Hablemos hoy de: Una Reflexión
Vamos a darnos el permiso de hacer un alto en nuestra carrera constante, por conseguir lo que creemos es necesario para poder seguir adelante en el camino de la vida.
Es momento de ver hacia dentro, de hablar con el señor del espejo, de mirar nuestra piel y entender que dentro de ella, habita un ser maravilloso que está en este plano cumpliendo la bendición y el regalo de vivir.
Que es hoy y no ayer ni mañana, que muy internamente sabemos que existimos y que, en la medida en la que me valore, me ame, me respete, me estime, me sienta y entienda que existo, y que a partir de esa auto comprensión, seré capaz de irradiar todo mi entorno con la misma energía, y generar tanto amor como el que siento por mi mismo.
Muy importante es aceptar que cada ser humano es único y diferente, que al respetar al otro, estoy demostrando una manera de amarlo, y que este amor me permite valorar lo que también, él tiene para dar.
Debemos confiar en Dios y con el corazón abierto, entender que para poder seguir adelante, simplemente debemos dejar que salgan el miedo y la tristeza, y entender que en la vida todo es posible, y que en la Fe, está la energía necesaria para que las provisiones lleguen a nosotros en la medida en que nuestras necesidades se muestren.
Existen infinidad de motivos para darnos cuenta que vivir vale la pena. Nuestra familia es uno de los principales, con sus tan necesarias imperfecciones que hacen que en muchas ocasiones las cosas tengan sentido.
No olvidemos nunca que somos seres humanos con limitaciones, potencialidades y defectos, pero a la vez, tenemos una inmensa capacidad para amar, perdonar y mostrar nuestra solidaridad, en cualquier momento y por cualquier causa.
Nunca debemos reprimir la capacidad que tenemos para demostrar lo que sentimos, simplemente, hay que dejar la arrogancia y el orgullo de lado, y mostrarnos como naturalmente somos, seres de paz, de luz y de amor.
Los amigos, otra poderosa razón para sentir que vivir vale la pena. Ellos pasan a formar parte de nuestra vida, a tal punto que en muchas ocasiones se convierten en integrantes de nuestra familia, y llegan a tener un gran significado en el recorrido de nuestros caminos.
Si venimos a la vida a ser felices, ¿por qué nos cuesta tanto? Debemos sentir en nuestro corazón la certeza que podemos cambiar todo lo que no me permite alcanzar esta meta. Para llegar a ella, debo ser consciente que esta nace de mí cuando me conecto plenamente con mis metas y propósitos de vida, con lo que anhelo, siento y pienso, y con la realidad que me acompaña a diario.
En el mundo de tribulaciones en el que caminamos hoy, es importante darnos cuenta que existen personas que dependen de nosotros, y que por lo tanto, debemos gestionar la emocionalidad y hacernos dueños de los cambios que se puedan generar por factores externos.
Estos no deben en lo absoluto interferir en el desarrollo de nuestras vidas, porque al fin y al cabo, son externos. Hay que tomar decisiones poderosas y tomar las riendas con firmeza, avanzando de la mejor manera y sin afectar a nadie, todo lo contrario, siendo solidarios en el momento que la vida y las circunstancias nos lo permitan.
Somos dueños de nuestras decisiones, y este se convierte en un derecho sagrado. Ser libre de elegir está en la autonomía que como seres únicos e irrepetibles tenemos, y esto significa que nada ni nadie, puede ni debe interferir en nuestra decisión de hacer lo correcto en la vida.
En este momento en que la vida se ha convertido tal vez en una rutina para muchos, es importante innovar y renovar constantemente, buscar acciones que nos hagan sentir vivos y que aún, la vida tiene sentido. Al accionarnos nos damos cuenta que no es tan necesario hacer cosas nuevas, simplemente, podemos cambiar la perspectiva y el enfoque de lo que comúnmente hacemos, y nos daremos cuenta como la creatividad, la imaginación y la manera en que recreamos las cosas, nos harán explorar espacios que estaban ocultos en nosotros mismos.
Créanme que nos sorprenderemos al ver la inmensa capacidad que tenemos para ver desde otra perspectiva el día-día.
Es momento de practicar un profundo respeto por nosotros y por los demás. Darnos cuenta que cada ser humano es un ente propio, es importante para empezar a andar la vida en el camino de los valores.
Debemos entender que tal vez lo que es bueno para mí, no necesariamente tiene que serlo para otros, que mi experiencia no tiene que ser igual a la de los demás, que cada quien tiene su propia forma de ver la vida y de resolver sus situaciones, que ser solidario no es quererse involucrar en la vida de otros, que desde afuera y en silencio, podemos ayudar en situaciones diversas, y que en general, a través del respeto y la tolerancia, podemos generar un ambiente en el que el equilibrio y la armonía sean el mejor resultado.
Coloquemos los pies sobre la tierra y veamos al mundo con la mejor cara que tenemos, porque el universo está esperando respuestas.
Entendamos que todo tiene su razón de ser. Dios también espera que todas las señales que están en el aire sean entendidas y procesadas por los seres que habitamos el planeta.
Reflexionemos y cambiemos paradigmas que se quedaron en el tiempo, aceptemos que nuestra conducta está fuera de lugar en muchos contextos, debemos darle la importancia a las cosas relevantes, debemos renovar nuestra fe, nuestras creencias y nuestra capacidad para ser objetivos y justos.
Veamos la vida con los colores más hermosos con los que ella nos adorna los días, entendamos que somos muchos y que en cada rincón del planeta están los recursos que necesitamos para poder vivir. Pero, entendamos también que como deben alcanzar para todos, debemos darle el uso más racional y eficiente que se pueda. Utilicemos la buena conciencia y todo será como Dios quiere,
Vivamos nuestra vida y demos gracias al Señor por todo.
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