Hablemos hoy de: Saludo al silencio
Los seres humanos tenemos capacidad para comprender lo que la vida nos pone por delante. Y a través de la historia la evolución de la raza humana ha estado marcada por uno de sus principales procesos, este es la comunicación. Este como todos los procesos, tiene sus normas, un ejemplo es que hay que saber escuchar y saber hablar.
Cuando obtenemos el nivel de saber mantener la boca cerrada, nos damos cuenta que estamos plenamente conectados con el momento, y nuestros oídos están captando todo lo que se está transmitiendo en el proceso comunicacional.
Eso nos da una ventaja sobre los que no se conectan. A la hora de expresarnos, sabemos que decir pues nos mantuvimos atentos durante la intervención de los demás.
Aprende a guardar silencio cuando la adrenalina está muy alta. En este nivel no se razona y no se mide lo que se dice, por lo tanto, prefiero esperar la calma y luego pensar, reflexionar y analizar, si puedo hablar con seguridad y con la conciencia clara en que no se va atropellar a nadie y las respuestas estarán enmarcadas en la lógica y la razón.
Uno de los mejores amigos en la vida, es el silencio. Además, quien sabe guardar silencio se muestra como una persona que maneja muy bien la inteligencia, pues mantiene la boca y la mente en una posición neutral, así, demuestra conocer cómo y porqué callar cuando es necesario. De no hacerlo, al abrir la boca te involucras, pero si la mantienes cerrada te mantienes fuera del momento. Es así como reconocemos el poder que tienen las palabras.
El saber callar nos provee de cierto poder, que nos permite manejar mejor muchas situaciones. Al hacerlo, estamos mostrando que sabemos escuchar, y hablar en el momento adecuado.
De esta forma nos permitimos estar conectados con cada minuto de nuestra vida, ya que hemos llegado a un nivel en el que nos damos cuenta cuando podemos expresar nuestras palabras, o simplemente, aprovechamos la oportunidad de mantener la boca cerrada.
El silencio puede ser un momento de intimidad que no precisamente quiere decir que no haya ruido, sino que es tal el grado de armonía, que la sensación que sentimos es como de un total silencio.
Es así como podemos sentir el silencio interior, lo que no significa que nuestra mente esté en blanco, o estamos en un vacío. Todo lo contrario, hay una sensación tan armónica que nos mantiene alejados de los ruidos que contaminan el ambiente en determinados momentos.
Como todo en la vida, cuando se habla mucho se genera cansancio, desgaste, fatiga, se cruzan las emociones, y se concluye estresado. Además de producir cansancio y aburrimiento hacia los interlocutores, pues las personas caen en el aburrimiento, de tantas palabras que en la mayoría de las veces son como relleno de un discurso desgastado.
Muchos piensan que nunca fuimos educados para el silencio, sin embargo, pienso que este es parte de la formación en valores que recibimos en nuestros hogares, donde se nos inculcaba que debíamos saber escuchar para poder hablar con propiedad de las cosas, y que cuando un adulto estaba hablando no debía ser interrumpido. Claro, como todo, los tiempos han cambiado, y hoy es bastante complejo aplicar el principio de quien mejor escucha, mejor puede hablar.
Cuando logramos conectar el silencio en nuestra mente, logramos desconectar el ruido externo. Así conseguimos que el nivel de concentración pueda manejarlo, haciéndolo desaparecer. El silencio nos ayuda a controlar los nervios y a mantener el cerebro en receso. Además, permite un encuentro con nosotros mismos.
En el mundo tan agitado en el que nos estamos desenvolviendo, el silencio es como un forastero, casi nadie lo conoce.
Hay que manejarse con inteligencia en las situaciones en las que debemos intervenir. No siempre tomar la palabra de primero es ventajoso, es mejor esperar que se abra el panorama y escuchar otras opiniones antes de expresar las nuestras, esto permitirá que nos hagamos un bosquejo mental de la realidad, y nos servirá para analizar y concienciar mejor las palabras que articularemos en nuestra intervención.
Parafraseando a Sakya P. nos dice, que el mucho hablar puede ser peligroso, y que el silencio nos puede evitar malos momentos. Que hay que darse cuenta que el loro hablador casi siempre está encerrado en una jaula, mientras otras aves silenciosas andan volando libremente. Además, no es necesario el extenderse hablando porque la mayoría de las veces se cae en repeticiones, utilizando palabras de relleno que no le dan ningún valor agregado al discurso.
Ojo, hay algo muy importante y es que no todo el tiempo se debe guardar silencio. Hay momentos en los que se debe expresar lo que se tiene que decir, o de lo contrario se habrá perdido el momento justo en el que se debió hablar. Y no se trata de contar su vida, simplemente hay necesidades u opiniones muy importantes que pueden aportar en determinado momento, y hay que expresarlas de la mejor manera, así como necesidades propias que requieren de un apoyo para poderse alcanzar.
No es que seamos autómatas, es saber o tener claro el cómo, cuándo, y el momento apropiado en el que se puede participar en una conversación, sin causar interrupción ni desequilibrio.
No olvidemos que guardar silencio no es aceptar, es una buena manera de manejar momentos y actuar con inteligencia evitando disgustos o ratos desagradables. Debemos ser empáticos, sin caer en la aprobación de algo con lo que no se está de acuerdo, pero siempre siendo asertivo.
El silencio interior es el mejor amigo de la reflexión, y junto al tiempo hacen una combinación extraordinaria. Además, es un amigo que no traiciona. Y si lo que vas a decir no es mejor que el silencio, entonces procure mantener la boca cerrada.
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