Hablemos hoy de: Uno más del montón
El momento del nacimiento de un ser humano es grande. Emociones, sentimientos hermosos, maravillosos deseos, elogios, bellas palabras, buenos augurios, entre otras tantas buenas energías que se dan en este momento mágico de la vida.
Pero a partir de ese momento se da inicio a un proceso de evolución que se determinará por la influencia de múltiples factores, relacionados con los contextos en los que se desenvuelva el individuo.
Todo lo que a su alrededor sucede es excelente, y todo apunta a lo positivo. Sin embargo, nadie sabe qué es lo que realmente le depara la vida a una persona.
Es un enigma que se va disipando con el transcurrir del tiempo, de la dinámica de su hogar, del contexto social, y principalmente, de las decisiones que vaya tomando en su vida.
Por tanto, lo que decida ser, es responsabilidad de la persona y de nadie más, y aunque la influencia de lo externo siempre está presente, es una decisión absolutamente individual.
A la vida hay que darle el valor que se merece. Un valor ético, pues es la bendición de haber nacido, y esto representa una gran importancia por la cual debemos manifestar nuestro agradecimiento a Dios por la oportunidad, por poder formar parte de la sociedad del mundo, y por tener la plena capacidad para honrar cada día nuestra existencia.
La vida es un tesoro, y es tan grande y hermoso que una de sus virtudes es que lo podemos compartir.
Un camino lleno de sorpresas dentro de las cuales está el encontrarnos personas maravillosas que nos acompañan en el recorrido, es podernos desarrollar en diferentes facetas, es podernos reunir y compartir con verdaderos amigos, tener la fortaleza para superar tropiezos y caídas, capacidad para levantarnos y seguir adelante, inteligencia para evolucionar y tener buena vida, suficiente amor para superar las tristezas, buenos pulmones para sonreír con amplitud y celebrar las alegrías, seriedad para disfrutar de una buena compañía, y amor propio para encontrarnos con nosotros mismos en momentos de soledad.
Pero a pesar de las bondades que tiene la vida, hay personas que se dan a la tarea de desvirtuarla. Algunos prefieren ser indiferentes ante las maravillas que nos brinda.
Por tal motivo se dejan abatir por la soledad, se convierten en personas inestables en el contexto familiar, social, laboral, pierden el interés por todo lo bueno y bonito que tenemos al frente cada día, esconden sus emociones, entran con facilidad en el conflicto, son depresivos, no le dan el valor real a las oportunidades que esta les brinda.
En definitiva, no les importa como vayan las cosas ni como está evolucionando el mundo.
Caer en la indiferencia, es responder de la peor manera a la vida y a las personas. Es como una forma de desprecio hacia situaciones o individuos, y es doloroso cuando la proyectamos.
Aunque no lo veamos por la ceguera que en ese momento estamos padeciendo, hacemos mucho daño en especial, a los seres que tenemos alrededor y con los que compartimos nuestra vida.
Es absolutamente triste el hecho que a una persona le dé lo mismo prestar interés a lago, o mostrar indiferencia.
Duele más la indiferencia que cualquier otro castigo que pueda recibir un ser humano. Más aún, cuando quien muestra esa actitud representa algo muy importante para la otra persona.
Tal vez tú comportamiento se debe a que pienses que no eres nada especial, que tú particularidad es común, y que es mejor dejar las cosas como están y que otros hagan o resuelvan lo que hace falta.
No te atreves a tomar la iniciativa que te haga pasar de plano y recibir los elogios que mereces por hacer las cosas bien, y siempre con valor agregado.
No puedo conformarme con lo que hay, siempre debo buscar mucho más allá de lo que está a mi vista y superar cualquier pensamiento que pretenda reducirnos a mínimas expresiones. Soy grande, me amo y me respeto, me valoro y no puedo ir por el mundo mostrándome como uno más del montón.
Hay suficientes personas que han escogido este estilo de vida, y no les importa cómo se vean o como los vean, se menosprecian y pierden las oportunidades.
Somos especiales y la mejor muestra es que un día recibimos múltiples elogios y palabras hermosas cuando recibimos la bendición al llegar a este maravilloso plano de la vida.
No soy menos que nadie ni más que otros. Soy solo un ser bendecido por Dios que vino al mundo a ser feliz y con las mismas características y oportunidades que los demás.
Tengo la capacidad de ser y hacer, de subir y bajar pero también volver a ascender, de sentirme, verme, escucharme, comer, beber, disfrutar de las cosas buenas, superar las que no lo son, mantener una buena conversación, disfrutar de la familia, los amigos, hacer mi trabajo con pasión, ser una persona honesta, actuar de la mejor manera, ser empático, amable, justo, equilibrado, respetuoso, disfrutar de la vida, de la playa, la montaña, la fauna, pescar con equilibrio, encontrar la armonía con la naturaleza, y principalmente, disfrutar de mi ser y de quien soy realmente.
Ser uno más del montón no me deja nada, me reduce a un ser insignificante, me limita en mis oportunidades, no me deja crecer, me margina de la familia y la sociedad, y me convierte en un ser poco deseable para cualquier tipo de relación.
Mejor, pasar al grupo de los que quieren ser, de los que buscan soluciones, que aportan excelentes ideas, que disfrutan de la vida, que creen en la humanidad, que aman a sus familias, que son buenos amigos, que se adaptan a las normas y leyes, que practican la buena ciudadanía, que se identifican con sus raíces, aman su país, cuidan su entorno, y en general, quieren participar y formar parte de un mundo mejor
Sabes qué significa la palabra Petropicto?
Pintar sobre piedras.
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