Opinión

Killer: Travesuras de un difunto (Anecdocuento)

Aquí debo señalar que las vidas paralelas son un fenómeno paranormal de gran interés para los aficionados a lo paranormal.
lunes, 02 noviembre 2020

El legendario pistolero estadounidense Billy the kid ha podido ser llamado Billy the Killer –que en inglés significa asesino-, porque fue a punta de plomo que se convirtió en leyenda al asesinar a 21 hombres.

Se dice que fue eliminado por el sheriff Pat Garrett, pero también se cuenta que esto en realidad no sucedió sino que fue una bola que hizo rodar el propio Billy para escapar de la horca, cuya sentencia estaba para la firma.

Tan efectiva fue la artimaña que Billy vivió muchos años más durante los cuales se relacionó sentimentalmente con una bailarina de Texas conocida como Lady Chiqui, con quien a pesar de interminables cabalgatas que nunca terminaban de doblegar sus volcánicas voluntades, jamás pudo lograr descendencia.

Aquí debo señalar que las vidas paralelas son un fenómeno paranormal de gran interés para los aficionados a lo paranormal, y que la de mi perro Killer es muestra de una vida paralela con la de Billy the Kid, quien con el respeto a la raza canina, puede decirse que era un perro.

Por ejemplo, el famoso forajido era un hombre de pocas palabras, a Killer por su parte le dicen el Mudo, debe ser porque ladra poco aunque cuando lo ataca el hambre se vuelve políglota; Billy mató a 21 hombres, Killer también lleva 21 en su cuenta, entre gatos, tuqueques y una que otra rata; y como prueba definitiva de coincidencias vitales entre este par, la perra del vecino se llama Chiqui, la cual desde que llegó empezó a recibir frenéticos cortejos por parte de Killer hasta que sucedió lo inevitable, pero al igual que Billy sin lograr descendencia por lo menos hasta ahora.

Cuando el sheriff Garrett lo hizo subir de peso alojándole una bala en la frente Billy ya había pasado todas las materias que los forajidos deben aprobar para alcanzar la profesionalización, y aunque vivió pocos años debido a lo azaroso su oficio, Billy siempre se mantuvo entre los mejores de su generación evadiendo la justicia, bien fuera por astucia, alta capacidad de desempeño, buena disposición para el trabajo, o simplemente suerte, hasta que un día los astros que lo protegían estaban en posición desfavorable e hicieron que su frente entrara en conjunción con el pequeñísimo espacio por donde la bala iba pasando en ese preciso instante.

Killer por su parte también ha cometido sus tropelías, todas realizadas con su cara de yo no fui, jamás he sido y nunca seré por los siglos de los siglos, amén, con su porte esbelto cuando se le mira de lejos porque de cerca la elegancia baja notablemente de categoría, y con las pintas marrones sobre su corto pelaje blanco, que lo hacen lucir como el dálmata que nunca ha sido.

Naturalmente, el sobrenombre vecinal del Mudo no le impide a veces alzar la voz ante la presencia de perros de dos o cuatro patas extraños a nuestra calle, tampoco orinar los cauchos de los carros ni los portones vecinos como lo hace todo perro, pero al igual que Billy the Kid él también tiene su Pat Garret que no es otra que la mujer con quien me casé hace un montón de años.

En un enorme porrón de grandes dimensiones que compró especialmente para tal fin, ella sembró una mata que le regalaron con tanto afecto que la primera vez que la regó fue con lágrimas que le salieron de la fosa más abismal del alma.

La sembró con la mayor sutileza en una mezcla de tierra negra y abono del más nutritivo que ha existido desde los tiempos de los egipcios, todo revuelto con bosta escogida de las vacas más pretenciosas de los campos de la República.

La colocó en una esquina del porche de la casa, en una posición donde el sol no la bronceara ni la sombra la aburriera. Llegada a la adultez, la mata alcanzó un follaje espectacular; se puso más bonita que la señorita de la canción del tío Simón y resultó siendo el centro de atención de nosotros y de los visitantes a la casa, hasta que el primer día del invierno más reciente, se desparramó un monumental palo de agua que tumbó árboles por toda la ciudad, inundó barrios enteros, dejó las calles convertidas en estacionamientos de carros varados por diversos motivos, y para desgracia de Killer, le desbarató una casita que le habíamos hecho en el patio, con material de reciclaje e ingeniería de dudosísima confianza.

Humanos o no, ante tales circunstancias no nos queda otra que buscar donde refugiarnos hasta que la tormenta le de paso a la calma y podamos recuperarnos del desastre, de tal manera que ante el desespero el perro cogió el gigantesco porrón y la mata para cama y cobija respectivamente y en un dos por tres los convirtió en una especie de nido de orangután.

A la mañana siguiente mi esposa abrió la puerta para evaluar los efectos de la tormenta, y el ruido alertó al perro que aún inmerso en pesadillas intentó escapar de manera infructuosa porque como había tenido que excavar para hacer de su improvisada suite un lugar más agradable, en el proceso sacó casi toda la tierra, dejando un hueco ocupado por él y las hilachas de la que una vez fue la mata más bella de la galaxia.

Cuando mi esposa vio el espectáculo abrió los ojos como quien se despierta con una tarántula sobre el pecho y su respiración cesó súbitamente. De inmediato se recuperó, pero no así el pobre can que tras desesperados pataleos logró salir del pesado porrón, pero muy tarde, pues no fue alcanzado por una bala como Billy the Kid, pero si por un palo de escoba que para infortunio suyo había sido dejada justo al lado de su innovadora residencia invernal.

Fue la prueba definitiva de la existencia de vidas paralelas, con un asterisco, pues Killer sigue vivo gracias a su habilidad para esquivar palazos de escoba, lo que a Billy le fue imposible hacer con la bala que Pat Garret le metió en la frente.

Posdata: Para la fecha en que fue escrito este anecdocuento Killer efectivamente estaba vivo, pero al poco tiempo murió arrollado por un carro cuando escapó de la casa y corrió por las calles, enloquecido intentando escapar de los petardos del día de navidad.

viznel@hotmail.com

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