Opinión

Las misiones capuchinas en el territorio Esequibo

Inclusive se negaron aceptarlas en las discusiones presentadas ante el tribunal de arbitraje, los ingleses llegaron al colmo de desconocer las construcciones que servían de fortificación a los misioneros.
miércoles, 07 febrero 2024

La Corona Española a mediados del siglo XVII en su proceso de conquista y colonización en Venezuela, había encargado a las misiones el doble propósito de actuar como evangelizadora y protectora de los colonizadores.

Esta institución misional para sus propósitos debía someter y reducir a los indígenas y de esta manera incorporarlos a las tares propias de la producción agrícola y pecuaria que sirviera de sustento para los asentamientos de los grupos colonizadores.

Es importante resaltar que siguen siendo los acontecimientos que ocurren en Europa los que determinan el dominio de la estructura territorial en la Guayana de los siglos XVII y XVIII.

En el caso concreto de España, los aspectos políticos estuvieron determinados por la guerra entre los reinos de Habsburgos y Borbones siendo estos últimos los que controlaron el poder, lo que permitió que Catalunya a pesar de pertenecer al reinado de Habsburgos logró aliarse a los Borbones por lo que consigue la aprobación de la Corona española del mercado de las tierras que estaban por conquistar y colonizar.

En el caso concreto de la Guayana española, este acometido se realizó con el auspicio de los grupos de Misioneros Capuchinos Catalanes, aproximadamente hacia los años de 1670 a 1680.

Sin embargo, muchos autores coinciden en señalar que, para el año de 1718, la Misión de Suay fundada entre los ríos Caroní y Orinoco sirvió para la cría de ganado como principal actividad económica, tan necesaria para el sustento de los pueblos misionales establecidos al interior de la región.

Es así como los misioneros van a contar con una logística alimentaria que les va a permitir mantener controles territoriales, impidiendo que los indios caribes acompañados de los holandeses y por otro lado los portugueses pudieran penetrar hacia nuestro territorio, de allí la importancia histórica que tuvieron las misiones en el control del Esequibo.

Una vez garantizado los aspectos relacionados con la alimentación los misioneros catalanes se posesionaron en las adyacencias al Cuyuní, sitio estratégico para el control de los grupos holandeses y caribes que pretendían tomar el territorio de la Guayana.

Es importante destacar que toda esta planificación obedecía a las directrices que había diseñado la corona española para tener control de sus espacios geográficos, estos cambios implicaron que los misioneros sometieran a la población de los indígenas, incorporándolos a la preparación de la tierra y a la cría de animales que les permitiera su abastecimiento.

Sanoja y Vargas en relación a lo planteado señalan lo siguiente los “capuchinos catalanes, por su parte, representaban la implantación de la modernidad capitalista de la Ilustración, lo cual requería la transformación de las comunidades aborígenes en una fuerza laboral entrenada y organizada para la producción de mercancías”. (P.147)

Los holandeses veían con recelo y preocupación toda la capacidad a la que habían llegado los misioneros catalanes, al punto de pronunciarse de manera oficial ante sus instancias gubernamentales, tal como lo señala Donis .

“Esto alarmó al gobernador de Esequibo, Storm van Gravesande, quien en repetidas cartas a la Compañía de las Indias Occidentales pidió que se fijase un límite por el occidente entre la colonia de Esequibo y la provincia de Guayana, advirtiendo el peligro que significaba tener en su cercanía a las misiones capuchinas” (.p.35).

Lo anterior demuestra que para esa época ya la Guayana española tenía control al Oeste del Esequibo como los hemos venido señalando en artículos anteriores.

Era tan fuerte la presencia de los misioneros al Occidente del río Esequibo que los ingleses se negaron a reconocer los documentos geográficos y cartográficos que poseían los catalanes como pruebas para demostrar que ellos estaban dentro de este territorio.

Inclusive se negaron aceptarlas en las discusiones presentadas ante el tribunal de arbitraje, los ingleses llegaron al colmo de desconocer las construcciones que servían de fortificación a los misioneros. El fortín del Curumo es la mejor evidencia de lo señalado, como muy bien lo desglosa Donis.

“Con razón los ingleses intentaron disminuir, o negar, incluso en sus alegatos en el Tribunal de Arbitraje, la labor geográfica y cartográfica desarrollada por los misioneros. Particularmente se negaron en reconocer la existencia del fortín del Curumo, construido en la zona de contacto entre el Esequibo y el Caroní, a través del Cuyuní, vía natural de penetración desde y para la colonia de Esequibo”. (Donis p.35)

Continúa señalando Donis: “Para 1792 se había construido un fortín en dicho sitio, frente a la boca del río Curumo, hoy en territorio usurpado a Venezuela mediante el Laudo Arbitral, y arbitrario, de París de 1899. Este dominaba, gracias a su situación privilegiada los cursos alto y medio del Cuyuní, principal vía de penetración caribe-holandesa a la Guayana española. (p.p. 36-37). Lo expresado aquí demuestra una vez más como Gran Bretaña usurpó los territorios de la Guayana Esequiba”

Pablo Ojer al referirse a lo señalado anteriormente expresa “Para cuando Holanda entregó a Inglaterra su Guayana, ésta había perdido el impulso expansionista que había adquirido su momento culminante antes de la administración de Van´s Gravesande”. (secretario de las compañías de las Indias Occidentales, gobernador o comandante. 1743-72). Los ingleses no sólo no la extendieron más allá de los puestos holandeses, sino que incluso habían dejado morir en el abandono los pocos puestos que al occidente del Esequibo mantenía Holanda al finalizar el siglo XVIII”. (Ojer P. p.11., 1969)

“En vano apeló Venezuela. El mismo Robert Schomburgk había visitado en 1841 las ruinas del fortín, ubicándolo, tanto en sus informes como en los mapas, en el lugar indicado por fray Mariano de Cervera en su croquis. No obstante, a pesar de haberse reconocido la evidencia de su ubicación en suelo venezolano, el fortín quedó en territorio Esequibo y como en el resto de la línea que se fijó en el Laudo Arbitral, y arbitrario de 1899, los derechos venezolanos fueron sacrificados en aras de la línea Schomburgk. Inglaterra no estaba dispuesta a permitir que los Estados Unidos de Venezuela siguieran controlando un territorio rico en oro como se pensaba entonces”. (Donis p.38)

“En junio de 1803, Gran Bretaña ocupa la región situada entre los ríos Esequibo y Demerara y se mantiene allí hasta que el 13 de agosto de 1814, se firma el Tratado de Londres, por el que Holanda se ve obligada a ceder los establecimientos de Demerara, Esequibo y Berbice, aproximadamente unas 20.000 millas cuadradas, alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados.

Estos tres territorios cedidos, todos al este del río Esequibo son fusionados bajo el nombre de “Guayana Británica” el 31 de julio de 1831”. (DALLANEGRA)

Como se puede observar a lo largo de este artículo, la presencia de los Misioneros Capuchinos Catalanes jugó un papel importante en el control y dominio de lo que es la actual Guayana Esequiba, evidenciado en el conjunto de actividades económicas que de manera próspera se habían realizado para finales del siglo XVII al Oeste de territorio del río Esequibo.

Situación distinta a la que presentaban las colonias holandesas Esequibo y Demerara que se manifestaba con el escaso control del territorio y el abandono casi total de su economía, de tal manera que esta es otra prueba histórica del porque la Guayana Esequiba es venezolana.

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