Hablemos hoy de: El maestro no tiene quien le escriba

Una bonita reflexión que nos conducirá a mejorar nuestra visión, sobre lo que es o representa un maestro en la humanidad.

Comencemos por decir que la educación con ética es el camino que guiará al mundo a la solución de gran parte de sus conflictos.

Porque educar, es un compromiso moral del tamaño del universo, una tarea extremadamente exigente y compleja, que requiere de seres humanos capaces de dedicar parte de su vida en formarse, con paciencia, esfuerzo, creatividad, ética, pasión, dedicación, y principalmente, amor, para posteriormente dedicarse a sembrar semillas de conocimiento que conduzcan a establecer en el ser, los aprendizajes necesarios que los conlleve a definir sus orientaciones, y descubrir gustos, habilidades y potencialidades, que les permita desarrollar sus procesos de formación, crecimiento y evolución.

Para educar se requiere de un maestro. Un ser excepcional que escogió uno de los caminos más complejos y desagradecidos de la vida, ya que en muy pocas partes del mundo, son valorados y reconocidos con el mérito que realmente merecen. Y estoy hablando del maestro con vocación y con ética, como los que tuvimos nosotros y que aún recordamos, pues marcaron una huella imborrable en nuestras vidas a través de sus enseñanzas, regaños y concejos. Ah, aparte de alguno que otro jalón de orejas.

Ser maestro es una decisión personal, una profesión vocacional, es una actividad bonita, placentera, es un compromiso de vida, es ser un agente de transformación social, formador de futuro, generador de cambios, orientador y conductor de constructores de mundo, es ser una pieza clave en toda sociedad.

Esta profesión no se basa en preparar una clase y explicarla a 30, 40 o más niños, adolescentes, jóvenes o adultos que asisten a un aula de clase, es compartir conocimientos, es entender al ser humano, es conocer a las familias, es muchas veces introducirse en la vida de sus estudiantes, ser enfermeros, médicos, sicólogos, consejeros, trabajadores sociales, terapistas, madre, padre, es formar valores, es moldear personalidades, es construir carácter, seguridad, visión de vida, es en definitiva, ser artífice de la construcción de un mundo con posibilidades.

Es muy importante resaltar, que un verdadero maestro no tiene quien le escriba ya que el por sí mismo, debe construir el entramado y complejo proceso para desarrollar su labor de manera correcta. No cuenta con asistente, secretaria o analista que esté a su disposición para complementar o apoyar, el desarrollo de su planificación o corrección de evaluaciones entre otros.

Además, esta labor no culmina al sonar un timbre de fin de jornada, parece que su portafolio no lo deja descansar en ningún momento pues lo acompaña a todas partes.

Es tan así, que un maestro trabaja largas horas fuera de su horario dedicando el tiempo a la planificación, corrección, evaluación o diseño de actividades extracurriculares, que le absorben gran parte de su tiempo personal.

Esto sin contar las llamadas telefónicas de colegas y representantes, que sin el más mínimo reparo de respeto, se dan el permiso de ocuparles su tiempo personal porque o no pudieron en el trabajo, o sus múltiples ocupaciones no les permitió asistir al colegio.
Otro aspecto importante a resaltar, es que el proceso de formación y actualización del maestro, en casi la totalidad de los casos es fomentado por sí mismo, ya que los planes que deberían existir en este sentido, brillan por su ausencia o su oferta no reúne los requisitos que permitan realmente, una verdadera formación.

Pero el que resalta sobre los demás, es el que tiene que ver con la remuneración que por sus servicios reciben los maestros en la actualidad a nivel mundial. Con la excepción de algunos países en los que sí valoran su labor y sus salarios son significativos y satisfactorios, lo que incide de manera directa, en el compromiso y calidad del servicio que prestan y en su moral y ética. Pudiendo tener así, una calidad de vida significativa para ellos y sus familias.

La transformación en la que se encuentra el mundo en estos momentos, nos dice muchas cosas que nos permiten reflexionar sobre el futuro de la humanidad.

Ciertamente la economía es una de las principales preocupaciones, pero existen otros aspectos que deben ser tratados con sumo interés, pues a través de ellos se pudiera llegar tal vez, a la solución de otros y así, establecer una cadena que contribuya a la solución de muchos, o de gran parte de estos.

Desde mi punto de vista, la educación es uno de los principales que habría que atender con suma urgencia. Y sumado a este, la generación de políticas de verdaderos beneficios para la profesión del educador, ya que esto redundaría en el mejoramiento de la calidad de la enseñanza, y se contribuiría en la búsqueda de solución a grandes problemas que enfrenta el mundo. No es lo que determinaría una total solución, pero sería el camino que abra un compás a la participación de todos los sectores de un país, a formar parte de grandes iniciativas. Habría una mayor consciencia y visión objetiva hacia la participación.

Para una verdadera mejora del sector educativo, hay que apuntar al desarrollo profesional de los maestros, adaptando tanto sus procesos, como el de las instituciones, a los avances tecnológicos, mejorando así, sus capacidades e incluyendo la formación gerencial para el personal supervisorio. Es buscar una mejora integral.

Maestros, licenciados, profesores docentes, TSU en educación, todos se engloban en este digno y tan significativo título como lo es el de Maestro.

Muy relevante que aunque el maestro no tenga quien le escriba, siempre está dispuesto a aportar y contribuir de manera objetiva y profesional, en el desarrollo de una sociedad que necesita ser atendida, y de generaciones de seres humanos que están en el camino de la formación, búsqueda y encuentro de sí mismos y de su futuro. Es hora de escucharlos.

Gracias a mis maestros por tanto que dejaron en mi mente.

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