Las dictaduras están de moda
No hay que poner en contexto la frase que sirve de titulo al presente artículo, realmente es así, el mundo nos comienza a mostrar a algunas naciones que están siendo o comienzan a ser asediadas por gobernantes con talantes dictatoriales, a pesar de que ascendieron al poder a través de mecanismos democráticos.
Al parecer desde distintas latitudes han copiado al calco el modelo populista en el que se logra el poder a través de la voluntad popular, pero luego se trastoca el mandato y comienza a ejercerse por voluntad del mandatario electo y aunque la característica pudiera darse tanto en gobiernos de derecha como de izquierda, la reciente tendencia indica que los gobiernos de izquierda son los que han nadado hacia esa corriente con mayor facilidad.
En Latinoamérica es obvia esta tendencia en países como Venezuela, en el que no obstante a copiar el modelo, se rehúsan a ceder el poder conforme al principio democrático de la alternancia. Más recientemente se suman Argentina y muy probablemente lo haga el Perú, debido a que parte de ese talante lo demostró el candidato ganador de la presidencia, en el discurso y la narrativa usada en su campaña de ascenso al poder.
El discurso populista es una de las herramientas de mayor predilección y uso en el mundo de la política electoral, a través de él se han erigido proyectos insuflados con la esperanza del pueblo elector, para luego estrellarse con la realidad del incumplimiento de estas promesas una vez electo el encantador.
Desde gestas industriales de producción al tope de diversas manufacturas, hasta ofertas xenofóbicas disfrazadas de nacionalistas con las que se prometen levantar muros limítrofes y/o deportaciones masivas de extranjeros.
De estas últimas hemos tenido lamentablemente noticias diversas en los últimos años, como la de aquella nefasta situación de la que se le acusó a la Administración Trump de enjaular migrantes y separar a padres de niños, en una suerte de medida extrema para detener la migración masiva, situación de la que el ex Presidente Trump se zafó también haciendo uso de retórica populista, alegando que quien sancionó la ley migratoria que permitía esos vejámenes fue su antecesor Obama.
Biden por su parte alcanzó la Casa Blanca denigrando a más no poder esas prácticas y más allá de eso, prometió erradicarlas y hasta llevar a juicio a quienes auspiciaran esos tratos inhumanos, pero la realidad es que su política migratoria ha permitido, como lo hemos visto en imágenes dantescas, que cientos de migrantes haitianos que huyen de su depauperada nación, sean cazados como en el lejano oeste a caballo y enlazándolos como si se tratara de bestias salvajes, episodios que lesionan ostensiblemente los derechos humanos de los migrantes y refugiados.
Más recientemente una de estas manifestaciones de neo dictador, ha conseguido ser noticia a nivel mundial, cuando en El Salvador, su presidente el empresario Nayib Bukele, ha logrado constituir y conformar un Tribunal Supremo a sus órdenes, como bien lo han hecho distintos dictadores a lo largo de la historia, pero lo que marcó la tendencia más allá de este hecho fue la noticia de que este Presidente modificó su biografía en su perfil de la red social Twitter y agregó: “Dictador de El Salvador” para luego modificarlo a “El Dictador más cool del mundo mundial”.
Para muchos esta simpleza no debió haber sido tan duramente cuestionada como lo fue dentro del propio país de El Salvador y parte del mundo, pero lo cierto es, que uno de los postulados presente en la mayoría de los juramentos que cumplen los mandatarios antes de ejercer sus cargos, es precisamente el de ejercerlos bien y fielmente, postulado que recoge el comportamiento adecuado de un primer mandatario y el respeto a los ciudadanos, sean o no adeptos a su corriente de pensamiento o ideales políticos, aunque pareciere que esta parte del juramento no aplica para las opiniones en redes dadas por algunos jerarcas, en las que publican ideas y opiniones muchas veces sin el debido filtro de la diplomacia y el decoro.
Una vez más el populismo muta y se procura una nueva forma de supervivencia en la política mundial, como si se tratara de un coronavirus que busca contagiar las nuevas formas de manipulación a más y más personas, esta vez toma forma de un líder jovial, con facilidad para mimetizarse entre sus seguidores pero con claras tendencias a una nueva oferta democrática fallida, dado su ya delatado deseo de lograr una reelección indefinida, para lo cual ya comienza a mover sus fichas políticas, sociales y jurídicas, procurándose un Tribunal Supremo favorable como ya fue patente.
La democracia perfecta nunca ha sido alcanzada, menuda tarea de lograr cualquier cosa de manera perfecta, pero bien sería recibido que en algún momento de la historia y en algún lugar del mundo, los ciudadanos de un país se pongan de acuerdo para convivir, en paz y en respeto irrestricto a las leyes, no importando otra cosa que el bienestar común, seas de uno u otro pensamiento político o de diversos ideales, pero lamentablemente eso está lejos de ocurrir, mucho más cuando vemos que en ocasiones se recurre a discursos doble intencionados para tratar de convencer a las personas que tu idea es la correcta y no otra, cayendo en una adicción mucho más difícil de superar que la de las drogas duras, la del populismo.
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