Opinión

Hablemos hoy de: No querer ver la realidad

Nada es fácil cuando se piensa que se es algo, que no se es realmente.
martes, 13 agosto 2024

Muchas veces el ser humano se aleja tal vez por conveniencia o por comodidad, de lo que fue o pudo haber sido, de lo que deseaba y de lo que aspiraba pero que aún no ha alcanzado, y le cuesta ver y aceptar con objetividad, que tal vez en su vida no ha sido lo suficientemente responsable, como para aceptar que no ha tomado la decisión seria de conseguir lo que piensa, quiere y anhela, con el compromiso necesario para alcanzarlo.

En otras palabras, prefiere engañarse antes de ver la realidad de las cosas y de la vida, y utiliza un mecanismo de defensa que rechaza lo que emocionalmente lo afecta, aunque al final la realidad lo golpee duramente.

Es tan negativa esta posición que se utiliza como mecanismo de defensa y preferimos colocarnos en el rol de víctimas, para minimizar el impacto y las consecuencias que traerá para nosotros.

Y lo peor, es que no vemos la realidad interna, y buscamos siempre responsables externos.

Es muy importante despertar y darnos cuenta de cuál es la verdadera realidad de las cosas, y de cuál es la responsabilidad personal que debemos asumir en la búsqueda de soluciones a la situación que se está atravesando.

Por lo tanto debemos dejar de lado el facilismo, creer que nos merecemos todo sin ningún esfuerzo, ver cuál es mi realidad, y al final, colocar los pies sobre la tierra, limpiar mis ojos, y asumir que soy el único responsable de todo lo que tenga que ver con mi vida. No podemos esperar que la realidad cambie sin hacer ningún esfuerzo y sacrificio para alcanzar tan anhelado cambio.

Nada es fácil cuando se piensa que se es algo, que no se es realmente.

El ser humano es experto en engañarse a sí mismo, no le gusta ver la realidad, no acepta que la vida simplemente es así, no asume las cosas como el universo las ha dispuesto, no acepta que la objetividad es el mejor camino y prefiere ocultarse ante la falsedad para seguir haciendo lo que considera, sin asumir las consecuencias de su ceguera.

Con una importante cuota de irresponsabilidad, su oscurantismo es de tal tamaño que prefiere quejarse y sorprenderse de los resultados adversos y hacerse el sorprendido, para seguir viviendo en lo falso y la mentira, y ocultarse de la verdad y la realidad del presente. Lo cierto es que al final siempre habrá que pagar el precio del error y la falsedad en la que se vive.

No todo puede o debe ser como cada uno de nosotros queremos.

El mejor sabor de la vida está en la variedad, y para eso, el universo fue excesivamente generoso y nos brinda cualquier cantidad de variedad de todo lo que se nos ocurra, por tanto lo mejor que podemos hacer es buscar el equilibrio y empezar a saborear la gran variedad de momentos que están frente a nosotros, sacando lo mejor de cada uno de ellos.

El ser humano es contradictorio y le cuesta creer que sus actos generan consecuencias, no se satisface fácilmente y en oportunidades ni siquiera está claro en lo que realmente quiere.

En otras palabras, se oculta de la lógica de las cosas. Quiere ser rico pero no quiere trabajar, tener una gran casa pero no hace ningún esfuerzo por conseguirla, un buen trabajo pero que no le exijan nada, un gran carro pero que se lo mantengan y una buena vida sin tener que esforzarse mucho porque se puede cansar.

Y aunque parezca mentira, es una realidad que hoy se hace presente con mucha frecuencia.

En la medida que el tiempo avanza, se pueden observar casos que preocupan a quienes tenemos una visión objetiva de la vida, a quienes pensamos, creemos y queremos un mundo mejor, y a quienes creemos en la integridad y la grandeza del ser humano.

Sí es posible que podamos aterrizar, que nos formemos una visión de la vida totalmente objetiva, que despertemos a la luz del día que nos indica el camino correcto hacia el logro de metas y objetivos concretos, que podamos ser conscientes de la realidad de la vida, de sus hechos y sus lecciones, y que en conjunto, podamos ser artífices de una vida plena y con clara conciencia de nuestros actos.

Cuando aprendemos a aceptar las realidades de la vida, nos hacemos más conscientes de nuestra verdad, y es ahí cuando nos damos cuenta que el aceptar es un buen indicador para sentirnos satisfechos y felices de lo que hacemos.

Que a pesar que la vida nos somete en muchas oportunidades a pruebas bastante duras, no debemos hacernos los ciegos ante estas situaciones y debemos enfrentar con gallardía cada una de ellas, para evitar trastornos que a la larga nos afectarán.

Cuando nos formamos expectativas de algo, lo debemos hacer basados en hechos reales, de lo contrario la insatisfacción y la frustración se apoderará de nosotros y nos llevará hacia la queja y la amargura. Esto no será nada bueno pues afectará nuestra salud emocional y física, generando en nosotros cierta inestabilidad.

Lo cierto de todo esto, es que debemos ser muy objetivos y tener bien claro lo que somos y lo que queremos, que lo más importante es estar vivo, que el respeto es un valor que permea a los demás valores, que no debo pretender ser lo que no soy, que debo estar claro en cuáles son mis capacidades y fortalezas, que no soy ni más ni menos que otros, que ser bueno no es malo y ser malo no es bueno, que con lo que tengo es suficiente para avanzar en la vida, que si quiero más debo forjarlo con esfuerzo y trabajo, que lo más importante es que estoy y con eso me basta para alcanzar mis sueños y aspiraciones.

Hoy veo la realidad con mucha más claridad.

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