Hablemos hoy de: Lo que digo y lo que hago
Tal vez en alguna oportunidad hemos escuchado frases como, una cosa es lo que dices y otra lo que haces, o soy lo que hago y no lo que digo que haré, o tal vez, me hago responsable de lo que digo, más no de lo que tu entiendas. Todo esto ha sido escrito por grandes pensadores, y todos tienen razón, pero no olvides, como dijo Buda, todo lo que te molesta de otras personas, es solo una proyección de lo que no has resuelto en ti mismo, por lo tanto debes revisar por qué no cumples con lo que dices.
Normalmente cuando nos quejamos de lo que alguien dice o hace, nos estamos viendo reflejados de una u otra manera en el accionar de esa persona. Sin embargo, no nos damos cuenta porque es algo que está arraigado en nosotros y nos cuesta aceptarlo. Es allí donde cabe una profunda reflexión que nos lleve a alinear nuestro pensamiento, con la boca y la acción.
Es por esto que el ser uno mismo tiene que ver con la coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, alineado siempre a los valores que exaltamos. Esto establece una estrecha relación con nuestra autoestima, pues lo que decida hacer, o decir, no va a depender de lo que otros piensen, digan o, hagan. Por lo tanto, mis acciones deben estar alineadas a mi personalidad, mis creencias y aprendizajes, y debo cuidar en extremo lo que por mi boca sale, ya que muchas veces tropezamos más con lo que decimos que con los pies. Por eso, cuando hablamos más de la cuenta dejamos de escuchar esa apacible y hermosa voz de Dios en nuestro corazón. Seamos consecuentes con nuestro discurso.
Somos seres únicos y universales creados por Dios, y tenemos todos los accesorios necesarios para alcanzar los resultados, logros y metas que nos propongamos en la vida. Solo debemos identificar nuestros talentos y tener propósitos para trabajar en función de obtener los conocimientos necesarios y las destrezas que debemos desarrollar, para transformarlos en fortalezas que nos permitan cosechar el éxito en el camino que debemos seguir.
Y en ese camino precisamente, hay momentos en los que tienes que decir lo que piensas, de lo contrario, tal vez más adelante te puedas arrepentir de no haberlo dicho. Como dijo Albert Scheitzer, nunca debes olvidar que el ejemplo no es lo que más influye en las personas, es lo único. Por lo tanto, debes demostrar con tus actos todas las cosas que dices que son buenas, para que puedas ser un verdadero ejemplo principalmente en tu familia, de igual forma en tu trabajo. Así estarás contribuyendo a tener una mejor sociedad.
Un aspecto resaltante para que exista coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, es la integridad. Stephen Covey la define como “La decisión consciente de ser fiel a aquellas cosas en las que creo, a pesar de las circunstancias”. De tal manera que si eres integro puedes lograr un equilibrio significativo entre el decir y el hacer, de esta forma acompañaras tus palabras con acciones. Por ejemplo, cuando alguien te dice que eres una persona íntegra, te está reconociendo como una persona con valores. La integridad es pensar, hablar y hacer exactamente lo mismo. Allí cabe la pregunta, ¿eres lo que dices o lo que haces? Si lo que haces es coherente con lo que dices, eres una persona íntegra. Aquí podemos establecer un ejemplo de algo que tal vez hayas visto en algún momento, en el contexto laboral hay personas que cuando están con los directivos hablan de la empresa y de los jefes de una manera, pero cuando estos no están, hablan de una forma totalmente distinta y nada agradable. ¿Eso es ser íntegro?
Una persona íntegra tiene su personalidad bien definida, practica sus valores, piensa lo que va decir y analiza las decisiones que lo llevarán a desarrollar las acciones de la manera más correcta posible.
Todos los días vemos personas que dicen una cosa y hacen otra. Tal vez es parte de la crisis en la que está sumergida la humanidad en estos momentos en que se habla de globalización. O, tal vez sea parte de una crisis de valores que alejan al ser humano del deber ser y lo envuelven en un mundo irreal en el que la mentira se apodera de él.
Hay que trabajar en función del desarrollo de los valores en la sociedad, principalmente, en los niños que son al final los más afectados en esta crisis y los que marcan el destino de las sociedades. Ser coherentes en el discurso, hablar con la verdad, dejar de jugar con la esperanza de las personas, ser justo, mostrar las realidades, decir y hacer y de esta forma dejar de ser falsos en el discurso que solo busca un beneficio personal.
No soy lo que digo ser, si no lo demuestro, porque cuando quiero hacer algo, no tengo que decirlo simplemente lo hago y punto.
Busquemos la manera de ser coherentes, esta se obtiene a partir del conocimiento de nosotros mismos. Sin muchas preguntas de quiénes somos? qué queremos? entre otras, demos pasos concretos hacia la felicidad sin esperar que cosas extraordinarias sucedan en nuestras vidas. Ajustemos nuestros pensamientos en función de encontrarla, ya que esta se obtiene alineando con coherencia lo que pensamos, decimos y hacemos.
Piensa siempre lo que vas a decir, pues tu palabra es signo de quién eres de verdad. Pero no te detengas por lo que creas que puedan pensar de lo que digas, recuerda que lo hagas o no, siempre habrá alguien que hablará de ti. Tampoco olvides que tus palabras pueden herir y marcar la vida de otra persona, por lo tanto piensa muy bien lo que vas a decir y encuentra siempre la mejor manera para decirlo.
No temas hablar, si lo que vas a decir es totalmente coherente dilo simplemente. Habrá alguien a quien le guste y habrá a quienes no, pero no te puedes detener por eso. Sigue adelante y recuerda, si no le caes bien a todo el mundo, es porque no todos tienen buen gusto.
No subestimes a nadie, pues puede saber más de lo que dice, pensar más de lo que habla, y darse cuenta de mucho más de lo que crees.
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