Hablemos hoy de: La compasión
Sentimiento hermoso que adorna a las personas de buen corazón, y que tienen la capacidad por bendición de Dios, para sentir, comprender y acompañar desde su esencia, a la persona que está atravesando momentos complejos y difíciles. La compasión es más intensa y pura que otros sentimientos y valores, y normalmente se transforma en acciones en la búsqueda de reducir, aliviar el sufrimiento, o solucionar la situación que apremia a la otra persona.
Muchos la confunden con la empatía, pero la diferencia es que esta no solo reconoce lo complejo del momento que puede estar viviendo el otro, sino que se activa a través de actos propios para buscar soluciones, ya que va más allá de los simples sentimientos. Al final es un acto totalmente espiritual.
En la actualidad, cuando la sociedad mundial está viviendo momentos y situaciones casi inexplicables, este valor cobra una relevancia extremadamente importante. A través de la bondad, empatía, tristeza y comprensión que ella expresa, podemos trabajar en la construcción de relaciones sociales más equilibradas, y por ende en el desarrollo de una consciencia social que se ajuste a la realidad actual. Partiendo del reconocimiento del sentir del otro, podemos contribuir en la disminución de su sufrimiento, a través de la caridad.
La compasión nos permite evaluar el comportamiento del ser humano ante situaciones que afectan a un alto porcentaje de la población mundial, indistintamente de su raza, sexo, cultura, religión, o condición social. Gracias a esta, podemos observar los niveles de tolerancia, justicia y equidad, tanto del hombre, como de instituciones, fundaciones y organizaciones, creadas bajo la filosofía de ayuda humanitaria.
La compasión tiene una connotación religiosa, ya que su significado indica la muestra de misericordia, conlleva a la amabilidad, al perdón de los que hacen mal pues los reconoce como víctimas de otros, al albergue de piedad por las personas que sufren, y lo más grande, a la reconciliación de todos porque todos padecemos de males, y hemos sido pecadores.
La compasión desde el punto de vista del budismo, significa tener respeto por la dignidad que cada ser humano merece.
Algunas formas de practicar la compasión son, acompañar a una persona enferma, donar alimentos a quienes lo necesiten, dar apoyo económico indiferentemente de sus necesidades, enseñar a alguien con dificultades de aprendizaje, solidarizarnos con una persona con necesidades especiales, mostrar interés por prestar cualquier tipo de ayuda a nuestros semejantes ante tantas carencias que se padecen en el mundo en la actualidad.
Ser compasivo también tiene sus beneficios. Algunos de los más importantes es que nos hacemos más humanos y sensibles al dolor ajeno. Desarrollamos sentimientos hacia la práctica de la empatía, aumentamos nuestro sentimiento de humildad, disminuimos los niveles de egoísmo, incrementamos los sentimientos bonitos y positivos hacia los demás, elevamos el valor por las cosas buenas de la vida y por lo que realmente es importante. En general, nos convertimos en buenos seres humanos con sentimientos y valores de justeza y equilibrio en cada una de nuestras acciones.
Es importante tener claro que la compasión no tiene nada que ver con sentir pena, ya que esta no nos mueve a hacer nada para solucionar la situación del otro. En cambio la compasión nos lleva a estar concienciados en la verdadera necesidad de apoyar a la otra persona, a encontrar solución a la situación que atraviesa.
También es importante mencionar que la compasión debe ser manejada con criterio de equilibrio, al no permitir que llegue a ocupar niveles muy altos de atención, descuidando nuestras propias tareas y nuestra vida personal, al querer apropiarse de la situación de la otra persona.
Como todo en la vida, este tema también requiere de claridad en su manejo. No debemos permitir que rebase nuestros límites, alterando el equilibrio emocional que debemos sentir, para poder aplicar con plena consciencia las ayudas que sean necesarias, para encontrar soluciones efectivas a las situaciones planteadas.
Una persona compasiva es una buena persona. Normalmente tiende a ser empático, alegre, sensible, consciente, sabe escuchar a los demás, es desprendido de lo material, justo, sincero, sabe utilizar el “no”, responsable, amable, gentil, solidario, claro, directo, honrado, objetivo, humilde, piadoso, caritativo, humano y altruista, entre otras tantas cualidades que lo adornan.
Con las enseñanzas de Dios cada ser humano debe tener en su ser, el valor de la compasión.
En este momento en el cual se escribe una historia dura de la humanidad, cada uno de nosotros debemos apuntar a desarrollar nuestras cualidades hacia la práctica de los valores más elementales del ser humano, que permitan niveles de convivencia armónicos y estables, para lograr la estabilidad que debemos alcanzar para tener una vida plena, justa y consciente, como miembros de una sociedad en constante evolución.
Seamos libres y mostremos compasión ante la vida, para ser reconocidos como parte de los elementos que conforman el maravilloso universo en el que cada día, damos pasos hacia la realización de una sociedad compleja, pero segura de alcanzar los niveles significativos de comprensión, que nos conduzcan a la integración como parte de la sociedad del mundo.
Hacer el bien y mostrar la bondad que alberga nuestro corazón, nos hace mejores seres humanos y nos conduce a mostrar al universo, lo grande que podemos ser, y que si podemos llegar a tener un mundo mejor en el que todos seamos parte activa del mismo.
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