Opinión

Hombres de calidad

La fe que piensa.
jueves, 05 septiembre 2019

El Colegio Loyola Gumilla inició sus actividades escolares de acuerdo al calendario pautado, puesta la mira en el futuro inmediato –pero con los pies bien plantados en una situación penosa–, consciente de que parte de la solución de nuestra crisis pasa por seguir creyendo en la educación, y para ello hay que garantizar un centro educativo que no solo resista a los embates cotidianos, sino que además programe planes operativos que supongan un respiro en las existencias de quienes hacemos vida aquí.

El domingo próximo tomarán la palabra el libro de la Sabiduría, el apóstol san Pablo con una carta dirigida a Filemón, y el evangelio de san Lucas que nos viene acompañando desde hace un buen rato. Me parece que la idea que atraviesa a estas lecturas tiene que ver con la configuración de “personas de calidad”, es decir, hombres y mujeres que han decidido llevar hasta sus últimas consecuencias lo mejor de ellos mismos.

Para lo que acá nos ocupa, un hombre de calidad es aquel que se da a la tarea de buscar la voluntad de Dios –y una vez encontrada, cumplirla–; esta voluntad tiene que ver con que todos nos reconozcamos como hermanos. Esta tarea de apuntarse a esparcir fraternidad, por otro lado, nos exige que lo meditemos, pues comporta sacrificios y renuncias que nos pasarán factura, y que precisamente por ello debemos estar muy conscientes de lo que debemos esperar.

LA VOLUNTAD DE DIOS

Una parte de la comunidad científica de todo el mundo propugna vehemente que no hay realidad alguna que los seres humanos no podamos conocer. El único límite a nuestra inteligencia se lo ponemos nosotros. La equivocación forma parte de un modo de conocer las cosas por “ensayo y error”. Esta actitud ha hecho mucho bien, pues nuestra calidad de vida aumenta en la medida en que la ciencia se pone a su servicio. Lo lamentable es que todavía existe un enorme número de personas que no gozan de las mieles del progreso.

Hay gente que afirma que no necesitamos de “explicaciones externas” para entender la realidad. La Biblia, sin embargo, sigue otra dirección: sin el auxilio divino –que viene de fuera–, el hombre equivoca su camino, desconoce lo que le rodea y no alcanza aquello que está a la mano. La razón de esta postura es simple en su planteamiento: el hombre se equivoca dada su condición mortal, que dificulta más su entendimiento, así como su vida limitada lo entorpece.

El conocimiento es bueno y hace bien, pero no lo es todo. Por encima del conocimiento está la Sabiduría; por encima del saber está el amor.
El conocimiento de lo que Dios ha ideado para nosotros lo logramos gracias a su Espíritu –que está dentro de nosotros–, cuyo aporte incide directamente en nuestras vidas, mejorándolas. Este crecimiento de calidad humana gracias a la asistencia divina, trasciende nuestra realidad, abriéndonos a la posibilidad de vivir con Dios lo que hemos iniciado entre nosotros.

LA PROPIA VOLUNTAD
Hoy día podemos constatar la mezquindad de algunas personas, que no reporta beneficio alguno a nadie. Hay gente en Venezuela que ha hecho de mis necesidades su negocio. Repito: no juzgo; sencillamente constato el hecho ocurrido, y lo lamento hondamente.

En la segunda lectura, Pablo implora a Filemón que acepte a Onésimo, no como esclavo sino como hermano en Cristo que es. De hecho, Onésimo, era esclavo de Filemón: él huye de su amo, y se encuentra con Pablo. Se convierte al Señor Jesús, y Pablo le pide volver con Filemón, quien cambia la situación de Onésimo pues entabla con él una relación fraterna. Muchas realidades de esta vida se conocen, se entienden y se cambian gracias a la buena voluntad. La voluntad divina me señala el Norte, pero soy yo quien decide ponerse en marcha o no en esa dirección.

PIÉNSELO BIEN

En el capítulo 14 del evangelio según san Lucas vemos a una muchedumbre siguiendo a Jesucristo. En un determinado momento, Jesús se vuelve a ellos y les plantea las cosas como suele hacerlo, con sencillez y claridad: “Para aquellos que me siguen –dice el Señor– les recomiendo se lo piensen bien, pues este camino no implica únicamente renunciar a su padre y a su madre, o a la conformación de una propia familia, sino a sí mismo y cargar la propia cruz”. Jesús trasmite estas ideas mediante parábolas: quien se sienta a construir una casa y el estratega militar que está a punto de librar una batalla… antes de empezar, hay que pensárselo muy bien.

Jesús de Nazaret no se refiere solamente a “echar lápiz”, sino a actuar sabiamente, o sea, con la ayuda del Espíritu de Dios. Es decir, ponderar bien las fortalezas y limitaciones propias. Este “conocimiento” me dará garantías o no de que puedo culminar o no lo que inicié.

LA CRUZ

Empecé mi comentario de esta semana diciendo que iniciamos actividades en el Colegio. Este comienzo radicalmente distinto de los anteriores, está marcado por la cruz que la educación lleva a cuestas. Una injusta, pesada e impuesta cruz determinada por la deserción de docentes y estudiantes, por presupuestos económicos que se escapan al ejercicio de la inteligencia, por la incapacidad de invertir en infraestructura… ¡Y debemos asumirla!

Ahora bien, la cruz no es “símbolo” con un solo significado, sino que tiene otros muchos. La cruz quiere decir también “salvación” (por este motivo es que solemos adornar las cruces en el mes de mayo, como representación de la vida que de ella florece).

Allí donde una realidad hiere la posibilidad de que nuestros hijos se eduquen, y compromete su presente, expulsándolos a la calle, allí mismo es donde deben hacerse presente la Sabiduría y la buena voluntad para revertir esa situación pecaminosa. Por esa misma razón, además de resistir los sufrimientos provocados por políticas desacertadas, debemos pensar muy bien en programas y proyectos que desde nuestra casa de estudios den su contribución a la solución que el país anhela.

 

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