Los chinos, la OMS y la pandemia

Los chinos, la OMS, los medios de comunicación social y la ineptitud, se valieron del terror, para crear una pandemia y un caos económico mundial.

Veamos: los chinos que (según algunos, desarrollaron y propagaron el covid-19), dicen que los primeros casos se dieron en diciembre del 2019, en la ciudad de Wuhan, China.

Después de incuestionables evidencias, quedó claro que se trataba de un virus muy contagioso y que no se tenía la vacuna para combatirlo, por lo que la única forma de salvaguardar la vida humana, era aislándola compulsivamente, en sus hogares. Esa misma versión, la dio, igualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta entonces, organización honorable, para la mayoría de los ciudadanos del mundo.

El covid-19, catalogado como altamente contagioso y mortal, intimidó a los ciudadanos y a los gobiernos del planeta, quienes optaron por seguir el ejemplo Chino: “decretar cuarentena y aislamiento del individuo en su hogar”; es decir, que la gente, ya no podría asistir al trabajo, y por el contrario, debía quedar recluida en sus casas paralizando la economía.

Cuando el covid-19, atacó a Italia, luego a España y así sucesivamente, a todos los demás países del mundo, sus gobiernos, tomaron la misma decisión: aislar al individuo.

Para marzo, teníamos una población universal, aterrada y recluida, y a unos gobernantes, acobardados e inmovilizados.

Súbitamente, iniciándose el mes de abril, médicos Italianos, salen diciendo que el covid-19 no ataca al sistema respiratorio, como decían los chinos, sino que produce microtrombos y que la muerte sobreviene por problemas cardiovasculares; que la cura, es tomar ibuprofeno, antiinflamatorios y anticoagulantes; paradójicamente, esta cura se recomienda después de haberse practicado unas 50 autopsias y después de que ya habían fallecido miles de ciudadanos; o sea que, ¿fueron estas las primeras autopsias efectuadas?

A estas alturas, tenemos al mundo entero, con pocas excepciones, paralizado por el miedo, ignorante de la naturaleza de la enfermedad y a una población aterrorizada y con gobiernos arrinconados.

Mientras tanto, los medios seguían difundiendo noticias de infectados, fallecidos y con la frustración de no tener cura.

La pregunta que vale la pena hacerse es, ¿cuáles son las verdaderas razones por las cuales fallece el ser humano? ¿Deficiencias respiratorias o cardiovasculares? ¿Como se explica que después de miles fallecimientos no se hubiesen efectuado autopsia alguna? ¿Ignorancia o negligencia? ¿O es que tampoco, esto de las autopsias, es cierto? ¿Es esta una enfermedad tan grave que amerite paralizar la economía mundial, sin que un organismo con conocimiento y autoridad, hubiere intervenido, señalando cual era la realidad?

Cabe también preguntarse, ¿Para qué existen los cientos de laboratorios en el mundo, privados y del Estado?, ¿Dónde está la ética, no solo de esas organizaciones, sino la de la más destacada e importante del planeta, como es la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD? ¿Es esta una organización sin las neuronas calificadas necesarias, o es una “alfombra” que solo sirve intereses políticos?

Los pueblos debemos abrir los ojos, porque estas dos importantísimas instituciones nos han fallado, cuando menos pudieron hacerlo: la OMS y los medios; el primero, porque no cumplió con su mayúscula obligación de investigar, informar y de ayudar a frenar la pandemia.

Por su parte, el segundo, globalmente se comportó como prensa amarillista, sin investigaciones adecuadas, ni búsqueda de la verdad. Por el contrario, se convirtió en una herramienta reproductora del terror e involuntariamente, en algunos casos, en aliados de la manipulación y la mentira. De esta experiencia, debemos aprender que el individuo sigue siendo responsable de su destino y que el mismo, no puede ser totalmente delegado a gobierno o institución alguna, pues estos sirven primero, a sus intereses y no al del ser humano.

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