Opinión

Hablemos hoy de: Una Madre

Si en el mundo existe un amor verdadero, es el amor de una madre. Un amor que nace del corazón, del alma, de los más profundo del ser humano, un amor eterno como dice la canción de Rocío Durcal, infinito porque no conoce límites, y puro porque se expresa tan solo por la naturaleza del ser.
martes, 13 septiembre 2022

La mujer es un ser excepcional, una maravilla creada por Dios con múltiples bendiciones. La más importante de ellas, dar vida. Sí, es el único ser con la capacidad de albergar en su vientre como fruto del amor y de la unión con un hombre, el regalo más preciado de la vida como lo es, un hijo.

Esto la convierte en un ser humano excepcional con características propias que le permiten aceptar los cambios que su vida contempla, en el momento de convertirse en madre.

En ese momento, su tiempo, su vida, su razón de ser, su concepto, su forma de pensar, su visión, cambian totalmente. Su entrega es total para el fruto de su vientre, pues entrega su alma, corazón y espíritu, al cuidado, desarrollo y evolución de su hijo, quien comienza a despertar a la vida.

Si en el mundo existe un amor verdadero, es el amor de una madre. Un amor que nace del corazón, del alma, de los más profundo del ser humano, un amor eterno como dice la canción de Rocío Durcal, infinito porque no conoce límites, y puro porque se expresa tan solo por la naturaleza del ser.

Desde la maternidad, la cual no todo el tiempo es color de rosa, se inicia el transcurrir por un largo camino de alegrías, dolor, tristezas, sentimientos encontrados, felicidad, sueños, maravillosos deseos, insomnios, risas, llanto, carreras, incertidumbre, y ansiedad.

Todo esto desemboca en un momento maravilloso llamado parto, el momento de la primera manifestación de vida, un llanto que le dice al mundo, aquí estoy, gracias madre por permitirme estar.

Este maravilloso momento suele ser compartido con la figura del padre, aunque en oportunidades tengamos que ser atendidos luego del desmayo. Al ser así, la felicidad se multiplica, porque nos convertimos en parte de esa magia extraordinaria de ser testigos del nacimiento del fruto del amor compartido entre un hombre y una mujer. Ahí hay que decir, gracias Dios por tu bendición.

Ser madre implica unas cuantas cosas, una de las principales es estar dispuestas a aprender lo que los pequeños maestros que llegaron a sus vidas, les quieren enseñar.

El amor incondicional es una de las primeras lecciones que reciben, el nivel de tolerancia obtiene un desarrollo nunca antes imaginado, el pensamiento se duplica pues siempre ellos estarán muy presentes, sus facetas adquieren un nivel insospechado pues se convierten en maestras, doctoras, psicólogos, confidentes, amigas, héroes, y un sinfín de títulos que nunca estudiaron, pero que están implícitos en el de madre.

Y por encima de todo, ser afortunadas pues consideran que sus hijos son su mayor tesoro.

Estén o no presentes, una verdadera madre siempre abraza y cuida a sus hijos.

Las madres también sufren, pues cada evento o situación en la que sus hijos se vean involucrados, hará que ella despierte los más grandes y protectores sentimientos hacia ellos.

Cuando caen, cuando desisten de sus sueños, cuando alguien les hace algo malo, cuando sufren por una derrota, cuando sus ánimos desfallecen, cuando lloran, cuando no aprovechan sus capacidades y virtudes, cuando simplemente se dan por vencidos fácilmente.

Estas situaciones hacen que las madres entren en acción, y a pesar del dolor, con sabiduría manejan cada situación para que sus hijos no sufran las consecuencias de situaciones cotidianas que solo buscan enseñar el verdadero sentido de la vida. Porque no todo es de colores hermosos, la vida también tiene sus momentos duros y difíciles.

Así como quieren que les vaya bien en todo, también quieren que aprendan a sortear cada situación que aparezca en su camino, y con inteligencia sepan superar cada uno de los obstáculos. Es parte de las enseñanzas que se siembran en ellos.

Ningún hijo quiere que su madre sufra, sin embargo, hay quienes las hacen vivir momentos muy difíciles por sus conductas rebeldes e inapropiadas, producto de frustraciones que se han formado en su mayoría por caprichos que no fueron complacidos.

Una simple reflexión y mirada al tiempo, hará que sus conductas cambien para bien, pues se darán cuenta que ella no merece derramar una lágrima por su irresponsabilidad y culpa. Es mejor ser buen hijo.

El amor que profesan es tan grande, que son capaces de sacrificar sus metas, sueños, aspiraciones, deseos, objetivos, y todo lo que sea necesario con tal de generar bienestar en ellos.

Esto es parte de la generosidad, disposición y valentía con la que se recubre el título de madre.

Como escribió la Madre Teresa de Calcuta: “Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado”

Cuando la madre es una mujer buena, digna, amorosa, sencilla, sentimental, sensible, que utiliza su conciencia, valiente, fuerte, arriesgada, capaz, humana, hermosa, con un alma maravillosa, entre otras características, solo nos queda a los hijos ser justos y profesarles el mayor amor, respeto y admiración que pueda existir en el universo.

Una madre bondadosa genera un amor tan grande que se convierte en algo casi indescriptible. Lo que se siente cuando se tiene cerca, tal vez sea un poco diferente cuando se tiene lejos, la necesidad de verla se hace grande, la ansiedad de un abrazo es inmensa, el sentirla, escucharla y recibir sus bendiciones y concejos, son uno de los mejores regalos que la vida nos pueda dar.

Pero esto solo puede ser realidad mientras están en el plano de la vida, pues después y a pesar que continúan vivas en nuestra alma, no se puede comparar con el calor de disfrutarla en vivo.

Desde lo más profundo de mí ser, expreso mi amor eterno a mi madre, a quien Dios llamó a desempeñar nuevas funciones. Cuanta falta me hace hablar contigo, porque tus consejos y palabras siempre provenían de tu corazón, y con una carga de amor gigante que me estimulaba y me llenaba de fuerza y aliento para continuar en el camino.

Aprendimos a vivir en la distancia y mantuvimos una hermosa relación. Enséñame ahora a hablar contigo en esta extraña distancia.

Te extraño pero te sigo amando, y te doy las gracias por mi hermano y mis seis hermanas. Siempre estarás presente mi madre amada. Continuaré adelante como me enseñaste.

Tu amor fue tan grande que no cabe en el universo.

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