Opinión

Lecturas de papel: El fracaso histórico de la izquierda

El socialismo y sus varias nomenclaturas, sobre todo aliado al populismo, destruye todo principio y valor humano.
Juan GUERRERO
miércoles, 22 julio 2020

En escritos anteriores hemos afirmado que el comunismo/socialismo/progresismo es la ideología de la marginalidad. Esto resulta así, al menos en Latinoamérica y el Caribe, por varias razones que de manera sucinta expondremos.

Presentada a través de estos dos últimos siglos, los movimientos de la izquierda resultan todos consecuencia de ciertas reivindicaciones sociales.

Estos reclamos de algunos sectores sociales, si bien son válidos y justos, al ser asumidos por los liderazgos de izquierda, formados como grupos de reclamos, en la práctica, afirman una de las características más oscuras de la mente humana: el resentimiento social.

Por ello, la gran mayoría del liderazgo izquierdista latinoamericano es esencialmente resentido, por lo tanto, vengativo y para ello, resalta siempre en su hacer la búsqueda de la justicia social por la vía violenta. Para ello, utiliza la simbología de una historia, que, sólo ellos la poseen, de la victimización, el martirio y en consecuencia la construcción de una heroicidad que, manejada siempre por vía de la emocionalidad, lleva a la paranoia sobre la cual siempre surge el líder eternizado como un evangelizador, un tótem que formará una falsa sociedad igualitaria.

Ese es el sueño sobre el cual la humanidad ha visto desfilar maltratadores de oficio que han condenado a millones de seres humanos en nombre de una sociedad que sólo ha existido en la mente de unos izquierdistas que construyeron una doctrina en las mesas de recintos intelectuales, bares y cafés, en el siglo XIX.

El socialismo y sus varias nomenclaturas, sobre todo aliado al populismo, destruye todo principio y valor humano. Corrompe en nombre de una justicia que es venganza barbárica. La corriente izquierdista en América Latina y el Caribe ha ganado terreno porque encuentra en un alto porcentaje de la población, el caldo de cultivo para inocular el germen del resentimiento social.

Insistir una y otra vez, sobre el trillado tema de crear la imagen del malo, quien te ha robado y marginado, en quien ha progresado, se ha educado y es un ser exitoso. Quien resulta ser un individuo que se ha esforzado en ser alguien en la vida, es visto como enemigo por un falso grupo de seres, que se juntan para sobrevivir en la miseria de sus frustraciones.

Por eso el socialismo/comunismo/progresismo rechaza la idea de lo individual (no individualismo), de quien afirma su identidad con rostro propio y se independiza y alcanza el ideal de ser ciudadano y abandona el espacio del mero ser habitante del “rancho mental” donde se iguala con sus pares marginales.

Porque la marginalidad es, fundamentalmente, un estado mental, una anomalía espiritual que debe ser superada. Ningún dios sobre la tierra, ningún maestro espiritual, ningún santo ni monje, han sido seres pobres ni mucho menos marginales. En todos ellos lo que sobresale son rasgos de riqueza: por formación, por gracia de alguna divinidad, por reconocimiento, por espiritualidad y pedagogía, y en menor grado, por acumulación de bienes materiales.

El socialismo, como pensamiento marginal, encuentra en el populismo la estrategia exacta para desatar la deshonestidad en la población latinoamericana y caribeña. El social populismo es un mal hábito, una mala actitud. Niega el esfuerzo individual y colectivo. Estigmatiza y condena el éxito individual.

Todo socialista-populista, en función de su promoción, busca disfrazarse de pueblo, asume conductas impropias de la tradición cultural y busca juzgarlas, en nombre de la justicia social. Vemos ahora como han surgido estos neo grupos que se dicen antirracistas, pro derechos de las minorías sexuales o de la mujer. En todos ellos, el sentido de la venganza es evidente. Se menosprecia y en el fondo, se envidia el logro del Otro-diferente.

El social-populismo crea estigmas sociales, rechaza las virtudes ciudadanas porque su interés es perpetuar su control sobre la población inculta e ignorante. El social-populista envidia la riqueza material y menosprecia la riqueza intelectual y académica. El ejemplo más ilustrativo de ello ha sido el despido, con pito en mano y por televisión, que en su momento ejecutó en militar, Hugo Chávez, siendo presidente de Venezuela, cuando dio la orden de despedir a poco más de 20 mil profesionales petroleros. Con un promedio de 10 años de experiencia, se barrió el cerebro de la industria petrolera venezolana. A la fecha, una de las primeras cinco industrias petroleras del mundo, se encuentra técnicamente paralizada.

Así funciona, en líneas generales, el llamado socialismo/comunismo/progresismo con el impulso populista. Esta pseudo ideología, creada por intelectuales/académicos, y sin piso social real, es, realmente, el recinto de la mentalidad marginal y de marginales, quienes, como modernos bárbaros, andan por el mundo destrozando el esfuerzo individual y colectivo del progreso humano.

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