Llamado a la integración

En tiempos de fragmentación social, el fútbol de salón se alza como un espacio fértil para la integración, tanto en el ámbito nacional como internacional. Este deporte, nacido en las calles y canchas de concreto, tiene una esencia inclusiva que invita a compartir, competir con respeto y crear comunidad.
A diferencia de otras disciplinas, su sencillez logística lo hace accesible, ya que, basta un balón y una voluntad compartida para comenzar a tejer lazos. Sin embargo, la integración no surge de forma automática; requiere intención, organización y compromiso desde las bases hasta los niveles federativos. Hoy más que nunca, el fútbol de salón necesita convertirse en un punto de encuentro para unir, no para separar.
En Venezuela, el fútbol de salón ha sido históricamente un motor de identidad popular. Desde las barriadas de Caracas hasta los pueblos del sur del estado Bolívar, este deporte ha permitido que jóvenes de diferentes realidades sociales se encuentren y se reconozcan en la cancha. Pero aún hay brechas por cerrar: mujeres con talento que no encuentran equipos para desarrollarse, regiones olvidadas sin infraestructura mínima, y atletas que abandonan por falta de oportunidades.
La integración nacional pasa por visibilizar esas desigualdades, articular esfuerzos y construir una política deportiva inclusiva y sostenible. No se trata solo de competir, existe un alcance más atractivo, se trata de pertenecer.
A nivel internacional, el fútbol de salón también enfrenta el reto de integrar esfuerzos dispersos. Existen múltiples organismos y diferencias reglamentarias que fragmentan el desarrollo global de esta disciplina. Mientras algunos países logran altos niveles de profesionalización, otros luchan por sostener torneos amateurs con recursos propios. La integración internacional exige diálogo, respeto por las realidades locales y una visión compartida del futuro del deporte. No basta con organizar mundiales, es necesario construir puentes entre culturas, proyectos de formación conjuntos y espacios donde el fútbol de salón sea reconocido como una herramienta social y no solo como un espectáculo competitivo.
La necesidad de integración también implica reconocer y fortalecer a quienes hacen vida desde la base, es el caso de los clubes comunitarios, entrenadores voluntarios, glorias deportivas que siguen aportando desde el anonimato. Ellos son el alma del fútbol de salón en sentido general. Su trabajo debe articularse con políticas públicas, apoyo privado y plataformas internacionales que potencien sus logros. La integración real se da cuando todos los actores se sienten parte, cuando el talento de un niño en una cancha improvisada puede conectar con una oportunidad concreta. El deporte se convierte entonces en una red viva que abraza, forma y transforma.
El fútbol de salón tiene el potencial de ser un verdadero puente entre personas, culturas y generaciones. Pero para ello, necesita voluntad integradora en todos sus niveles. Venezuela y el mundo deben entender que este deporte va mucho más allá del gol, es convivencia, identidad y esperanza. Integrar no es un lujo, es una urgencia. Que el balón no deje de rodar en ninguna cancha, y que, al hacerlo, nos recuerde que jugar juntos siempre será mejor que jugar solos.
Amigas, y amigos lectores muchas gracias por la disposición a la lectura del presente espacio, será hasta la próxima entrega con el favor de Dios. Para contactos pueden hacerlo por @Joseceden o por Facebook / José E Cedeño Gonzalez (El hijo mayor de Otilia Gonzalez).
Ten la información al instante en tu celular. Únete al canal de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://
También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí: https://t.me/