando a los yukpas, dignificando a los bari, ocupándonos de los japreira.
Necesitamos entendernos y respetarnos entre nosotros, no agredirnos ni separarnos. La circunstancia obliga para la unidad, empezando desde los propios amigos y aliados.
Muchos seres humanos plenos, como es el caso del profesor Lusbi Portillo, son indispensables. Marcándolos, señalándolos, descalificándolos no ganamos nada, perdemos la esencia de humanos, amantes de los animales, de las plantas, de los indios, que debe ser llama y brasa para hacer la revolución que necesitamos en el Zulia, en Venezuela y en el mundo.
FRANCISCO J. ARIAS CÁRDENAS
fariascardenas@gmail.com
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