Hablemos hoy de: La participación

Si bien es cierto que se habla mucho de participación, también es muy cierto que esta práctica no se ha extendido ni consolidado en la sociedad actual.

Para que haya un verdadero proceso de participación, debe haber libertad de pensamiento y acción, pues deben estar garantizadas, las oportunidades que permiten que esta práctica, sea justa, eficiente y efectiva.

Existen diferentes conceptos sobre el tema. Un ejemplo es la participación ciudadana. Esta en teoría, es la oportunidad que tienen los ciudadanos de aportar para la toma de decisiones en lo que respecta a políticas públicas, manejo de recursos, planificación y formulación de proyectos, ejecución, contraloría y evaluación de todas las acciones que impactan a sus comunidades.

Así como la constitución contempla que todos los ciudadanos tenemos derechos, pero también deberes, de la misma forma la participación es un derecho y un deber que tenemos todos, de tomar y formar parte de lo que tiene que ver con los procesos evolutivos de la sociedad, en la construcción de las políticas públicas.

Esto contribuye de manera efectiva, en la búsqueda de soluciones a la problemática social de las comunidades.

Desde el primer momento de estos procesos, se debe involucrar a los ciudadanos que son los que tienen la mejor visión, y conocen la problemática por la que puedan estar atravesando en sus zonas de residencia, o en la región en la que se desenvuelven.

Pero esto puede resultar no muy atractivo para muchas autoridades, ya que se han visto casos en los que los ciudadanos han intentado ser objetivos por todos los medios posibles, y las respuestas de quienes tienen la responsabilidad del manejo y administración de proyectos y recursos, no han sido satisfactorias desde ningún punto de vista, mostrando desinterés en el tema.

A pesar que se ha hecho énfasis en la contraloría social, esta no ha funcionado porque siempre hay trabas para que de manera clara, presencial, justa y real, se adelanten los procesos de evaluación y auditoría de la gestión pública.

Es lamentable que no exista voluntad por parte de las autoridades en darle el peso y la importancia que realmente amerita la participación ciudadana.

Esta, al ser practicada desde los inicios de la gestión política, es una garantía que legitima los procesos y reafirma la democracia, al permitir que los ciudadanos generen confianza en sus representantes, al formar parte activa en la solución a sus problemas, al pasar de la simple emisión de opiniones, a la participación activa en la cultura, política y el desarrollo de planes, programas y proyectos, para el beneficio común.

Haciendo una importante reflexión sobre el tema, debemos mencionar que uno de los elementos más importantes para que exista una participación clara y objetiva de los ciudadanos, es garantizar el acceso a la información, a través de un proceso comunicacional oportuno, permitiendo así, que la ciudadanía pueda formar parte en condiciones justas, en los procesos de toma de decisiones de las políticas públicas.

Al generar procesos oportunos de comunicación, involucrar desde el inicio a los ciudadanos, y escuchar sus voces, se fortalecen importantes aspectos que mejoran la relación entre los ciudadanos y quienes ejercen cargos públicos, fortaleciendo de esta manera la gobernabilidad, generando aspectos educativos a la ciudadanía, y se previenen posibles conflictos que se resuelven a través del diálogo.

La participación se realiza no solo desde el punto de vista de la conformación de agrupaciones de individuos, esta también puede ser de forma individual, ya que todo ciudadano tiene el derecho a manifestar sus puntos de vista, en todo lo que tiene que ver con su proceso evolutivo, y el de su grupo familiar.

La participación es un derecho humano esencial de cada habitante de la sociedad de mundo, y se considera democrática, cuando permite que todos los ciudadanos participen.

Es importante mencionar que los procesos de participación, están totalmente relacionados con la necesidad de sentirse protagonista de su desarrollo, al involucrarse en la transformación de la sociedad, que permitan elevar su calidad de vida.

Para que la participación sea real y justa, cada individuo debe tener muy claro quién es y qué quiere en la vida.

Así como también, un nivel significativo de autoestima e identificación, que le permitan ejercer su autonomía a la hora de tomar decisiones propias, sin ser influenciado por otros. Y a pesar que muchas decisiones se toman por consenso, es válido que su propia opinión sea escuchada y tomada en cuenta, a la hora de llegar a los resultados finales.

Las debilidades de una sociedad pueden atentar contra sí mismas.

De ahí, la importancia que tiene el que cada ciudadano sea autónomo, equilibrado, justo y objetivo en su participación, y que a la vez sea empático con las demás personas, para que sea la armonía la que medie en un verdadero proceso participativo que conlleve a la toma de decisiones que beneficien al colectivo y que permitan evaluar de manera clara y eficiente, la gestión de quienes conducen las instituciones que deben estar al servicio de los habitantes de una comunidad, zona, ciudad, estado, región o país.

Nunca debemos dejar que otros tomen decisiones por nosotros, por tanto debemos ser partícipes de cada proceso en el que las decisiones a tomar, tengan que ver con nuestro desarrollo como ciudadanos.

Es mejor participar que estar hablando detrás de las cortinas, no te conviertas en uno más del montón y forma parte de las decisiones que se deben tomar.

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