Hablemos hoy de: Somos ciudadanos del mundo
Ser ciudadano es formar parte o integrar una comunidad, en la que debe existir igualdad de derechos, palabra, oportunidades, equilibrio, así como deberes, compromisos y obligaciones, asociados a los derechos que asisten a sus miembros.
La ciudadanía está directamente asociada a los contextos de la política, economía, ambiente y la sociedad, lo que convierte al individuo y sus comunidades, en parte de la globalización con un pensamiento mundial.
Un ciudadano del mundo, ha desarrollado un pensamiento asertivo hacia la posibilidad de tener un mundo mejor, para beneficio del planeta, para que la sociedad cambie paradigmas, para entender que todo cambio comienza por casa y que como actores principales debemos iniciar por nosotros mismos.
Para ser buen ciudadano, es necesario tener una identidad bien definida, virtudes para aportar a la evolución de la comunidad, equilibrio político para influenciar de manera positiva en las decisiones, y un comportamiento social acorde con los niveles que exige una buena ciudadanía.
Así mismo, entre los aspectos más importantes que debe tener un individuo para ser un ciudadano de primera, está el grado de identificación, sentido de pertenencia, cumplimiento de normas, visión de desarrollo hacia su entorno, y el de ser justo ante todo lo que está relacionado con su comunidad.
Bajo estas características y premisas, un ciudadano con estos estándares, se puede llamar un ciudadano del mundo, pues tiene claro que sus actuaciones y comportamientos inciden de igual manera desde el contexto local, hasta el contexto mundial.
Esto lo convierte en una persona que trasciende su división geopolítica.
Los primeros en identificarse como ciudadanos del mundo, fueron los filósofos estóicos. Desarrollaron el término cosmópolis o ciudad universal, de la cual se deriva la palabra cosmopolita.
La perspectiva ciudadano del mundo tiene afinidad con la perspectiva existencialista, por lo que los ciudadanos del mundo no quieren ser etiquetados en simples categorías, prefieren ser llamados seres humanos y tener libertad para formar parte de los grupos a los que se adapten según sus filosofías, desean desarrollarse en el campo del trabajo en organizaciones que representen niveles elevados de justicia, equilibrio y voluntad de los pueblos, así como reforzar la identidad común y el equilibrio entre lo local, nacional e internacional.
Cada ciudadano debe estar claro que tiene sus raíces, su nacionalidad, su estatus, y que esto le concede los derechos que le confiere la constitución, leyes y normas de su país de origen, pero que a su vez debe ser consciente que también existen los acuerdos, normas y leyes internacionales que son de estricto cumplimiento por todos los habitantes del planeta.
En la actualidad se ha podido observar que con la globalización y los conflictos mundiales, han generado una migración que ha llegado a cambiar la dinámica de muchos países, esto motivado al libre tránsito o facilidades para que habitantes de otros países, trasciendan fronteras con cierta libertad. Las economías principalmente se han visto afectadas, motivado al incremento desequilibrado de la población.
Uno de los aspectos que ha sido muy golpeado es el social, ya que ha habido desencuentros entre los locales y los migrantes, lo que ha llevado a practicar la xenofobia afectando a personas con comportamientos indeseables, pero también a quienes observan conductas totalmente justas y apropiadas.
Pareciera difícil encontrar un equilibrio entre las partes, y cada vez son más las personas que abandonan su país de origen, producto de conflictos internos en lo político, económico, social, jurídico, entre otros.
No debemos olvidar que nuestro planeta se llama tierra, que es hasta el momento el único en el que existe vida, que es uno solo y que no se han encontrado otros con las mismas características y condiciones.
Por lo tanto, debemos cuidarlo y protegerlo de la mejor manera para que nuestros descendientes también tengan el privilegio y la dicha de poder disfrutar de sus bondades.
A pesar que lo que observamos a diario es lo contrario, aún estamos a tiempo de salvarlo, y una de las mejores maneras de hacerlo, es practicar la ciudadanía mundial, convirtiéndonos en sus guardianes a través de nuestro comportamiento y mejorando las buenas prácticas para su conservación. Así mismo, con la raza humana cuyo comportamiento apunta a su propia destrucción.
Es hora de la reflexión, de analizar cuál debería ser el comportamiento de la raza humana, de vernos con ojos de bondad, humanidad, sencillez, justicia, igualdad, equilibrio, existencialismo, respeto y sinergia, para generar los cambios que el planeta necesita para que pueda seguir existiendo la vida en él, en condiciones de equilibrio para todos.
Ser ciudadanos del mundo es un compromiso que va más allá de un simple nombre, debe ser algo que nace de lo más profundo de nuestro ser, y que nos debe llevar a realizar los cambios necesarios para que podamos seguir existiendo como raza.
Quieres ser un ciudadano del mundo? Reflexiona, piensa y actúa en consecuencia.
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