Opinión

La traumática infancia de la humanidad

Por supuesto no me refiero a cualquier enfado pasajero de la vida cotidiana.
José Viznel ÁLVAREZ
lunes, 16 marzo 2020

Todos vivimos de la mano con la muerte, es decir, yo puedo morir antes de terminar de escribir éste primer párrafo, y quien lo lee puede fallecer luego de leerlo, una posibilidad cierta porque si como quien dice nadie compró la vida, en menos de lo que imaginamos nuestra experiencia humana puede pasar a ser cosa de los que quedan vivos; igual podemos enfermar o tener accidentes que nos impidan valernos por nosotros mismos, afectando a otros como en una compleja cadena de historias particulares, en cuyo caso cualquier tipo de violencia en la que hayamos participado perderá todo sentido y puede que su recuerdo nos haga sentir avergonzados, de allí que sirva preguntarse si vale la pena invertir la vida de esa manera.

Por supuesto no me refiero a cualquier enfado pasajero de la vida cotidiana sino a la extensa variedad de violencia y atrocidades con que está plagada la historia de la humanidad; cualquier período que analicemos está bañado en sangre, saturado de guerras, crímenes, torturas y actos crueles orientados a infligir sufrimiento mediante el abuso de poder y de la fuerza, lo cual pareciera recrudecerse paradójicamente a medida que la tecnología avanza creando medios para supuestamente hacer más placentera la vida, porque contrario a lo esperado el hombre ha llegado a niveles de autodestrucción que casi lo incapacita para establecer relaciones de tolerancia de manera natural con sus semejantes, o amarlos sin que medien factores de obligación o conveniencia.

Establecido lo anterior, la pregunta es, ¿quienes se benefician de la guerra y la violencia; acaso hombres eternos que ejercerán señorío sobre este mundo por los siglos de los siglos?, sí, al menos así lo creen mientras permanecen en la ilusoria meseta de su afán, hasta que, finalmente convencidos de su mortalidad y de que su fortuna y su poder no les alcanza para comprar la vida, deciden agudizar los conflictos acaso para acelerar el cese de la historia incluso a costa del aliento postrero del último de sus semejantes.

Entiendo que la psicología estudia a las personas que por experiencias negativas de la infancia y la adolescencia sienten odio hacia sí mismas y tienen problemas para relacionarse con los demás y para ser felices, de allí –pienso- que si las raíces psicológicas de dichos casos individuales las extrapolamos a las de la humanidad en general, pudiéramos concluir que la infancia de la especie humana a la que pertenecemos (Homo sapiens) forzosamente ha debido ser muy traumática, un supuesto que en gran medida la incapacitó para quererse a sí misma y amar al prójimo tal como lo dogmatizan las religiones, que de hecho no tuvieran razón de ser si no fueran de alguna manera necesarias para humanizarnos a través del amor, por eso creo que junto con la tolerancia no es ni de lejos el estado natural del ser humano, trabado sin remedio en lucha constante contra sí mismo para honrar las enseñanzas de sus dioses, pero con resultados que invariablemente lo relegan al último puesto de la clase en la infinita universidad de la creación.

viznel@hotmail.com

 

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/IuK8vrwvtcMGlAcYTJLmYF

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí https://t.me/diarioprimicia

error: