La paradoja de Epicuro
Hace ochenta y tres años el escritor Arturo Uslar Pietri tituló uno de sus artículos con la frase “Sembrar el Petróleo”, convencido de que dicho recurso se agotaría en muy corto tiempo y que por lo tanto había que invertir la renta petrolera en agricultura principalmente.
La respuesta fue como si Uslar Pietri hubiera sugerido lo contrario, es decir, seamos un petroestado y actuemos como si esto no se terminará nunca ni estará sujeto a fluctuaciones de mercado y otros factores.
El resultado como sabemos fue que con la bonanza de petrodólares lo que se terminó sembrando mayormente fue codicia y corrupción, con las consecuencias que hoy padecemos; ¿culpables?, hay montones que hay que buscar en la cuarta, en la quinta y en cuanta república esté por venir en tanto no hagamos la transición de conciencia necesaria para el cambio positivo.
A propósito recurro a una paradoja insoluble que hace 2.300 años formuló el filósofo griego Epicuro: “Si Dios puede acabar con el mal y no lo hace, es porque no quiere.
No es tan bueno, le falta bondad. Y si quiere acabar con el mal pero no lo hace, es porque no puede. No es tan poderoso, le falta capacidad”. Yo no soy Epicuro ni tengo el atrevimiento de poner en duda el poder del Altísimo, sólo ensayo aplicar dicha paradoja a aquellos que dotados de libre albedrío han dirigido este país tomando decisiones que han tenido todo tipo de efectos y consecuencias.
Si por ejemplo tomamos los gobiernos que ha tenido nuestro país hasta nuestros días, todos en sus propuestas políticas dicen poder acabar con los problemas, de manera que si no lo han hecho es porque no han querido, no son tan buenos como afirman ser, les falta bondad. Amor agregaría yo.
Asimismo, con la misma intensidad todos manifiestan un enorme deseo de resolver los problemas e instaurar la prosperidad en el país, pero no terminan de hacerlo, lo que quiere decir que no pueden, les falta capacidad. Honestidad agregaría yo.
Hoy, a 1300 años de la paradoja de Epicuro y a 83 de la frase de Uslar, estos hombres y mujeres han cubierto la historia flamantemente equipados con su libre albedrío, sin duda, pero exentos de las obligaciones externas e internas de capacidad, honestidad, amor y bondad, que de alguna forma hubieran podido agregar sensatez a su conducta, ahorrándose la práctica de aniquilamiento mutuo que convirtió la política nacional en un sangriento coliseo.
viznel@hotmail.com
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