Opinión

Lecturas de papel: La guerra de los metales

“Ahora el pueblo Pemón, habitantes de La Gran Sabana, al sur de Venezuela, se encuentra en pie de guerra”
Juan GUERRERO
miércoles, 06 marzo 2019

Los pueblos indígenas venezolanos mantienen una resistencia activa/pasiva desde hace poco más de 100 años. Generación tras generación se han estado enfrentando al Estado venezolano desde diferentes maneras y siempre por una razón básica: oponerse a ser despojados de sus territorios ancestrales.

Los indígenas Waraos, en el Delta Amacuro, los Göajiros, Barí y Paraujanos en el Zulia. Los Kariña en la Mesa de Guanipa del estado Anzoátegui, o los Yanomami al sur del estado Amazonas. Todos ellos en gran parte diezmados por ganaderos, mineros o terratenientes que los han querido expulsar de sus territorios.

Ahora el pueblo Pemón, habitantes de La Gran Sabana, al sur de Venezuela, se encuentra en pie de guerra por una avanzada de terrófagos nacionales y extranjeros, quienes, bajo la excusa de evitar la ayuda humanitaria para las poblaciones, tanto indígenas como criollas, están exterminando poblaciones enteras donde habitan los pemones.

Este crimen, que ya debe entenderse como un genocidio y etnocidio, se está presentando en forma de agresión de Estado contra toda la población indígena que ocupa desde hace miles de años la zona que es el segundo parque natural más extenso del mundo.

No es gratuito que esto ocurra. La criminal agresión se evidencia ahora por la coyuntura que representa la llamada Ayuda Humanitaria que varios países han aportado para paliar la abierta y ya evidente alarma de muerte de niños, ancianos y enfermos por falta de alimentos y medicinas.

Es por esta situación que se hace público y comunicacional, tanto para la población venezolana como internacional, la realidad de una zona poblada por indígenas y criollos, donde las masacres a grupo de personas son cada vez más rutinarios. Ahora se agregan poblaciones enteras, como está ocurriendo con las comunidades indígenas y algunas pequeñas poblaciones, como son El Dorado, Tumeremo y Santa Elena de Uairén.

La alarma iniciada por la masacre a los indígenas de la etnia pemón no es nueva. Tampoco las masacres en los poblados aledaños, donde se han encontrado fosas comunes y donde se cuentas decenas de personas asesinadas, incluyendo mujeres, ancianos y niños.

Desde hace varios años periodistas de investigación, diputados, líderes comunales, sacerdotes, académicos y articulistas, hemos estado alertando de esta espeluznante situación donde existen zonas ocupadas por grupos/mafias, tanto del narcotráfico como paramilitares (guerrilla del Ejército de Liberación Nacional colombiano y terrorismo internacional, Hezbolá, medioriental) en la extracción de minerales preciosos (oro, diamante, esmeralda, rubí) y estratégico (uranio, coltán).

También resulta de peligro inminente la ubicación geográfica donde se están desarrollando estos enfrentamientos: La zona sur-este de Venezuela. Es donde se presenta desde hace largo tiempo un conflicto de reclamación territorial (Guyana-Venezuela) y la constante presencia, tanto en suelo fronterizo como en las mismas minas de oro, diamante y coltán, de cubanos-castristas, iraníes y árabes. Esta “zona de nadie” está siendo resguardada por quien presenta mayor capacidad de personas y equipo bélico. Por otra parte, es bueno advertir el apoyo que Cuba está brindando al gobierno Guayanés, en lo diplomático, frente al derecho venezolano por el territorio de nuestra Guayana Esequiba.

Un macabro juego de hipocresía donde, por un lado brindan apoyo interno a los grupos de pandilleros instalados en Miraflores-Fuerte Tiuna, mientras por otro, se alinean con el gobierno guyanés y sus pretensiones de anexarse un territorio que es venezolano.

No es gratuito lo que está ocurriendo al sur de Venezuela donde toda una etnia, la pemón, junto con el resto de las poblaciones fronterizas hacia Brasil, están resistiendo las masacres que los grupos de narcotraficantes y el paramilitarismo, con la complacencia, por acción/omisión, de las fuerzas militares-policiales venezolanas, están ocasionando, tanto a los ciudadanos como al ecosistema de ese inmenso parque nacional.

La herida que se está ocasionando a la fragilidad de ese sistema natural ya ha sido advertido por instituciones de prestigio internacional, como el Centro de Investigaciones Antropológicas de la Universidad de Guayana, así como los asesinatos recientes, vejaciones, torturas, tratos crueles, desapariciones, y desplazamiento de poblaciones enteras fuera de sus espacios naturales, denunciado por organizaciones de derechos humanos.

Los indígenas que habitan en el territorio venezolano y concretamente, el pueblo pemón, necesitan nuestro apoyo y solidaridad. Una vez más se levantan contra la injusticia de quienes buscan desplazarlos de sus tierras ancestrales.

Ellos, como el resto de las poblaciones de la Guayana venezolana, están resistiendo a las agresiones de los grupos armados que se están apoderando hasta de su libre circulación y desplazamiento, y fijan cuotas de entrada y salida (vacunas) a las zonas mineras.

Ellos no se ven como víctimas sino como un pueblo que está siendo agredido y por lo tanto, están en su derecho a la legítima defensa. Sus flechas y lanzas son sus armas frente a la implacable arremetida, con tanquetas, bombas lacrimógenas, y disparos de armas de guerra que dan como evidencia, el asesinato de 6 indígenas, más de 20 heridos y decenas de apresados, torturados y desaparecidos.

Impedir la entrada de la ayuda humanitaria al sur de Venezuela, por el régimen pandillero que encabeza Maduro, fue un pretexto para acelerar la masacre al pueblo pemón, para desplazarlos de sus tierras y apoderarse de sus riquezas. @camilodeasis

 

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