Hablemos hoy de: ¿Qué estamos viviendo hoy?
La experiencia que está viviendo la humanidad en estos momentos, quedará registrada como una de las situaciones más terribles que hayamos vivido en la historia.
El mundo convulsionado por crisis sociales, políticas, económicas y de otra índole, que mantenían muy ocupados a los seres humanos que conducen las riendas de nuestras vidas. No bastando con eso, aparece en el escenario un virus que altera el normal devenir de la vida en el planeta, y que en poco tiempo se decreta por el organismo que rige la salud a nivel mundial, como pandemia. Comienzan a morir personas y a desatarse una crisis de salud que se torna difícil de controlar en algunas ciudades. Todos hacen grandes esfuerzos por reducir la propagación del virus, y en muchos casos se decretan estados de cuarentena nacional, como una medida eficaz para frenar los contagios, ya que la forma directa de infectarse es de persona a persona.
Y así transcurre el tiempo y las noticias van y vienen, pero se comienzan a generar nuevas crisis ya que la economía se ve muy afectada y las personas comienzan a manifestar sus inquietudes pues cada día se hace más complicado obtener los alimentos necesarios para sustentar la vida en los hogares. Algunos países diseñan mecanismos para apoyar económicamente y con alimentos a las personas, entre otras medidas orientadas a facilitar el manejo de la economía familiar en tiempos de pandemia. En otros, la situación es más complicada ya que las crisis internas son más profundas y las soluciones más críticas.
Pero con todo lo que se ha expuesto y lo que cada uno de nosotros conoce desde la perspectiva de cada quien, podemos ver que está ocurriendo como una especie de cambio de ciclo. Un mensaje de la providencia que nos está dando señales que debemos cambiar el rumbo en muchas de las cosas que como seres humanos estamos haciendo. Sin embargo, hay personas que no han detectado estas señales y siguen andando en el camino de la explotación y del aprovecharse de la situación, al extremo que pareciera que quisieran que toda la crisis continuara porque para ellos representan dividendos que suman ceros a la derecha de sus cuentas. Tan al extremo de hasta creerse inmunes, sin darse cuenta que una enfermedad llamada dinero los puede llevar a consecuencias que no se remedian con lamentos.
A pesar de todo esto, hay personas que sí hemos aprovechado este cambio y hemos realizado cosas que tal vez jamás pensamos hacer, y que normalmente se lo achacábamos al tiempo. Un ejemplo de esto, es que nuestras viviendas han recibido el cariño y el afecto que como parte importante de nuestras vidas, nunca le habíamos dado. Hoy los jardines lucen espectaculares, los sitios que teníamos años que no les hacíamos un cariñito hoy les hemos dado un toque de frescura, hemos descubierto que teníamos cosas que en otros momentos necesitamos y ni siquiera recordábamos que las teníamos, y así muchas cosas de nuestra vida que habíamos dejado de lado. Como sociedad también hemos reflexionado y algunos tomamos decisiones que benefician al colectivo. Ah, pero uno de los aspectos más importantes es la familia.
Saquemos la cuenta de cuánto tiempo teníamos que no compartíamos en familia tanto tiempo y tantas cosas, seguro nos asombremos pero lo mejor de todo es que lo estamos haciendo y le estamos dando un lugar importante a estas actividades. Nos estamos encontrando.
La naturaleza se está renovando, la fauna está recuperando espacios, el agua se ve más clara, las montañas más verdes, el cielo más azul, y el universo está sintiendo que sus acciones están surtiendo el efecto esperado. Es un simple cambio de actitud lo que está pidiendo.
Es hora de entender que los seres humanos somos responsables del deterioro de la vida en el planeta, y que con este deterioro solo estamos reduciendo nuestra existencia. Por tanto, debemos reflexionar al más profundo nivel y darnos cuenta que solo en nuestras manos está la solución a todo lo negativo que sucede. Ni el dinero ni el poder pueden hacer que vivamos eternamente. Algún día llegará el momento de nuestra partida y la mejor manera de tener una huella para ese momento, es cada una de las buenas acciones que hicimos cuando estuvimos en posiciones de poder, o, cuando nuestra situación económica fue la mejor, o simplemente, cuando decidimos hacer cosas buenas por algo o por alguien, y solo pensando en lo bien que quedaría o como se sentiría quien recibiera nuestra buena acción.
Es el momento, seamos buenos alumnos y apreciemos las lecciones que la vida nos está dando. Tal vez lo único que quiere Dios y el universo, es que las personas que ocupamos sus espacios tengamos un poco de mejor comportamiento. Nada difícil.
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