Hablemos hoy de: Sinceridad
Hablar de sinceridad es un tema complejo en la sociedad actual. Se requiere de mucha claridad interior y personalidad definida, para ser sincero.
Es una virtud, cualidad, valor, principio, actitud, comportamiento o concepto, que tenemos los seres humanos, para comunicarnos, actuar, o expresarnos con la claridad interna de nuestros pensamientos, creencias, o deseos, para obrar y expresarnos de manera original, real, sincera y honesta.
No da lugar a la falsedad ni las intenciones ocultas. Citamos algunos sinónimos de sinceridad: empatía, sencillez, claridad, honestidad, honradez, franqueza, respeto, otros.
Está plenamente relacionada con nuestros valores morales, y se sostiene sobre el apego a la verdad y al respeto. Su significado trasciende en el tiempo, pues incide directamente en la forma de actuar, ser, pensar y de expresarse, además de afectar la emocionalidad de las personas que practican la honestidad, la sencillez y la humildad.
Algunas personas piensan que ser sincero no vale la pena en una sociedad llena de antivalores, que al serlo, se puede ofender o molestar a otros cuya carga de agentes contaminantes es muy alta, y, que lejos de ver el contenido positivo del valor, lo pueden tomar como una ofensa o falta. Esto tiene mucha relación con la atmósfera turbia en la que la sociedad se ve involucrada a diario.
Por todo esto, podemos decir que esta tiene algunas limitaciones o aprehensiones, ya que la sinceridad total es invisible e inexistente entre las relaciones de los individuos, ya que existen equilibrios sociales que se verían afectados.
Las condicionantes sociales limitan la libertad de expresar lo que sentimos, ya que en muchas oportunidades no nos atrevemos a decir lo que pensamos, por temor a los efectos que puedan causar. Una persona muy sincera puede alterar el equilibrio de un grupo, o de alguien en particular.
Por tanto, para ser amables, evitar incomodar, o no afectar las relaciones personales, preferimos guardar silencio, ser cautelosos y tener tacto. Es allí donde se aplica lo que algunos llaman mentiras blancas. Esto no debe afectarnos, ya que estando claros en como son las cosas realmente, podemos estar tranquilos al evitar situaciones de discordia.
Lamentablemente, los patrones sociales siempre juegan un rol relevante en la sensibilidad de las personas al tener que enfrentar la realidad de las cosas.
No es fácil asumir que nos equivocamos, pareciera que preferimos hacernos los ciegos y sordos, y continuar adelante a pesar que, en muchas ocasiones nos damos cuenta de los errores que cometemos.
Peor aún, si hay alguien que nos haga ver de manera sincera, los errores, fallas o equivocaciones que tengamos en determinados momentos. El ser extremadamente sincero, en muchas ocasiones incluso, puede causar limitaciones o restricción de oportunidades. Esto varía de acuerdo al contexto.
Una persona sincera puede ser reconocida con facilidad. Práctica sus valores en cada una de sus actuaciones, seguro de sí mismo, actúan con honestidad, es empática, sabe respetar, ofrece amor sincero, es un amigo fiel, maneja el sentido del equilibrio, se comunica con fluidez, sabe decir no y demuestra su autenticidad.
Así mismo, se expresan con sinceridad y autenticidad expresando de manera libre sus pensamientos y opiniones, claro, manejando con tacto, el momento y el tono en el contenido de sus intervenciones.
Algo muy importante, es saber utilizar las herramientas de la oratoria a la hora de emitir opiniones y pensamientos sobre temas determinados. Esto permitirá ser empático y no causar efectos adversos ante los demás.
Su práctica genera credibilidad y confianza en quienes lo asumen como ejercicio diario. Como todo valor se arraiga en el ser humano cuando se inculca desde la primera educación que recibimos, la del hogar, y posteriormente se refuerza en la interacción con la escuela y el medio en el que nos desarrollamos.
Una persona sincera es bien vista ante la sociedad. Se cataloga como alguien en quien se puede confiar, autentico, transparente, honesto, claro, responsable, empático, oportuno, discreto, con valor y personalidad, y con un significativo grado de equilibrio entre su forma de ser, pensar y actuar.
La importancia de ser sincero, radica en el equilibrio de la verdad, en el establecimiento de vínculos sanos, en el respeto hacia el ser humano, en el valor por la vida, y en el reconocimiento de la importancia de la interacción entre las personas.
Quienes lo practican, atraen relaciones óptimas con personas que también presentan esa característica, y que conllevan al establecimiento de relaciones sanas y duraderas.
Algo verdaderamente importante es que más allá de una frase sincera, está la acción sincera que debe acompañar a la palabra, esto produce un equilibrio significativo entre lo que se dice y lo que se hace.
Entre la sinceridad y la honestidad existe una importante relación. La sinceridad está asociada a lo innato de la persona, pues maneja con relativa facilidad la capacidad para decir la verdad. Mientras que la honestidad, aunque esté plenamente relacionada a la sinceridad, se asocia a los valores morales de la sociedad.
Una persona sincera sabe sortear cada obstáculo que encuentre en el camino para ser tal cual como sus principios y valores le dictan. Es así, como a pesar de los avatares de la sociedad actual, la sinceridad tiene cabida en este tiempo.
No puede ser limitante de nuestros actos, lo que una sociedad determine en colectivo. Debemos ser siempre libres de pensamiento a la hora de aplicar nuestros valores en un mundo consternado por los problemas sociales, políticos, económicos y de toda índole que nos afectan a la humanidad en la actualidad.
Ser sincero te puede traer algunas complicaciones, pero al final te darás cuenta que es lo mejor que se puede hacer.
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