Ideología de género Vs. Familia
Las ideas que caracterizan a una persona o colectividad, a un movimiento político, religioso, o cultural, se denomina, ideología.
La ideología de género, por su parte, está representada por un cúmulo de ideas sin bases científicas, creada a la sombra de un Estado, con el propósito de promover un movimiento de carácter, pretendidamente universal o globalista.
De hecho, la ideología de género es un sistema filosófico que interpreta la sexualidad humana como un hecho sicológico y cultural, de preferencias y deseos, y no como uno que obedece a leyes biológicas y también, sociales.
Adoptar la ideología de género, con el aval institucional (Estado), permitirá al ser humano, poder cambiar de género según su voluntad. Eso quiere decir que de establecerse esta forma de comportamiento, un niño varón de 12 años, por ejemplo, podría, si lo deseare y le fuere permitido por la ley, cambiar su género, de masculino a femenino.
Obviamente, ello tendría una cadena de consecuencias, como por ejemplo, tener que cambiar su nombre y hasta su aspecto físico e indumentaria.
Lo más trascendental e importante, sin embargo, es que este cambio de género, habría ocurrido porque también su preferencia sexual se habría modificado, lo cual conduciría a la no procreación o descendencia y por tanto, a la extinción de la raza humana.
Por millones de años, el hombre se reprodujo conforme a patrones “naturales”, es decir, la unión de la hembra y el macho. La teoría habla de muchas formas de coexistencia humana, pero todo apunta a que siempre existió un núcleo fundamental, constituido por el varón, la hembra y su prole.
La influencia de la ética y de los principios morales, promovidos, entre otros, por la iglesia, fue estableciendo patrones que finalmente dieron origen a esa unidad social básica, que hoy conocemos como familia.
A lo largo de los siglos, hemos ido experimentando cambios en todos los órdenes: económico, político y social, sin embargo, hasta la presente fecha, el concepto y praxis de familia, se había mantenido incólume.
La convivencia con miembros del LGBT+, había ocurrido en armonía, en función del respeto a la libertad contemplada en la carta de los DDHH.
El desencuentro sobreviene, cuando parte de la agenda globalista, comienza con la catequización, en las escuelas, de menores de edad y sin autorización de sus representantes.
Como decíamos anteriormente, los cambios trajeron muchos beneficios, aunque también, retos no resueltos, como el de cómo enseñar a los progenitores a ser mejores padres, y a los matrimonios a ser mejores parejas o a la prole, a ser mejores hijos.
Las nociones de respeto, empatía, educación, modales y solidaridad, entre otros, no han sido parte de un plan de enseñanza formal, y por lo tanto, no aplicado al círculo familiar, excepto por aquellos con cierta tradición e influencia religiosa, que son los menos.
Aun así, esa estructura (familia), ha sido la que por años se desarrolló y conformó esta sociedad, que evolucionó de unos pocos habitantes, a los casi ocho mil millones que hoy viven sobre la faz de esta tierra y que no sólo inventó la rueda, sino que nos llevó hasta la luna.
La iglesia, tradicionalmente ha exigido un acto protocolar para unir la pareja de hombre y mujer. El Estado, también exige la celebración de uno con igual propósito.
Algunos países poseen legislaciones que adicionalmente, sustituyen el matrimonio formal o tradicional con un acta de concubinato, la cual, en esencia, establece las mismas responsabilidades y derechos para la comunidad conyugal.
Cierto es, que aún falta enseñarles a las parejas a convivir con mayor grado de armonía y a ser mejores padres, pero estos son eventos no considerados tampoco por la ideología de género.
En todo caso, de seguirse por este aventurado sendero, la civilización enfrentará la trascendente disyuntiva de tener que elegir formalmente, entre vivir en una sociedad de familias, coexistiendo con los grupos Lgbti+ con la libertad que garantiza el ejercicio del derecho sexual, o hacerlo según los términos de la novela de Aldous Huxley, en la cual relata, entre otras cosas, como se ejerce la reproducción humana en laboratorios, y con lujos de detalles, describe también, patrones de convivencia humana que execra la familia como unidad social fundamental.
La pregunta que deberemos hacernos será: ¿Es ese tipo de sociedad individualista y sin nexos afectivos familiares, el que queremos, para hacerle el juego al poder globalista, o por el contrario, deseamos una sociedad prodiga en humanismo, valores tradicionales y amor?
Manuel García Tamayo.
CE.mgarciat84@gmail.com.
Haciéndonos eco de la campaña de PRIMICIA “Pon de tu parte”, hoy publicamos:
“Los mejores momentos de mi vida han sido los que he disfrutado en mi hogar, en el seno de mi familia”. Thomas Jefferson.
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