Opinión

Hablemos hoy de: El don de compartir

Cuando compartimos valoramos lo que somos y lo que podemos tener, y nos mostramos con la humildad que hay en nuestra vida.
martes, 10 septiembre 2024

El ser humano nace con un programa instalado en su ser que le permite abarcar todas las áreas de la vida. Pero dentro de todo, Dios le asigna dones para que guíe por la línea correcta todas sus actuaciones en la tierra, y honre así, las enseñanzas de nuestro Padre Creador.

Así es como todos tenemos dones espirituales, que en muchos casos nos cuesta descifrarlos o darnos cuenta que los poseemos. Lo que sí es real es que quienes los descubrimos, tenemos el sagrado deber de compartirlos.

Entre los maravillosos dones que se nos otorgan, encontramos uno de los más importantes como es el saber pedirle a Dios la ayuda que necesitamos ente eventos que se nos hace difícil superar y poder agradecerle, saber mantener buenas relaciones con las demás personas es un don maravilloso que nos permite estar en armonía con la familia, amigos, compañeros de trabajo y en nuestras relaciones sociales, ser solidario es genial y nos permite colocarnos en la posición de otros que realmente necesitan de ayuda por diversas circunstancias, este aunado al compartir, se traduce en una de las mejores oportunidades que nos da la vida para mostrar nuestra humanidad, generosidad y la capacidad de sensibilizarnos ante las necesidades de otras personas, y poder brindar parte de las bendiciones que recibimos a diario del Todopoderoso y del universo.

Todos los dones que nos fueron dados debemos valorarlos, mostrarlos, compartirlos, hacer uso de ellos de la mejor manera para que no permanezcan sin uso y así, agradecer por tenerlos y poder utilizarlos.

Los dones deben ser usados con fe, con vocación de servicio, con características de enseñanza, libertad, alegría, con liderazgo, devoción, misericordia, y con amor, para que sean muestra de las capacidades que tiene el ser humano de hacer las cosas enmarcadas en los principios básicos de la existencia.

Cuando nos damos el permiso de dar, compartir alguna bendición que hemos recibido, desprendernos de algo que no necesitamos, estamos haciendo una buena obra que traerá regocijo y agradecimiento por parte de quien lo recibe, pero que también nos alegra el corazón y nos hace sentir bien al ver la emoción reflejada en los ojos de las personas.

Es positivo y bonito lo que se siente, y más aún, cuando nos manifiestan con agradecimiento sincero lo que para ellos significa el gesto recibido. Cuando se comparte desde el corazón, se siente una libertad llena de paz.

Muy importante es entender que el dar o compartir no es solo material, hay una forma de hacerlo espiritualmente. Esta forma es la que se hace desde lo interno, desde el ser, mostrando la capacidad de entender a los demás que está en cada uno de nosotros, irradiando paz, armonía, alegría, con sinceridad, honestidad y humildad, sin mezquindad, con inteligencia mental y sin esperar nada a cambio.

Porque cuando se hace desde lo moral y espiritual, Dios lo premia y nos llena de recompensas manifestadas de todas las formas que puedan existir.

Cuando compartimos valoramos lo que somos y lo que podemos tener, y nos mostramos con la humildad que hay en nuestra vida.

Dar o compartir no es hacerlo siempre con lo que nos sobra, es hacerlo en oportunidades incluso con lo único que tenemos de algo en un momento determinado, pero que poseemos la capacidad de entender que hay alguien más que lo necesita y es oportuno facilitarlo o darlo, para que la otra persona pueda resolver o solucionar.

Al final, nos queda al sabor placentero de haber podido ayudar a alguien.

Muchas veces podemos dar incluso sin necesidad de tener que entregar algo, tal vez solo con acompañar estamos dando algo que puede ser muy grande para quien lo recibe, pues esto representa más que cualquier otra cosa, ya que nada de lo que se haga podrá cambiar su situación.

Nuestra existencia es finita por lo que debemos aceptar con propiedad lo que la vida nos depara, y celebrar el maravilloso don de dar y compartir con gratitud.

Compartir, también es no estar atados a los bienes materiales, económicos, religiosos, sociales o de cualquier otra índole. Eso nos hace libres de poder tomar decisiones concienciadas y de manera efectiva, mostrar nuestros afectos y condiciones de soltar cosas hacia personas conocidas o no, que en determinado momento puedan necesitar de una mano solidaria.

De una u otra manera cuando damos o compartimos algo, solo estamos devolviendo lo que la vida nos ha facilitado en determinado momento, y aunque nuestro patrimonio sea fruto de nuestro trabajo y esfuerzo, pues también es del universo y de Dios ya que a través de sus bendiciones, es que recibimos todo en nuestra vida.

Todo lo que tenemos solo lo administramos, pues en algún momento pasarán a ser de otros y así sucesivamente en la evolución del mundo. Al final de nuestro camino no podremos llevarnos nada. Por eso es que debemos disfrutar y vivir con amplitud y sin egoísmo.

Llega un momento en la vida en el que debemos compartir los mayores tesoros que hemos acumulado, sinceridad, amor, comprensión, simplicidad, afectos, sonrisas, generosidad, alegrías, sabiduría, locuras con sentido, emociones, experiencias, y tantas cosas que hemos acumulado en el transcurso de nuestras vidas y que han sido bendiciones que fueron colocadas en nuestro camino, y que supimos apropiarnos de ellas con agradecimiento.

Si compartimos los objetivos, las metas y el sentido de la vida, podremos alcanzar con mayor rapidez y facilidad, todo lo que nos propongamos como sociedad, para una mejor vida y un buen futuro.

Comparte siempre desde el corazón.

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