Hablemos hoy de: Vanidad
Los seres humanos estamos dotados de valores que nos orientan, guían y conducen por el camino de nuestra vida, siendo la influencia mayor a la hora de tomar decisiones, y generar las acciones que nos permiten avanzar y formar parte de la sociedad.
Pero, lamentablemente siempre están presentes los obstáculos que nos pueden desviar de lo correcto, cuando no tenemos reafirmado de manera clara nuestros principios y autoestima. Es así, como aparecen los antivalores. Estos reflejan las conductas y actitudes de los seres humanos que los alejan de sus raíces y sus valores éticos y morales, atentando así contra las creencias y armonía que fundamentan la vida de un individuo como miembro de una sociedad.
Cuando las personas permiten que los antivalores se apoderen de su conducta, se convierten en individuos insensibles, negativos, fríos, inconscientes, indiferentes, indiscriminados, odiosos, irrespetuosos, apáticos, deshonestos, y no les importa en lo absoluto, las repercusiones que sus conductas puedan generar en los demás, afectando de esta manera los contextos y aspectos más importantes de su vida.
Uno de estos aspectos que en la actualidad está muy presente en las conductas de las personas, es la Vanidad.
Esta se define como una creencia, manifestación, término o expresión, de las habilidades, atributos, conocimientos, arrogancia, soberbia y capacidades propias de un individuo. Una persona vanidosa se siente superior a los demás, bien sea desde lo intelectual hasta lo físico, pasando por sus capacidades, las cuales cree y manifiesta sin ningún tipo de limitación, menospreciando así a otros.
Una persona vana es un ser vacío, alejado de la realidad, sin contenido, insensato, arrogante, soberbio, sin sabor y débil, que presume ante los demás sus supuestas virtudes, las cuales no son más, que sus propias carencias.
Con esta actitud solo demuestran un alto grado de subvaloración de sus propias capacidades, atributos y conocimientos, generando de esta forma, un concepto errado y exagerado de sí mismo creyéndose superior a los demás y, jactándose y vanagloriándose en frente de otros. Al final solo demuestra ser un individuo engreído y soberbio, con una pobre personalidad.
La vanidad no es más que una ilusión o ficción de la realidad. A su vez, hace referencia a lo finito, a las cosas que solo están de paso, que tiene un tiempo perecedero, en otras palabras, de corta existencia.
Desde el punto de vista del cristianismo es uno de los 7 pecados capitales, siendo calificado como uno de los peores, ya que genera en la persona una excesiva obsesión por las cosas pasajeras y por sí mismo. Esto lo conduce a creer que puede incluso, prescindir de Dios pues llega a considerarse el todo poderoso. Para completar su inestabilidad, puede caer en el narcisismo, lo que complementa su camino a su propia destrucción.
Una persona vanidosa puede llegar a renunciar a Dios, se convierte en un actor a la hora de expresarse, muestra con facilidad su soberbia y enojo, se creen dueños de la razón, practican con facilidad la mentira, creen que pueden caminar por el aire, son tercos y necios, altaneros y arrogantes, se aman e idolatran a sí mismos, lo que los lleva a creerse el centro de atención en todo momento. A esto, sumamos algunos aspectos que caracterizan a una persona vanidosa: la soberbia, ausencia de humildad y modestia, presunción, ficción, ilusión, ostento, vanagloria, engreimiento, jactancia, egocentrismo.
La realidad y lo más triste de esta conducta, es que se utiliza como una forma de escapar o esconderse de un profundo sentimiento de inferioridad, y el inmenso deseo de ser aceptado por los demás, pues en el fondo se sienten menos que otros. El conseguir aceptación y admiración, los lleva a tener mayor seguridad en sí mismos.
Esta conducta solo conduce a conseguir rechazo, pues las personas no disfrutan de su presencia, generando cierta aversión hacia ellos, tanto en lo familiar como en lo social. En muchos casos las personas que padecen de este defecto, deben ser sometidas a terapias, con el objeto de minimizar o corregir dicha condición.
Hoy día vemos con profunda tristeza como este aspecto se está apropiando de muchas personas. Basta con verlos de lejos y no hay necesidad incluso, de tener contacto directo con ellos. Se distinguen con facilidad por su conducta pública, forma de hablar, vestirse, expresarse, comportarse, y el manejo de sus relaciones personales.
Este término tiene varias acepciones, sin embargo no es más que la necesidad exagerada de expresar orgullo, superioridad, trato preferencial, ser admirado, y mostrar un trato despectivo hacia los demás. En general una total ausencia de valores morales, lo que lo convierte en un círculo vicioso que conlleva al individuo a la desesperación y ansiedad por obtener lo que no tiene, por pertenecer a una parte de la sociedad a la que no pertenece, a gastar más de lo que puede, a aparentar lo que en realidad no es, y en general, a perder su propia identidad.
Nada más hermoso que el ser humano exprese su grandeza a través de su humildad, modestia, sencillez, cortesía, amabilidad, objetividad, justeza, igualdad, equilibrio, humanidad y personalidad clara y definida. Seamos, aceptemos y demostremos lo que realmente somos, y agradezcamos a Dios y a la vida todo lo que cada día nos dan para seguir adelante en este mundo complejo, pero a la vez hermoso, en el que con lo que el universo nos provee, podemos sostenernos y sacar adelante a los nuestros con honradez, moral, responsabilidad y valor. Esto nos hace grandes seres humanos que hemos entendido el privilegio de estar vivos. Gracias a Dios y al universo por todo lo bueno.
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