Hablemos hoy de: La Vejez
Un tema poco atractivo para muchos, pero real e inevitable para todos. Ah, pero como debe ser, muy valorado y agradecido por otros.
Considerada como la última etapa de la vida de los seres vivos. Pero si evaluamos con objetividad el término, nos daremos cuenta que realmente desde que nacemos, comienza nuestro proceso de envejecimiento. También se dice que es el período subsecuente que acompaña a la madurez. Y a pesar que la Organización Mundial de la Salud la ubica a partir de los 60 años, y otros en 65, es muy cierto que no existe una edad determinada que señale su comienzo.
Estas estimaciones no se fundamentan en estudios biológicos, sino más bien en la historia. Algunos estudiosos del tema ubican la edad máxima del ser humano en 115 años, sin embargo, esta va depender de múltiples factores, ya que durante este proceso, todos los sistemas de nuestro organismo experimentan una serie de cambios, que a pesar que se consideran que son universales, los mismos dependerán de las condiciones evolutivas de cada individuo.
A pesar que todos sufren cambios, se puede resaltar que dentro de los sistemas que se ven más afectados están el nervioso, el locomotor y el inmunitario.
Por lo tanto es muy importante valorar el cuerpo y mente manteniéndonos activos, haciendo uso de nuestra capacidad de toma de decisiones, dialogando y emitiendo opiniones y participando en actividades de todo tipo en las que seguro tendrán algo positivo que aportar. De igual forma hay que hacer un gran esfuerzo por manejar las emociones, la depresión y la ansiedad. Estos a pesar que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, se acentúan en esta etapa, debido al incremento de eventos adversos.
Se considera que el envejecimiento se inicia desde la concepción, por lo tanto, la vejez como etapa vital, es vista como la última fase de este proceso. Viene siendo como el resultado del paso del tiempo.
Es importante reconocer que entre la concepción y el envejecimiento, existen otras etapas en las que el ser humano se somete a cambios constantes, el crecimiento, el desarrollo o maduración, hasta llegar al inicio del descenso, o como se dice coloquialmente, la curva comienza a declinarse en contra de nuestra vida. Comenzamos a notar cambios que nos sorprenden, incluso, en oportunidades nos vemos frente al espejo y nos preguntamos, de verdad ha pasado todo este tiempo?. 50, 60 o más años?
Pues así es. No podemos ocultar la realidad, y tal vez allí se rompe nuestra creencia que nunca nos pondríamos viejos y nos damos cuenta que el tiempo pasa sin pedir permiso, pues no nos avisó que estábamos avanzando en edad y que sufriríamos los cambios que estamos evidenciando.
Pero no debemos olvidar que esta representa una especie de reconstrucción biográfica y social de lo que ha sido nuestra vida. Y que a través del tiempo, se convierte en la manifestación de las necesidades acumuladas como pérdidas, cambios, oportunidades, limitaciones, capacidades, momentos, triunfos, éxitos, frustraciones, otros.
Todo esto influye en el proceso, solo que la actitud con la que enfrentemos esta realidad, determinará el tiempo y la forma como avanzaremos en él.
Si bien es cierto que los estados tienen una gran responsabilidad en garantizar calidad de vida para las personas en esta etapa, también es cierto que cada uno de nosotros seremos responsables de la forma como abordemos nuestra realidad. Hay que buscar la forma y maneras de mantenerse en constante actividad. Principalmente en nuestra capacidad física, ya que de esta dependerá también la capacidad mental e intelectual, así como del carácter. Es indispensable la implementación por parte de los estados, de políticas públicas eficientes y efectivas para que la prolongación de la vida en los seres humanos, sea de calidad.
En la actualidad, los viejos, ancianos, jubilados, abuelos, pasados de moda, o como se les quiera calificar, suelen ser desvalorizados y considerados como una carga. Incluso existen personas que quisieran que desaparecieran y han llegado a decir que hay que acabar con los ellos. Esto es una muestra del poco valor por la vida y por el respeto que se les debe tener, a quienes construyeron con esfuerzo, dedicación, trabajo y hasta sacrificio, todo lo que en la actualidad existe para que las generaciones posteriores, tengamos todo lo que el mundo nos ofrece.
Sería muy interesante iniciar un esfuerzo multidisciplinario y multisectorial, para trabajar en función del logro de estrategias que permitan que la prolongación en la vida del ser humano, sea de calidad. Para esto se podría apuntar al desarrollo de una dimensión ética basada en la sustentabilidad y al mejoramiento de las oportunidades y condiciones, y la superación de estereotipos y prejuicios que incluso se ven en el seno de la familia. Este sería el centro principal en la aplicación de medidas que apunten al logro de metas que orienten principalmente al reconocimiento de los valores que representan la experiencia acumulada, de las personas en esta etapa de vida.
Es tiempo de reflexionar sobre este tema. Hay que actuar de manera responsable y consciente. Ser viejo no es pecado, es signo de experiencia, de sabiduría, de conocimiento, de vida, de tener que contar, de merecer respeto, de gozo, de felicidad, de agradecimiento y de muchas cosas positivas que pueden engrandecer mucho más, el hecho de haber llegado a esta etapa con salud, y consciencia plena para poder narrar, lo bella que es la vida. Gracias por los años.
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