Hablemos hoy de: Las Tormentas

Ningún ser humano está exento de ser sorprendido por alguna situación compleja que le transforme su paz y tranquilidad.

Pero esto forma parte de la vida y de la cotidianidad del ser humano. Y, precisamente es allí donde entran en juego las emociones, el carácter, madurez e inteligencia, para enfrentar y salir airoso de cada una de estas.

Porque no suele ser un solo momento, sino que suelen repetirse en distintas oportunidades.

Como miembro de la sociedad del mundo formamos parte del sistema, y esto hace que seamos susceptibles de vernos envueltos en alguna situación difícil que dependiendo de cómo la manejemos, puede llegar a cambiarnos la vida, por lo que es muy importante que actuemos con calma y veamos el momento con mucho cuidado, pues puede llegar a tener una solución simple, y tal vez con nuestra actitud la compliquemos y se nos pueda escapar de las manos.

Aquí se presenta el momento de manejar nuestras emociones, para no convertirla en una verdadera tormenta.

Tenemos que evitar el caer en la desesperanza y sentirnos angustiados, desanimados, vencidos o decepcionados.

Tal vez hayamos cometido un error grave, o nos hayan roto el corazón por acciones de otros, o estemos muy preocupados por alguna circunstancia, o nos sentimos abandonados por la esperanza, es ese el momento en el que debemos acudir a los valores y principios que nos inculcaron, a la fuerza con la que nos forjamos la vida, y a la fe en la capacidad que tenemos para superar cualquier obstáculo o situación complicada que se nos pueda presentar en el camino.

Y si sentimos que la situación nos desborda, entonces debemos acudir a nuestro Padre Creador y rogar por el alivio que necesitamos y que nos lleve a encontrar la solución, la calma y la paz, que anhelamos en momentos de tormenta.

Siempre es bueno tener presente que cada tormenta que enfrentamos en la vida, tiene un propósito.

Y tal vez estemos actuando de la mejor manera y podamos pensar que si hacemos las cosas bien, pues nada nos sucederá, pero resulta que la realidad de la vida nos muestra que no es tan así. Esto nos conduce a aumentar nuestra fe y alimentar el espíritu pensando en positivo, y en que en la vida todo tiene una razón de ser.

Somos seres humanos y en oportunidades pareciera que las tormentas las creamos nosotros mismos.

Esto es parte de la complejidad que como raza tenemos, y que debemos aprender a manejar, creyendo en nosotros mismos, valorándonos como los seres perfectos que somos, construyendo nuestras propias realidades, formando parte de lo bueno del mundo con nuestras acciones, mostrando las cualidades positivas, sintiendo que somos parte de todo lo bueno y bonito con lo que Dios adornó el planeta, y mostrando el agradecimiento eterno por cada una de las vivencias que llegamos a tener, en nuestro paso por el plano maravilloso de la existencia.

Quien diga que nunca ha atravesado una tormenta en su vida, se está engañando de manera cruel. Lejos de esto, debemos aceptar cada una de estas situaciones, aplicar las enseñanzas de Dios y de la vida, mostrar nuestra fe y fuerza para salir del enredo, poner en práctica los aprendizajes que hemos obtenido en cada una de nuestras experiencias, mostrar coraje para enfrentar lo complejo, y alimentar cada día el espíritu y el alma con cosas buenas y bonitas.

Y nunca olvidar que a nuestro lado siempre habrá, además de Dios, otras personas maravillosas que están dispuestas a ayudarnos a superar, todas las tormentas que se puedan atravesar en nuestro día – día.

Ninguna tormenta dura para siempre, y una vez que se supera, se genera una sensación tan extraordinaria de alivio, que es indescriptible y que nos enseña que todo en la vida tiene su tiempo. Solo hay que alimentar la fe y la confianza en uno mismo, y seguir el camino por la senda del bien.

Todos en algún momento de nuestra vida, experimentamos tormentas, sufrimiento, dolor, pérdida, separación, traición, entre otras tantas que nos hacen sufrir y caer en la tristeza, depresión y desolación.

Sin embargo, tenemos la capacidad para sobreponernos a cada una de ellas cuando entendemos, que son situaciones a las que tenemos que enfrentar con inteligencia, voluntad y ganas de superarlas.

Hay que tener la fe viva y en estos terribles momentos de angustia, acudir a Dios para que cese la turbulencia que nos causa desesperación y terror, y a nuestras capacidades para resolver conflictos.

Pero principalmente solo el Padre Creador nos da la fortaleza que necesitamos para salir airosos de cada una de estas terribles tormentas que se atraviesan en nuestro camino.

En oportunidades, la misma complejidad del ser humano lo lleva a crearse tormentas internas sin motivo y sin razón, y esa es la más compleja de superar, pues se sostiene sobre imaginarios o problemas que si los revisamos a detalle, tienen soluciones simples y sencillas pero que nosotros mismos nos negamos la solución, por no permitirnos ver con objetividad y claridad, lo que tenemos frente a nuestros ojos.

Aunque llevemos nuestra vida con calma y tranquilidad, en algún momento se presentará alguna tormenta que nos activará y nos pondrá a buscar soluciones para su resolución y seguir adelante. Enfermedades, preocupaciones, situaciones familiares, laborales, sociales, y naturales que alteran nuestra tranquilidad, son algunas de las que tendremos que enfrentar, y con la ayuda de Dios y nuestro empeño, superar en las mejores condiciones posibles.

Pensemos que estas vienen a nuestra vida, para enseñarnos algo bueno, para probar nuestra fe, para acercarnos más a Dios, y para mostrarnos la capacidad y grandeza que tenemos para superar obstáculos y desarrollar la confianza en nosotros mismos.

Siempre seremos capaces de superarlas y continuar.

Sabes que significa la palabra Bonhomía?

Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y comportamiento.

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