Opinión

La agresión a Williams Arrieta

Aquí en Venezuela vamos al contrario, nadie, absolutamente nadie nos defiende.
martes, 15 septiembre 2020

Le coloqué el nombre de la persona afectada por la violación de sus derechos civiles y personales, no porque sea un profesional de la medicina bucal, sino porque identifica el caso que conmovió a Guayana, a Venezuela y al mundo.

Un grupo de policías, quienes deben protegernos y defendernos, convertidos en los agresores. Eso no sucede solo en nuestra pequeña nación, es algo muy generalizado, pero que subyace a la sombra donde no lo observamos, muchas y muchas veces afloran las denuncias y nadie las asume para corregir esta aberración social.

En EEUU hace poco mataron a una persona y en Colombia asesinaron a un abogado con una pistola eléctrica por haber incumplido las normas de resguardo del virus covid-19. Ya van once muertos por las protestas de los colombianos, por el crimen contra el abogado. aquí no sucede absolutamente nada, solo queremos gasolina.

Cuando la estructura social pierde la cohesión que permite que funcione todo con cierta armonía, comienza a construirse un fenómeno muy tóxico llamado anarquía, donde todos estamos expuestos a los sinsabores de carecer de instrumentos legales que nos permitan defendernos de quienes abusan de la autoridad que tienen para prestarle servicios a los ciudadanos, y hacen todo lo contrario buscando lucrarse con ventajas indebidas.

Cada día aparecen nuevas leyes tratando de adaptarse a la evolución social, donde todos y cada uno de nosotros sea respetado, simplemente respetado y para ello se establecen instituciones donde se acude a reclamar cuando nos violan nuestros derechos.

Aquí en Venezuela vamos al contrario, nadie, absolutamente nadie nos defiende, aunque las instituciones existan de manera nominal, pero están impedidas, por los hechos, de hacer cumplir las leyes.

Lo más insólito que pueda existir, que es desconocer la orden de un juez para excarcelar a un ciudadano y quienes lo custodian no la acaten, es algo normal en Venezuela.

La decisión de un juez es algo sagrada, va más allá de todo y nada ni nadie debe desacatarla, aunque existan las normas y procedimientos que permiten alegar una contrariedad, pero dentro del mismo sistema judicial.

La autoridad máxima de una nación es un juez, dentro de las limitaciones de su área de competencia. Para mí, en lo personal, cuando los jueces actúan dentro de lo que les corresponde, dependiendo de la argumentación de los abogados, todo funciona y los países prosperan, es algo maravilloso.

Cuando pudimos observar, a través de los videos, como era agredido un ciudadano de una manera tan despiadada y brutal, solo por haber cruzado unas palabras fuertes con una funcionaria que, presuntamente, permitía surtir de gasolina a quienes no habían hecho la cola durante varios días, realmente nos sentimos absolutamente disgustados, pero totalmente impotentes por no poder hacer nada y solo rogar porque no lo dejaran detenido, algo sin ningún sentido en un Estado donde se respeten los derechos.

Aquí, a cualquiera de nosotros, le atribuyen cualquier delito, sin probar que se cometió y lo sumergen en un calabozo y no existe absolutamente ninguna instancia donde acudir para que lo liberen.

Cuando se ha llegado a ese nivel, se ha corrompido el sistema invisible que nos permite funcionar normalmente. Reconstruirle el sistema a nuestra prodigiosa nación no será fácil, pero no existen alternativas que el sacrificio, esfuerzo y disciplina de quienes asuman la conducción de nuestra patria, no para disfrutar y decir NO VOLVERÁN, sino para servirle como debe ser.

La actividad política se ha pervertido y solo se busca el poder para aprovecharse de sus ventajas sin asumir las obligaciones y responsabilidades correspondientes.

La condición de ser un país petrolero y minero, nos ha envenenado, nos ha intoxicado y solo buscamos a quienes nos aporten el mendrugo de pan sin hacer nada y hasta nos sentimos sumamente agradecidos porque nos regalan algo y no se lo llevan todo. Simplemente nos hemos pervertidos. Es algo increíble.

El juez liberó al agredido y castigó a los agresores, algo poco visto, pero eso es consecuencia de la situación casi explosiva que existe en nuestra patria, no se pueden acumular más cargas anímicas sin que suceda algo grave, muy grave, incluso incontrolable, a lo cual aspiran muchos, pero las consecuencias de un estallido social son impredecibles y debemos impedir, sea como sea, dentro de la legalidad, que se desate la destrucción de nuestra patria por no realizar los correctivos correspondientes, asumiendo que no sucederá nada, pero puede suceder.

Estamos caminando por el borde de un precipicio sin tener como sustentarnos. Se hace necesario, simplemente imprescindible, restablecer el Estado de derecho, donde ninguno de nosotros sea agredido o abusado sin ninguna consecuencia para quienes lo hacen. ¡Buena suerte!

Nota.- Aquí, en Venezuela, detienen a una persona que no ha cometido ningún delito, solo por propaganda política o por abuso y de ahí en adelante, una pequeña parte de la sociedad, muy perversa, absolutamente inmoral, lo trata de convertir en un delincuente, simplemente por envidia o por diferencias personales. Estamos envenenados. Se requiere una profunda rectificación familiar y personal.

@dabega26

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