La hora de Venezuela

En los primeros meses de 1989, de repente e inesperado, al concluir “la fiesta” de ascenso al poder de CAP, los habitantes de Caracas se citaron para saquear con ganas amordazadas por décadas, cual “bravo pueblo” que no soportaba más tanta pobreza, injusticia, impunidad y corrupción acumuladas en demasía. Fue un “caracazo” que cambió la “j” por la “c”.

Al respecto – de allí el título de este artículo – nuestro insigne Arturo Uslar Pietri (+) escribió ese año lo siguiente, cito : “Aquella era la ocasión de iniciar inaplazables cambios en la vida económica del país, que implicaban un cambio completo de sus objetivos y causas. Durante los años de bonanza petrolera la actividad económica del país distinta del petróleo pudo mantenerse gracias a las más variadas formas de subsidios, rebajas y bonificaciones. Desde la gasolina hasta los alimentos se vendían a precios por debajo de sus costos reales. Se creó una economía artificial, sostenida sobre bases frágiles y falsas, que no podía sostenerse sin el inmenso subsidio proveniente de la renta petrolera. Sobre esa base falaz se creó una actividad económica y social artificial. Hace más de 40 años yo mismo denuncié esta peligrosa tendencia que más tarde fueron recogidas en mi libro “De una a otra Venezuela”. Señalaba entonces que estábamos construyendo una “nación fingida”, sin vitalidad, mantenida por dádivas del Estado. No solamente no se hizo nada para remediar ese mal amenazante, sino que se le agravó hasta extremos suicidas de dependencia del petróleo. Venezuela entera se convirtió en un país subsidiado que, al disminuir, el modelo tenía que colapsar en una economía artificial que creó una estructura social también artificial, con grandes desniveles, desvinculada de la producción verdadera de riqueza.

Mucho tiempo se dejó pasar sin encarar a fondo la situación y continuar la política paternalista que caracterizó a los gobiernos con una población acostumbrada a no depender del trabajo productivo y de la disciplina social sino de un Estado rico que todo lo podía pagar.

El hábito del paternalismo, frustraciones viejas, resentimientos sociales, desigualdades chocantes, ejemplos desmoralizantes, fueron ingredientes de esa explosión social que no tiene precedentes en nuestra historia. Lamentablemente ocurrió lo peor. Mucho habrá que reflexionar sobre las graves fallas y errores de nuestra política social. La lección de estos dolorosos sucesos es que el país debe emprender de inmediato la rectificación a fondo de las políticas facilistas que nos ha llevado a este trágico desenlace.

Hay que terminar con la ciega dependencia del petróleo y crear una economía nacional sana y competitiva, y para ello realizar una nueva política de solidaridad social fundada en el estímulo al trabajo y al esfuerzo individual que forme a un venezolano más dueño de sí mismo.”

A estas mil verdades del sabio Uslar Pietri, le añado lo que fue su más sensata obsesión en todo el siglo XX “Sembrar el petróleo” y que ningún gobierno implementó; prefirieron despilfarrar nuestra riqueza sin crear ninguna….solo una “Venezuela falsa”.

El mejor homenaje a AUP, venezolano integral, lo tiene en sus manos el gobierno bolivariano al tomar para sí la revolucionaria sentencia uslarista, según la cual, cito “Ha sonado la hora de Venezuela, la de los venezolanos válidos. Hoy más que nunca tenemos la oportunidad y hasta el desafío de rehacer un país capaz de alcanzar las metas que le ofrecen sus grandes posibilidades. No será fácil, como nunca ha sido fácil ninguna empresa grande”.

Otro Sí: Hoy está de cumpleaños (53) el noble y mejor construido Puente Angostura. El mejor regalo es culminarle su rehabilitación (20%) e iniciarle de inmediato el mantenimiento preventivo que toda “joya arquitectónica” colgante lo exige de manera permanente. “Demorarse es fallar”, reiteraba con sobrada razón el presidente Chávez…¿entonces?.

Óptimo Feliz Año 2020.

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