La sombra colectiva
El título de este escrito bien pudo ser Jeckyll y Hide, en alusión a los personajes de la memorable obra de Robert Louis Stevenson, de hecho, según investigaciones hechas por prominentes psicólogos, cada uno de nosotros lleva consigo esos personajes, es decir, una persona afable en la vida cotidiana y otra entidad oculta y tenebrosa que permanece amordazada la mayor parte del tiempo.
Bajo la máscara de nuestro Yo consciente descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas –la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el orgullo y las tendencias asesinas y suicidas, por ejemplo-. Este territorio inexplorado para la mayoría de nosotros es conocido en psicología como la sombra personal, la cual se desarrolla durante la infancia a medida que nos vamos identificando con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad y al mismo tiempo vamos desterrando a la sombra otras cualidades contrarias a dicha imagen, de manera que el ego y la sombra se van edificando simultáneamente, alimentándose de la misma experiencia vital.
La conclusión es que la sombra opera como un sistema psíquico autónomo que perfila lo que es el yo y lo que no lo es. Todos los sentimientos y capacidades rechazadas por el ego y desterrados a la sombra alimentan el poder oculto del lado oscuro de la naturaleza humana, dicen además –los autores- que la sombra es peligrosa e inquietante y que parece huir de la luz de la conciencia como si ésta constituyera una amenaza para su vida, de tal forma que sólo podemos verla indirectamente a través de los rasgos y acciones de las demás personas, de hecho nuestra sombra personal tiene todo tipo de capacidades potenciales sin manifestar, lo cual constituye una parte inconsciente que complementa el ego y que representa aquellas características que nuestra personalidad consciente no desea reconocer y que repudia y olvida, sin embargo, cada vez que abrimos un periódico o vemos los noticieros, tropezamos con los aspectos más tenebrosos de la naturaleza humana. Ante esta realidad científica el mundo se ha convertido así –y he allí el tema- en el escenario de la Sombra Colectiva.
El caso es que nuestra sombra personal puede modificarse mediante el esfuerzo moral, pero a la sombra colectiva no la alteran esfuerzos racionales y puede convertirse en un fenómeno de masas y hacer que naciones enteras san poseídas por fuerzas malignas. Cuando la sombra reprimida por toda una sociedad se proyecta sobre una minoría, se activa considerablemente el potencial de la colectividad para el mal, un fenómeno cuyos más espantosos ejemplos son el holocausto nazi, el apartheid y el anticomunismo macartista, donde la expresión del mal colectivo suele desafiar nuestra comprensión.
En este punto el lector venezolano posiblemente no habrá escatimado en representarse el fenómeno de acuerdo a su preferencia política y a los personajes blandiendo el tridente de Satán o la espada del Salvador según sea el caso, quizás sin notar la sibilina eficacia divisionista de quienes manejan las piezas sobre el tablero, y mucho menos el poder omnipresente de la sombra colectiva.
Así lo estaba escribiendo cuando una sombra repentina se proyectó sobre el monitor, volteé, y sí, efectivamente, va a llover.
viznel@hotmail.com
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