Hablemos hoy de: La oración y la fe
En este mundo que pareciera que va en retroceso, que está al revés, que hasta cierto punto está medio loco, que en oportunidades no da tiempo ni para reflexionar sobre nuestras acciones, que nos deshumaniza sin darnos cuenta, que nos aleja cada día de nuestros valores y principios, y que pareciera que apunta, hacia objetivos muy siniestros y malos para la humanidad, debemos encontrar caminos que nos acerquen a Dios, y a una profunda reflexión sobre el futuro que nos espera.
Estas reflexiones nos deben conducir hacia la oración, y al desarrollo de nuestra fe, para encontrarnos con Dios.
Muchas personas se olvidan de la existencia de Dios, se esconden y no creen en él, o simplemente, no tiene ningún significado. Pero aunque ellos piensen o sientan todo esto, Él siempre nos acompaña a todos, y nos busca antes de que seamos nosotros quienes lo busquemos.
En momentos de soledad, peligro, cuando nuestra consciencia nos reclama, cuando la angustia nos aborda, en los momentos que sentimos que la fuerza nos abandona, cuando todo se oscurece a nuestro alrededor, siempre y en cada situación de apremio, Dios está a nuestro lado para tendernos la mano y ayudarnos a salir de las dificultades.
Hoy en día somos más las personas que acudimos a Él a través de la oración, pidiendo su intercesión, para hacer frente a las complejidades de la vida.
La oración es un acto hermoso del ser humano. Es tan importante como respirar, amar o alimentarse, es darnos cuenta que cuando lo hacemos desde el corazón, nos da fuerza y nos acerca a dios, estableciendo una verdadera relación.
Ante tanta oscuridad, cuando estamos llenos de angustia, de incertidumbre, de inquietudes, de dudas, de miedo, cuando sentimos que la fuerza nos abandona y que estamos solos, y que ya no podemos seguir, solo debemos acudir a la oración, para despejar los caminos que hemos de recorrer, y sentir su presencia a nuestro lado.
Pero la oración sola no es suficiente para superar tantas cosas adversas, debemos acompañarla con la fe, y esto nos permitirá con profundo sentir, saber que nunca estamos solos y que en los peores momentos, siempre está acompañándonos y guiándonos hacia el éxito.
Cuando nos sentimos agobiados, debemos sacar desde lo más profundo de nuestro ser, cada palabra que transmita lo que siente nuestro corazón, lo que estamos viviendo, las preocupaciones, y todo lo que no nos deja avanzar.
Seguro que de esta forma, estableceremos un proceso de comunicación con Dios que nos mostrará su voluntad, la energía de sus palabras, su cercanía, veremos su luz iluminando y acompañando los pasos que daremos, y a través de Él, podremos transmitir la inspiración que se siente al escuchar sus palabras, y sentir su guía hacia los caminos despejados que nos trasladarán al logro de todo lo bueno que podemos encontrar en este universo maravilloso.
Es muy importante estar claro en que orar no es un simple acto de rutina, sino que implica un momento de encuentro con tu verdadera fe, tu identificación y relación con las enseñanzas de Dios nuestro Señor.
Solo así realizaras un acto verdadero y con significado, que te unirá más a sus enseñanzas y principios. Es relevante recordar que la fe es importante en este proceso, que la misma le da un toque cálido y personal al acto de orar, que es un proceso continuo, y lo convierte en la forma ferviente de pedirle a Dios que nos proteja e ilumine en todo lo que pedimos.
Cuando vemos las cosas con objetividad, el entorno no sea el que determine nuestro comportamiento, busquemos la verdad y la vida entendiendo las acciones de Dios, y creamos en la verdad, podemos decir que nuestra fe es sólida, pues esto no dará cabida a la duda, y podremos ver su voluntad plasmada en todo lo que se relacione con nuestra vida.
Muchas veces creemos que tenemos la fe viva, porque de una u otra manera las cosas a nuestro alrededor funcionan bien, pero cuando los intereses particulares privan sobre la verdadera y honesta relación que debemos tener con el Señor, nos damos cuenta que la fe que practicamos no es auténtica, y que carece de profundidad sincera y honesta. Es débil pues no resiste las pruebas de la realidad, basta con que suceda algo adverso, para proferir rechazos a Dios porque las cosas no se dieron como lo esperábamos.
La auténtica fe, pasa por conservar un corazón fiel a Dios en todos los sentidos. Que a pesar de los fracasos, tropiezos, dificultades, obstáculos, o cualquier otra adversidad, seamos capaces de buscar la verdad, de entender por qué Dios hace las cosas de esa manera, y comprender que lo que sucede es su voluntad y debemos entenderlo desde lo más profundo de nuestro ser. Solo así demostraremos tener una autentica fe.
Ante tanta oscuridad, no podemos permitir que las oraciones que realizamos con verdadera fe, pierdan su sentido y el valor que le damos desde nuestra alma y corazón. Por esto al despertar, comienzo mi día con una oración llena de fe, para ver cristalizar los milagros que Dios nos tiene preparados cada mañana, cada tarde, cada noche.
Así, con el poder de la oración y la fuerza de la fe, tendremos la luz que iluminará cada paso que demos en este mundo complejo, pero hermoso a la vez, y sentiremos que Dios está a nuestro lado, para darnos seguridad y tranquilidad, como sus hijos que somos.
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