Opinión

La ultima advertencia

Hoy por hoy el nuevo coronavirus tiene agarrados por las partes más sensibles a todos supuestamente por igual.
José Viznel ÁLVAREZ
sábado, 09 mayo 2020

Con el fin de la Guerra Fría mucha gente esperaba que comenzara una era de paz que finalmente mejorara las condiciones de vida de la humanidad con respecto a la incertidumbre que aquella representó, lo cual, lejos de cumplirse empeoró la situación con los poderosos haciendo su trabajo de rapiña con toda la riqueza que pueden sacarle al sistema financiero, al planeta, y a las mayorías que se queman la espalda tras retribuciones ilusorias que al final se cuentan en migajas de pan y un poco de anestesia para sus sentidos, en comparación con las ingentes ganancias de los dueños del circo.

Hoy por hoy el nuevo coronavirus tiene agarrados por las partes más sensibles a todos supuestamente por igual, porque no es lo mismo para quienes pierden familiares bajo la terrible crueldad del virus que para quienes no lo han padecido, o para el Sultán de Brunei entre los muros de su palacio que para una familia cumpliendo cuarentena entre las ardientes paredes de un rancho, sin siquiera un radio para escuchar las noticias del fin del mundo, o para quienes acostados en sus camas pasan el tiempo compartiendo mensajes de esperanza y noticias falsas por las redes sociales para sobrellevar la angustia de mil carencias y la desunión más nítida que reina en el mundo y en esta tierra de gracia que es Venezuela.

El título de este escrito debería tener un recio carácter vinculante para toda la humanidad, pero quien soy yo para establecer este tipo de advertencia sino uno más entre millones que en sus casas perciben el paso del tiempo como quien siente un peso invisible a medida que avanza el tórrido proceso del encierro. Se escuchan voces diciendo que después de esto la humanidad cambiará, que esta terrible experiencia será un punto de inflexión en la historia, que nos convertiremos en mejores personas, solidarios, amables y buenos, en fin, que se generará un cambio positivo en nuestra relación con la tierra, con la naturaleza y con nosotros mismos, lo cual está muy bien, somos libres (o eso creemos) de expresar lo que pensamos que se debe o no se debe hacer luego de la pandemia. Yo, desde la humildad de mis huesos lamento decir que no soy optimista. En la historia de la humanidad no hay nada que me indique que sucederá de esa manera. No es necesario que el virus desaparezca para darnos cuenta de ello, pues, en pleno desarrollo de la crisis vemos el perverso comportamiento de muchos, y sí, el sacrificio y actos heroicos de tantos, pero el hombre es olvidadizo por naturaleza y en poco tiempo, muy poco tiempo en realidad, volverán las guerras (No sólo las de balas y misiles que de hecho no han parado), la moderna esclavitud del siglo XXI se reactivará, la imposición de los poderosos sobre los débiles y todo tipo de abusos de EEUU hacia el mundo continuará como si nada hubiese pasado, es decir, todo volverá a “la normalidad”, al quienes y cómo somos en realidad los seres humanos, hasta que quizás, cuando menos se espere todo volverá a caer sin remedio posible y sin habernos dado la oportunidad de pensar en la posibilidad de que los peces en las aguas cristalinas, los animales en las calles y los signos celestiales no eran más que el grito silencioso de que aquella había sido la última advertencia.

José Viznel Álvarez Pérez
viznel@hotmail.com

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