Hablemos hoy de: Podemos tener un mundo mejor
No me cansaré nunca de creer y confiar en que sí es posible alcanzar una mejor humanidad, para vivir en un mundo mejor.
Y aunque sé que una sola persona no es capaz de salvar al planeta, también sé y creo en la suma de las partes y en el todo.
Si cada uno de manera individual comienza a realizar acciones destinadas a mejorar las condiciones de vida del planeta, el cambio que llegaríamos a alcanzar sería tan grande como trascendental en la historia.
No existen límites para el ser humano, y así como hemos hecho tantas cosas adversas que han afectado de manera exponencial el equilibrio natural de la vida, de la misma forma podemos hacer tantas cosas grandes, buenas, positivas y extraordinarias, para revertir a nuestro favor estas condiciones, y obtener resultados que marcarían la diferencia y cambiarían a favor, nuestra realidad actual.
Tomar la decisión es lo único que necesitamos para cambiar la realidad que ven nuestros ojos a diario. Porque aunque muchos, aún, no quieran darse cuenta, la vida nos muestra cada día la verdad, cruel y dura como ella sola.
La desidia e ignominia de quienes ostentan el poder, el dopaje e inanición de las masas sometiéndose a una realidad que está lejos de sus aspiraciones, la cruel, voraz y rapaz acción de la economía que acaba con lo mucho o poco que puedan tener las personas, basada en un nivel de inflación que lo único que hace es engordar los bolsillos de quienes se hacen llamar financistas, inversionistas, empresarios, comerciantes, innovadores, emprendedores o como se quieran llamar, y sin dejar por fuera los costos de los servicios públicos que pareciera que están en una frecuente competencia por arrasar con los ya escasos ingresos que alcanzan los ciudadanos.
No bastando con esto, se suma la conflictividad social que ve aumentar la pobreza en cifras alarmantes, dejando en el camino los acuerdos internacionales ya trillados que apuntan a su erradicación, pero que no muestran avances significativos que representen luces de esperanza.
La conflictividad bélica que en silencio avanza en la creación de conflictos entre países que pareciera no les importa sino el poder, el declive económico y financiero de las más grandes bolsas del mundo que terminan afectando sin piedad a los más débiles, y, principalmente, a la falta de humanismo que muestran todas y cada una de estas acciones fatídicas que solo pareciera que apuntan a la exterminación de la raza humana.
Pero a pesar de todo esto, como seres humanos anhelamos y aspiramos buenas relaciones que nos lleven por los caminos del encuentro con Dios, de la paz, de la comunión, del equilibrio, de lo justo, de la razón, de las oportunidades sin discriminación, de la consciencia, de la equidad y de la verdad que nos muestre el encuentro con los principios elementales de la vida. Y, de una mejor ubicación en la balanza de lo terrenal, donde estemos todos en perfecta armonía con el universo.
Son muchas las tribulaciones que nos aquejan en la actualidad, pero debemos movernos en sincronía para elevar las energías que moverán el reloj del tiempo a favor de la humanidad.
Y para esto, debemos tener muy claro que únicamente y de manera exclusiva, somos nosotros los llamados a generar los cambios que se necesitan para cambiar las realidades que vivimos en este momento histórico.
Para lograr el desarrollo de una nueva humanidad, y poder evolucionar como un nuevo y mejor mundo, debemos hacer un trabajo concienciado en superar las limitaciones que tenemos como personas y como sociedad, modificar paradigmas y modelos mentales que nos han mantenido en lo tradicional y en el pasado, superar creencias y prejuicios que no nos permiten avanzar y alcanzar estándares conectados con el avance de la humanidad en sus diferentes contextos, y abrirnos a lo nuevo e innovador de la vida actual, conectándonos con el hoy, reinventándonos, ampliando y renovando nuestros sueños, y, principalmente, dejando atrás las divisiones para vernos como una sola raza, superando la desigualdad y regalarnos oportunidades múltiples, cambiando la conflictividad por la armonía, y aplicando de manera justa y consciente, los principios elementales por los que se debe regir la vida en el planeta. Todos queremos paz, amor, justicia, tranquilidad y vida.
Necesitamos experimentar un proceso de transformación de nuestra consciencia, para poner en práctica una nueva y profunda manera de entendernos, pensar, despertar, ver y sentir la realidad del hoy, y así, recibir una nueva dimensión y poder sumar energías que nos muevan a la acción, en el dimensionamiento de la realidad de cada ser humano.
Tal vez sea la hora de derribar muros, de ver la vida desde una nueva perspectiva, de entender que nada de lo que tenemos nos pertenece realmente, que si queremos ver renacer un nuevo mundo solo lo lograremos desde la visión de la unión, que debemos buscarnos y encontrarnos de nuevo como los seres que somos, que no debemos juzgarnos, que esa tarea está en las manos de nuestro Padre Creador, porque aunque tengamos filosofías diferentes, pensemos distinto, actuemos de una u otra manera o practiquemos religiones diferentes, al final somos seres humanos hijos de un mismo Dios, y compartimos las mismas realidades en el mismo contexto terrenal.
No debemos perder el tiempo. Hay mucha gente buena en el mundo que están haciendo cosas maravillosas para ayudar a otros, hay que elevar nuestra consciencia, ver, sentir, pensar, actuar, accionar, y tomar la decisión de formar parte de la nueva humanidad que el universo necesita, y que Dios clama cada día.
Con decisión genuina, con el amor que nace de nuestro corazón, confiando en las bendiciones del Supremo y activándonos en nuestra mejor esencia, alcancemos la mayor conexión con la vida, la naturaleza, los seres vivos, nuestros semejantes, y principalmente, con nosotros mismos.
Sí es posible.
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