La estafa María
Es increíble la popularidad que en nuestros tiempos ha ganado una forma de delito, como si de un personaje de la cultura pop se tratara.
María se ha convertido en varias ocasiones en las últimas semanas en trending topic en varias redes sociales, que como termómetros para medir la temperatura y el pulso de los temas de actualidad, han reflejado las innumerables veces que en forma de SMS o de WhatsApp, han recibido cientos de miles de personas el mensaje: ”Hola soy María, cambié de número”.
Luego, ofrece venta de dólares y logra que algunas víctimas quienes convencidos de la apetecible oferta, transfieren considerables cantidades de dinero, para después ver desaparecer su dinero y a María, quien lo ha bloqueado o simplemente no contesta las llamadas desesperadas de sus víctimas.
La tecnología ha puesto en nuestras manos el poder realizar a través de ella y de manera más cómoda muchas de nuestras ocupaciones diarias.
En un país con una hiperinflación galopante, son cada vez más los ciudadanos que se refugian en la adquisición de moneda dura, para no descapitalizarse o simplemente para adquirir divisas y realizar de una manera económicamente segura sus transacciones comerciales, haciendo uso para ello de la herramienta más básica de la modernidad: el teléfono celular, pero omitiendo muchas veces por practicidad su utilidad principal, como lo es la llamada telefónica.
El texteo, la mensajería WhatsApp con nota de voz incluida, la interacción por mensaje directo a través de cualquiera de las redes sociales, Telegram, Instagram, Twitter y Facebook son las nuevas formas de comunicación que hemos adoptado en los últimos tiempos, validando sin darnos cuenta la impersonalidad, entendida ésta como una forma artificial o sintética de comunicación, en la que damos por cierto y de mera intuición que nuestro interlocutor es quien dice ser quien es.
Por ello, muchas veces nos hemos visto interactuando con la libertad que esta certeza nos ofrece, pero en ocasiones hemos sido sorprendidos cuando descubrimos que, con quien nos hemos comunicado no es verdaderamente la persona que suponíamos.
Este es el verdadero fenómeno social digno de estudio, la manera impersonal de nuestra comunicación moderna, la pérdida de ese sentido que da el hecho de comunicarse de persona a persona, de tú a tú, sin filtros, es la verdadera esencia de la seguridad que esta característica aporta a una conversación, sobre todo cuando nos adentramos a temas personales e íntimos con la confianza que nos da tener la certeza, que quien está al otro lado de la conversación es la persona que dice ser quien es y no otra.
De esta ventaja, se ha valido la delincuencia organizada para poner en funcionamiento esta nueva modalidad de delito, y como se dijo gozando de una popularidad de un rockstar, María se presenta como el nuevo delito con un considerable número de víctimas.
Este fenómeno es socialmente interesante desde todo punto de vista y obviamente que para el Derecho Penal también lo es, mucho más cuando nos adentramos a revelar sus particularidades y modos de comisión.
Asesorando en varios casos como abogado penalista, he podido descubrir algunas situaciones que nos podrían ayudar a entender el modus operandi de esta nueva modalidad delictual, para ello debemos comenzar por decir que María realmente no es María, de hecho, dudo que su verdadero género sea el femenino.
En los casos en los que me ha tocado intervenir como abogado representante de las víctimas, hemos llegado por lo menos a rastrear la ubicación de los dispositivos desde donde escribe María, y lugares como los centros reclusión de Tocorón, Tocuyito y Vista Hermosa son de donde se originaron en nuestros casos los mensajes de María.
Sobre la identidad de los titulares de los números abonados celulares desde donde salen los mensajes es otro misterio, identidades usurpadas, clientes fallecidos y varios “Pedro Pérez”, son algunas de las situaciones administrativas que se reflejan en la base de datos las compañías de servicio de telefonía celular.
Algo similar ocurre con los cuentahabientes de las cuentas bancarias a donde han ido a parar buena parte de los ingresos de las víctimas de este tipo de estafas, clientes fallecidos, cuentas sin actividad financiera por largos períodos, cuentas de empresas inoperativas, son tan sólo algunos elementos que nos llevan a precisar, la urgencia de una revisión de esta situación donde la sospecha de complicidades internas en las empresas de comunicación y bancarias es más que obvia.
Pero también urge una revisión de nuestro sistema penitenciario. Es impensable que en algún otro país del mundo se le permita libremente a la comunidad carcelaria, el uso de teléfonos celulares y otros equipos de comunicación dentro de los centros de reclusión, los cuales por años han perfeccionado distintas formas de delitos, usando su reclusión paradójicamente como escudo de protección ante las investigaciones que obligan la perpetración de sus delitos.
La “Estafa María” es la nueva tendencia, pero en la historia reciente hemos visto que esta misma estructura de delincuencia ha sido utilizada para perpetrar otras formas de delitos. Inicialmente se usaban los datos de los vehículos publicados en el portal de compra y venta tucarro.com, para hacer llamadas extorsivas y más recientemente se usó también para extorsionar bajo la modalidad de encuestas de la Gran Misión Vivienda, Venezuela móvil y Mi Casa Bien Equipada, resultando ser otro ardid para la extorsión de personas.
Mi recomendación y la de los expertos en el área de seguridad ciudadana, es que evitemos realizar transacciones sin antes verificar de manera confiable la identidad de nuestros interlocutores.
También es importante reforzar la seguridad de nuestras cuentas en redes sociales, la verificación en dos pasos es una buena estrategia técnica, debemos también monitorear constantemente nuestras cuentas bancarias que tengamos tiempo sin darle uso, así como los números telefónicos en igual condición de desuso, y para concluir, apenas sepamos qué pese a todas estas medidas de seguridad hemos sido víctimas de engaño, estafa o fraude, acudir inmediatamente a las autoridades.
Por tanto, es urgente una revisión de todo el sistema de seguridad ciudadana, de los sistemas judicial, policial, bancario, comunicación y otros tantos más que entran dentro de las instituciones necesarias, para propiciar políticas públicas de seguridad que vayan de la mano con la actualidad y la modernidad, pues el delito siempre y así lo dice la historia, le ha caminado a un paso adelantado a la justicia.
Concluyo que lo más paradójico en estos casos donde el delito se perfecciona dentro de los centros de reclusión, es que los muros de una prisión siempre han sido referentes de la contención del delito tras ellos, pero hoy por hoy asimilan más bien un muro de contención para impedir se haga justicia, pues dentro de ellos se fraguan las más insospechadas formas de delitos con total impunidad.
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