La visita terminó
La reciente visita a Venezuela de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se fundamentó en el ambicioso propósito de “escuchar todas las voces y trabajar con todos los actores para promover y proteger todos los derechos humanos de todos los venezolanos”, según lo expresó la visitante vía twitter. No obstante, aún no se ha aclarado si la visita se hizo por disposición propia de la Oficina de la Alta Comisionada o si fue por invitación del gobierno de Nicolás Maduro.
El gobierno dice que fue por iniciativa suya; Bachelet omite. En todo caso, la aceptación previa o plácet del gobierno es un requisito de la diplomacia internacional para actividades de esta naturaleza. La agenda de contactos en el lapso de casi sesenta horas de permanencia en el país, fue suficientemente amplia y equilibrada con cobertura tanto para el sector oficial como para la oposición. La importancia histórica de la visita consistió en que ésta ha sido la primera vez que la persona titular de la Oficina de DH de la ONU hace presencia en Venezuela para atender requerimientos humanitarios urgentes.
Horas antes de iniciarse la visita dos declaraciones públicas sirvieron de preámbulo: la primera correspondió a la propia Bachelet al expresar que “la situación humanitaria se ha deteriorado de forma extraordinaria en Venezuela” y fue aún más enfática con la frase “a mí me duele la situación que tiene Venezuela por su crisis”, mientras que la segunda declaración se atribuyó al presidente encargado, Juan Guaidó, para decir que “la visita es el reconocimiento implícito y explícito de la emergencia humanitaria que vive el país”. Respecto a los resultados que han de esperarse después de concluida la visita, las opiniones emitidas hasta pocas horas antes de redactar este artículo, algunas fueron dadas con cierta dosis de cautela y otras con marcado sesgo hacia el optimismo. Guaidó expresó que se deben esperar las conclusiones del análisis y las decisiones a tomar, porque “los venezolanos no aguantamos más diagnósticos; la visita no puede verse como solución a los problemas; la crisis no tiene solución mágica”, mientras que por el lado del gobierno el optimismo fue altamente expresivo. El canciller Jorge Arreaza dijo que “esperamos sus recomendaciones y propósitos para rectificar y preservar los DH de los venezolanos”. Entre tanto, Nicolás Maduro dijo que “la visita fue un primer paso de acercamiento y ha sido todo un éxito para Venezuela y para el sistema de derechos humanos”, sin dejar de reconocer los “criterios diferentes” que han de surgir respecto al monitoreo de la situación.
La mayor agudeza en la visión de la visita la ha tenido el director de Human Rights Watch –HRW- José Miguel Vivanco, al decir que “Bachelet fue crítica contra las sanciones impuestas al gobierno de Nicolás Maduro y evitó responsabilizar al régimen venezolano por sus grandes y sistemáticos abusos en menoscabo de los derechos humanos”
La despedida de Michelle Bachelet no pudo ser más elocuente al expresar que para ella “ha sido profundamente doloroso escuchar a las víctimas de agresiones a sus derechos”. El sentimiento expresado por Bachelet sirve como telón de fondo ante una realidad en la cual un promedio de 25 niños mueren al mes en Ciudad Guayana a consecuencia de la crisis humanitaria, mientras que casi 700 compatriotas permanecen en las cárceles del país simplemente por hacer oposición al gobierno.
Bachelet presentará el informe de su visita ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en su reunión del próximo 5 de julio y será éste el tercer informe que conoce la ONU sobre la situación de los DH en Venezuela; los otros fueron presentados en el 2017 y 2018.
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